El "síndrome Maza Zavala"
En la prensa del día 9 de marzo, diferentes medios nacionales y regionales reseñaron las opiniones del ex-Director del BCV (2000-2007), Domingo Maza Zavala, al proyecto de reconversión monetaria aprobado por el gobierno. Cierto que en sus días finales como Director del BCV, Maza emitió opiniones críticas, pero ahora sus reservas se escuchan con más intensidad.
Junto a los desafíos económicos, políticos, y sociales que tiene Venezuela, se olvida la dimensión ética, mucho más en el caso venezolano en donde las conexiones con el poder marcan la fortuna o la tristeza de las personas ¿A cuento de qué se dice esto?
Maza Zavala es un ejemplo de la tensión ética-poder. Como el capitán británico preso en un campamento japonés durante la Segunda Guerra Mundial, interpretado por Alec Guinness en la película "El puente sobre el río Kwai" (1957), quien atrapado entre su orgullo por cumplir con el deber y su rol como soldado en guerra, lo llevó a construir un puente para los japoneses con tal precisión que olvidó su rol como soldado sólo para, al final y tras el asalto de un comando al puente cuando es inaugurado, cae herido de muerte sobre los explosivos que destruyen el puente; Maza Zavala es el reflejo de las personas que intentan domesticar a un poder monocrático pero, al final, no lo logran. Es un ejemplo fallido por intentar resolver la disyuntiva ética-poder.
Es importante reflexionar sobre esto porque en su relación con el individuo, el gobierno no acepta opiniones diversas, sino estás o no estás con el "proceso", so pena de aplicar "filtros de selección" como propuso el Gobernador de Falcón, Jesús Montilla, para quienes deseen inscribirse en el partido unido del gobierno (El Nacional, día 10-3-07). El castigo es la exclusión para quienes se niegan a entrar por el redil oficial. Esto crea un contexto en donde la ilusión de domesticar al poder crece, y muchas personas caen al escuchar los cantos de sirena de sentirse influyentes, "si yo no lo modero, sería peor".
Un área no abordada con fuerza en Venezuela es la perspectiva micro de la relación Estado-individuo, salvo algunos trabajos como el de Coronil (2002), "El Estado mágico". Lo ha sido más desde el plano de la literatura. En "Ifigenia" de Teresa de La Parra (1889-1936) o "Memorias de un venezolano de la decadencia" de José Rafael Pocaterra (1889-1955), se evidencia la tensión de la relación del individuo con el poder, propio de un época que dejaba la agricultura para entrar a la era del petróleo, en la que aparecieron nuevos grupos y se hizo visible que la autonomía del individuo frente al Estado -en la agricultura, por la pobreza; en el petróleo, por la riqueza- era mínima. El fracaso está marcado por el distanciamiento del poder. La sociedad aprendió a conformarse y a callarse. Había que "estar bien" con el Estado y sus representantes, si se quería hacer carrera. El drama de los que se quedan afuera, lo retrata muy bien de La Parra.
Con la Venezuela moderna que nace en 1958, esta poca autonomía se debilitó y se fortaleció la sociedad civil. Por supuesto, los privilegios se mantuvieron, y grandes fortunas y grupos nacieron al calor del Estado. Sin embargo, hubo una esfera de autonomía, que hizo posible el éxito, incluso al no estar vinculado al poder. La universidad es un ejemplo. Siempre vista como coto de la izquierda en gobiernos que no fueron de izquierda, diferentes personas pudieron llegar a la cúspide de la institución, sea como docentes o gerentes. Luis Fuenmayor Toro como Rector de la UCV o Luis Britto García como docente titular en la misma Central, los dos hoy en las filas del "proceso", y muy críticos en el pasado, pero ascendieron. Tal vez no llegaron a la cúspide del poder político, pero se desarrollaron profesional y socialmente, y son personas reconocidas en el país. Hoy un Britto o un Fuenmayor que no compartan las ideas del gobierno, son impensables en la Universidad Bolivariana o en la UNEFA. Si no los hubieran botado, serían unos parias.
