En la Gaceta Oficial del 10-2-16,
se informó sobre la creación de la Compañía Anónima Militar de Industrias
Mineras, Petrolíferas, y de Gas (Camimpeg), con un objeto social sumamente
amplio (artículo 3). El decreto que la formalizó tiene 12 artículos.
El anuncio generó controversia en
medios y redes sociales por diversos motivos -un “golpe de Estado”, evidencia
el “carácter militarista del régimen”, el precio que “paga Nicolás para que lo
sostengan”, “hasta cuándo los milicos”, entre otros- pero mi desacuerdo con la creación
de esta empresa apunta al lugar de esta organización en el entramado social
venezolano ¿Qué sentido tiene promover una empresa así, la que prácticamente
hará de todo a la luz de su razón social; una mega empresa, cuando hay otras
instituciones públicas y privadas que ya lo hacen, y posiblemente mejor que una
futura compañía militar, que duplicará esfuerzos y procedimientos?
La real politik responderá que
es el juego de poder: apoyos y concesiones, o apoyos que las FAN cobran caro,
para ser una suerte de Estado por encima del Estado, ni siquiera dentro. El
juego de poder: quiero tu apoyo para seguir en el poder ¿qué pides a cambio? En
el juego de concesiones, la política se desnaturaliza y se vacía, espacio que
ocupan los militares.
Camimpeg sería la versión
venezolana del Codelco y las FAN de Chile, por cierto, legado de Pinochet.
Una visión más antropológica
diría que al ser las FAN una organización con una doctrina y capacidades, en un
ambiente político polarizado y fracturado –no hay grandes organizaciones civiles
y políticas en Venezuela, electorales sí hay- lo que resulta “natural”,
entonces, es un corporativismo de las FAN. Se asumen como el cuerpo de la
nación; los mejores exponentes del “Estado mágico” de Fernando Coronil.
Así las
cosas ¿Si ellas son el cuerpo social, por qué no habrían de tener una empresa
en lo que define la identidad venezolana por armonía o por oposición: el
petróleo y la minería? Las FAN cuidan nuestra esencia –la tesis que somos “un
campo minero” o del “hotel” de Cabrujas- luego, tienen que proteger al petróleo
y la minería. “Empotrarlas” socialmente en lo que somos.
Las anteriores, no son mis cuestionamientos a Camimpeg. Son reparos de
orden político y gerencial. Aclaro que no me molesta que los militares
incursionen en áreas gerenciales o productivas. De hecho, muchas tecnologías y
aplicaciones de amplio uso en el mundo civil, fueron pensadas o diseñadas en o
para el mundo militar: el correo electrónico y el horno microondas, por ejemplo.
Si esto se hace desde la conservadora y vetusta visión de las élites y grupos
de poder venezolanos de una “empresa del Estado”, o desde concepciones más
modernas como el husbandry State, es
otro asunto, que escapa a esta entrada del blog, pero la tecnología civil y
militar pueden complementarse para usos militares o civiles.
Otra razón para no cuestionar esa
incursión militar en lo gerencial es que la defensa es un bien público, pero
costoso, más si se asume que la paz es el mejor estado para la seguridad y
defensa. Claro, para lo anterior, hay que tener unas FAN preparadas, equipadas,
y con capacidad para responder ante situaciones que demanden su empleo, y aquí
entra la clásica disyuntiva de los economistas (la primera vez que lo leí "de muchacho", lo hice
en el libro Economics de Paul Samuelson): cañones o mantequilla.
Esta disyuntiva es vieja, pero lo
nuevo es el contexto en donde se da, en específico, el contexto venezolano, con
unas FAN cuya naturaleza –igual fue con Punto Fijo y con Pérez Jiménez- es
equiparse ampliamente, con aparatos muy sofisticados, y todo eso requiere
dinero. Bien pudiera nuestro Himno Nacional comenzar con “Primero muertos que
sencillos”, porque Venezuela –y sus FAN- optó por un estilo de vida complicado
y costoso, para nada sencillo y funcional, y eso cuesta mucho dinero, que en el
pasado fue posible mediante grandes subsidios de economía política, que hoy no
parecen viables ni deseables, por los “efectos secundarios” (y perversos), que
padecemos todos en la actualidad.
