El desarrollo de los eventos internacionales
en los que Venezuela está involucrada, toma un giro interesante. Nuevamente, puede abrirse
una oportunidad para la política como innovación, algo que no se hace en
Venezuela desde por lo menos 2012. Ojalá no la desperdiciemos.
Por una parte, se formalizó el
Grupo de ExJefes de Estado y de Gobierno sobre Venezuela, quienes el día 9-4-15 presentaron un
documento llamado Declaración de Panamá,
en cual tiene dos puntos importantes a mi manera de ver.
El primero, que los problemas que
afectan a los venezolanos y venezolanas no admiten “sino soluciones
negociadas”. La “radicalización” o la “capitulación” que persiguen los grupos
“que representan la dignidad” en “ambos bandos”, no parece viable, aunque
posible, pero a un precio que sus promotores no están dispuestos a pagar (¿Que
lo siga pagando la sociedad, como ha sido hasta ahora?).
Lo segundo –al margen de si la
propuesta de los exmandatarios es políticamente factible- la promoción de un
contexto en donde las elecciones parlamentarias tengan mayores niveles de
equidad y competencia.
Por otra parte, la forma cómo se
desarrolla la tensión con los EUA, también tomó una ruta interesante con la visita
de Thomas Shannon a Caracas.
El punto no es si Shannon vino
“por petición del gobierno de Maduro”. Si es así, el gobierno de los EUA
aceptó que viniera. Si no fue así, el gobierno de Venezuela aceptó que Shannon viniera ¿Conclusión? Que los dos
gobiernos quieren hablar, al margen de quién llamó a quién. Obama afirmó “estar
listo para el diálogo directo”, que era una petición del Gobierno de Venezuela.
Obama mantiene el punto de señalar el autoritarismo del gobierno de Maduro, pero rectificó en la expresión que Venezuela es una “amenaza” para los EUA. Maduro –más cauto, en su estilo incrementalista- saludó
las declaraciones del Presidente de los EUA, y parece que se abre una zona de
diálogo posible. Al momento de escribir esta entrada, una posible reunión
Maduro-Obama en Panamá, es solo una especulación o “run-runes”. Me gustaría que se diera.
Cuando escribo que el
desarrollo de los hechos abre una oportunidad para hacer política de
innovación, es que la sociedad venezolana –y sus políticos- se olvidaron de
hacer política, más allá de los formatos tradicionales (reuniones, muchas
fastidiosas; “patear calle”, mantener los equilibrios entre las facciones que
están “Cada quien en lo suyo”; y complacer a los públicos de los extremos); hoy en Venezuela se hace política
de quién aguanta más, en la idea que quien gane, se lo llevará todo.
Tal vez los Exjefes de Estado y
de Gobierno, y Shannon nos están diciendo que la política no es solo
conservación o aguante, sino innovación, que las soluciones se construyen y no hay que
esperar a “tiempos perfectos”, “estallidos sociales”, o algún tipo de "Dakazo", para lograr cambiar un estado de cosas.
La oportunidad que se abre es que la sociedad
venezolana se reencuentre con la política, porque hoy no quiere reconciliarse, atrapada en sus
miedos y prejuicios para mantener una ficticia certeza sobre quiénes son los
“buenos” y los “malos”.
La política en la Venezuela de
hoy es la trinchera, el marcaje, y la estigmatización. Los “empresarios del
miedo” son los que cosechan ganancias, como los “canastilleros” durante la
Guerra de la Independencia, al precio de hundir una sociedad.
A ratos, la
sociedad venezolana me parece que prefiere morir a cambiar ¿Realmente la
sociedad venezolana quiere cambiar? Esta pregunta me asalta desde 2010, cuando
me di cuenta que no quiere cambiar. Su aspiración es una actualización del
“Pacto de los dólares” y que “mi tribu” gobierne; pero seguir con su carga de
prejuicios y lugares comunes.
Muestra este tipo de política -que es nuestra realidad y por eso, qué bueno que pasó, verse en el espejo ayuda- el episodio en Ciudad de Panamá entre Lilian Tintori y Yendri Velásquez el día 9-4-15. La
trinchera, el marcaje, y la estigmatización en evidencia: tus muertos, mis muertos; tus
presos, mis presos; tu dolor, mi dolor; te reconocen, a mi no me reconocen; en
fin, “nosotros” versus “ellos”, categorización que ya tiene su propia dinámica
y de la que no será fácil salir.
A pesar del tiempo, las heridas del gobierno militar de Pinochet siguen en la conciencia de Chile. Hoy, las heridas de la Guerra Civil retumban la conciencia en España. Nuestras heridas producto de la "lucha armada" de los 60, rompieron la idea de una Venezuela sin diferencias. La cicatrización en política toma tiempo, y no siempre cicatriza bien, como prueban Chile, España, y Venezuela.
Ojalá la oportunidad que se abre no se pierda, para que la sociedad venezolana y sus políticos, se reencuentren con la
política y podamos abordar el "nosotros" versus "ellos", pesada carga que hace imposible una política de innovación, de cambio, y de reencuentro.
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