De la misma forma con la literatura, con figuras de izquierda que mutaron en personas con gran reconocimiento nacional e internacional. Desde un Adriano González León hasta un José Ignacio Cabrujas. Sucedió igual con el cine, con un Román Chalbaud y un Carlos Azpúrua.
Igual pasó en el campo económico. Una pluralidad fue posible, que se evidencia en el surgimiento de grupos económicos regionales, aunque no pertenecieran a los gobiernos de turno. Hoy es imposible pensar en un gran grupo económico fuera de la esfera del gobierno y, aún así, quienes están vinculados al gobierno, pueden ser desalojados como Eligio Cedeño quien, detenido en la Disip, vendió o fue obligado a vender sus bancos Bolívar y BanPro, éste recientemente adquirido por Cedeño, y hoy los dos vendidos a personas vinculadas al gobierno.
En síntesis, uno de los logros más importantes de la democracia representativa, fue una relativa autonomía de la sociedad civil frente al Estado, y la primera luchó por mayores espacios políticos, económicos, y sociales, siendo el más resaltado la elección directa de alcaldes y gobernadores. Todo eso hasta 1998.
Venezuela hoy se parece a la sociedad de La Parra o de Pocaterra, con la diferencia que no estamos saliendo de la agricultura para entrar en la era petrolera. Estamos de salida de una democracia para entrar en una monocracia, en la que se destruye la autonomía de la sociedad civil para, como en los 20, hacerla dependiente del Estado.
Las implicaciones éticas de esto son importantes, porque los disensos naturales de una sociedad, se debilitan al quedar todo en manos del Estado. Una consecuencia es el conformismo que se observa en Venezuela. Ciertamente, como indica el BCV, el consumo privado aumentó en 18,4% durante 2006, pero ese consumo tiene un precio, no es gratuito: adherirse al gobierno o callar. La abundancia se ata a un compromiso político, cosa que no era así en el pasado. Había compromisos, pero también había autonomía y resistencia. Quienes hoy resistan buscan ser inhabilitados, y puestos como casos "ejemplarizantes": desde RCTV hasta Manuel Rosales. El común puede reflexionar, "si eso pasa con un canal que tiene 53 años y un actor político que obtuvo más de 4 millones de votos ¿Qué quedará para uno?" La respuesta buscada es, "nada, si no puedes, únete". Esa es la jugada para obligar a que las inscripciones en el partido del gobierno sean individuales: no es sólo generar disonancia en el individuo, sino hacer visible que si no eres "rojo, rojito", no eres nadie.
El comportamiento del Doctor Maza Zavala se inscribe en esta realidad ¿Cuándo hablar y cuándo callar? ¿Es posible disentir estando dentro? Si bien Maza Zavala antes de ser Director del BCV era una persona del sistema y con prestigio, no obstante, esos atributos no fueron empleados, al menos a la hora del debate público, mientras fue Director del Central. Maza calló y ahora habla. Sus disensos fueron siempre tímidos. Maza Zavala invita a reflexionar sobre el comportamiento de una persona con influencia ante el poder, en un contexto de abundancia ¿Disentir o conformarse?
Cuando Chávez planteó el tema del "millardito" en 2004, Maza expresó en su estilo sus reservas con la idea. Hasta allí. Luego cedió. Con el tema del Fonden y las reservas excedentarias, el comportamiento fue igual ¿Por qué una persona con el prestigio de Maza, que no tenía necesidad de callar, lo hizo? ¿Sólo por una jubilación? No. Pudo ser por un acto de ingenuidad política: creer que una estrategia de concentración del poder, como la que adelanta Chávez, puede ser humana. Tal vez haya considerado que su presencia iba a moderar al gobierno. Dirá Maza que si no hubiese hecho lo que hizo, las cosas estarían peores. Tal vez. Pero el hecho es que hoy muestra discrepancias y reservas con algunas medidas económicas ¿No hubiese sido más eficaz haberlas dicho cuando era Director del BCV, aun de una manera no formal, porque Maza es columnista de El Nacional?