Que las FAN tengan sus empresas y
puedan generar ingresos o que exista un sector defensa público-privado que lo
haga, puede ayudar a liberar recursos públicos para producir “más mantequilla”
y “menos cañones”, vía gasto público. Pero este no es el diseño para Camimpeg.
Es la misma lógica de Venezuela: creo una C. A. pero la alimento con recursos
del Estado.
Si se busca un productivo sector defensa ¿Por qué no ponerlas a
competir, y que generen sus propios ingresos, o promover “incubadoras de
empresas” que creo es la idea de la Fundación Murönto, ente adscrito a las FAN?
Ya parece agotado eso de crear empresas con la lógica capitalista, pero
alimentadas con recursos públicos. Que inicialmente sea así, puede ser, pero
¿Por qué no dar un tiempo para que estas empresas generen sus recursos, y se
establezca en el decreto que las crea? Algo como, “Esta empresa recibirá
recursos públicos durante los primeros 5 años de operaciones. Pasado ese lapso,
la empresa deberá generar sus propios ingresos o cerrar conforme a la ley….”, o algo así. Urge romper la
inercia de Venezuela.
¿Quién produce y qué se produce? En la mayoría de los países del mundo, existe
un sector defensa con empresas públicas y privadas o con la lógica de una empresa
privada (tal vez por esto, la gente conozca más la marca de fusiles AK, que una
marca de neveras soviética o rusa). En Venezuela, la ruta es otra: empresas del
Estado militares: de transporte, de construcción, agrícolas, y ahora esta nueva
mega empresa para todo.
Existe la Fundación Murönto, la que
acierta al identificar la ciencia, la tecnología, y la productividad como
claves para tener una industria de la defensa, pero me luce que su actividad
está en sus comienzos. Y la ciencia también cuesta bastante, con el agregado que requiere de
mucho tiempo, de redes, de articulación entre centros de estudios, de
investigación, situación que no caracteriza en mucho al mundo de la académico
venezolano.
Así, llegamos a lo político.
Puedo decir junto a Przeworski –sin su trayectoria o experiencia- que, “al
final del día”, lo esencial de la política son los límites al poder y la
alternancia. Lo demás, es lujo (“hombres virtuosos”, “buenos gobiernos”, “gobernantes
honestos”, etc).
En el diseño institucional de los
límites al poder en el decreto que crea Camimpeg, son muy débiles. Apenas que
debe seguir los lineamientos “que dicte el Ejecutivo Nacional” (artículo 6), o
la revisión de la Procuraduría General de la República (artículo 10). Más nada.
Ningún control o “check and balance” político.
Todo lo anterior conduce a la
visión de las FAN que como sociedad tenemos y podemos tener. Aunque en su
momento Punto Fijo hizo por las FAN, al igual que el gobierno de Chávez y el de
Maduro –las consecuencias políticas de cada uno, que es lo polémico, será para otra
entrada o para los famosos debates- no siento que esas visiones recojan la
complejidad de la Venezuela actual, país con puntos comunes pero con muchas
fracturas. Me luce que las elites siguen viendo a Venezuela desde la cómoda posición que ofrecen doctrinas estáticas.
Entre la idea de unas FAN como
“mal necesario” –que domina la opinión opositora, a pesar que ha pasado mucho
tiempo desde 1998, y bien pudieron reflexionar sobre las FAN de Punto Fijo, y
cuál visión ahora- y la posición de unas FAN partidizadas –que domina el sentir
del mundo oficialista, también ancladas en lo vetusto: Lenin- existe otro enfoque más moderno: unas FAN que no estén encerradas, pero que tampoco copen la
escena. Que puedan deliberar en los asuntos de su competencia y en sus
espacios; y con la autorización del poder civil, puedan hacerlo en la esfera
pública, si corresponde. Que puedan adelantar sus emprendimientos, pero con una
gerencia más dinámica y menos protegida, que haga contrapeso al corporativismo
inherente al mundo militar, para evitar monopolios políticos. Esta visión trae otros problemas, que tampoco
corresponde examinar en esta entrada.
El decreto que crea Camimpeg, hace
propicio deliberar ya sobre cuál tipo de FAN quiere la sociedad venezolana.
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