La reflexión que abre el "síndrome Maza Zavala" es hasta qué punto una persona debe aceptar las decisiones del poder sin chistar, teniendo autoridad, conocimiento y prestigio. Herbert Kellman (1989), habla de los "crímenes de obediencia" para referirse a situaciones en las que se ejecutan órdenes que pueden cuestionarse por su moralidad, eficacia, o por sus efectos. Existe la ilusión de los "sabios"que van a controlar al "poderoso", pero al final los "sabios" terminan validando los desmanes de los "poderosos", dejan de ser "sabios" y se convierten en cómplices.
El ex-Director del BCV puede ubicarse en lo que Aranguren (1969) denomina intentos fallidos por resolver la tensión ética-poder, al tratar de moralizar a la política. Maza intentó hacerlo y fracasó. Más bien, sugiere Aranguren, el punto no es ni moralizar a la política o politizar a la moral, sino en problematizar siempre esta relación. Havel, en sus "Meditaciones de verano" (1993), reflexionaba que como Presidente de la extinta Checoslovaquia, permanentemente ponía a prueba de la moral sus decisiones políticas. En conclusión, no hay una respuesta definitiva para la tensión, pero una vía es cuestionar lo que uno hace y confrontarlo contra una perspectiva ética. De aquí que las decisiones sean contingentes a la apreciación ética-poder. La linealidad lleva a la complicidad en la relación. La complejidad, a cuestionar ciertas decisiones derivadas de esa vinculación entre la ética y el poder.
El poeta Havel comentaba que en política, había que saber decir las cosas con el tacto necesario y en el momento preciso y que, en segundo lugar, él no concebía a un político que no propusiera alternativas, y que sólo se contentara con lamentarse y decir "lo bueno de todo esto es lo malo que se está poniendo".
Maza Zavala no siguió las consejas de Havel: no fue oportuno y, tal vez un poco tarde, parece sólo lamentarse. Importante lección para la sociedad venezolana, en la que el susurro y el "forward" parecen convertirse en el canal de comunicación por excelencia para hablar de lo público, que evidencian la anulación de la autonomía de la sociedad civil frente al Estado.

Comentarios

Unknown dijo…
Creo que en la idea de "los sabios creen poder controlar al poderoso" es hacia donde se debe buscar la explicación a lo que Ud. ha denominado "el síndrome Maza Savala". He tenido la oportunidad de conocer algunos personajes de la actividad política de la 5ta Rep., los he escuchado en privado, y sé que nunca han dejado de ser críticos, lo que pasa es que "los trapos sucios se lavan en casa", es una actitud no menos que razonable, "si soy representante del gobierno, no puedo estar alborotando el avispero ante la opinión pública", "no me queda más que tratar de hacerle(s) entender", pero más tarde o más temprano tienen que asumir la realidad, darse cuenta que la batalla está perdida de antemano y que para poder ser críticos, tienen que "salir" y pararse en la calle del frente.
Esto ha sido así siempre, porque así lo requieren las dinámicas de poder, lo que hace más grave la situación actual, es que estamos frente a una personalidad megalomaníaca, cuyo silogismo lógico definidor desde el comienzo fue: "la voz del pueblo es la voz de Dios. Yo soy la voz del pueblo. Entonces, Yo soy la voz de Dios". Estamos en una situación, en la que el sujeto que detenta el poder no acepta razones distintas a las suyas, ni mucho menos críticas. Eso lo conduce irremediablemente a alejar a los "pensantes", "críticos", por considerarlos "oponentes", "enemigos", y a rodearse de un montón de incompetentes ilustrados en las artes de la "jaladera".
Con un gobierno de esta naturaleza los objetivos, aunque vengan con muy buenas intenciones, difícilmente se lograrán de manera no coactiva, porque quien no es capaz de razonar sólo puede imponerse.