¿La política nacional se traslada a Colombia?


Desde que la mayoría de la oposición adoptó la estrategia de la “presión, para la fractura, para la transición” y los resultados de ésta no han sido satisfactorios, me ronda en la cabeza la idea que, por seguir esta estrategia, la MUD perdió el eje para hacer política y el resultado es una oposición disminuida, sin capacidad para hacer cosas, y cada movimiento política de la alianza, adelanta su política. La AN busca no correr esta misma suerte, y si bien sus esfuerzos en general me parecen bien orientados; si hay resultados, serán a mediano y largo plazo, no ahora. La AN trata de hacer lo que debió acometer en 2016, pero las condiciones hoy son más complicadas para el parlamento, por lo que esta tarea es empinada, con un resultado incierto y sin garantías. Pero no por esto, no debe dejar de intentarlo. Es uno de los pocos espacios que le queda a la oposición para “agarrar” la política.

Una de las aristas de este abandono de la política por parte de la oposición, es la influencia en la política doméstica de grupos de oposición que están afuera. 

Hasta no hace mucho, esa influencia estaba en programas de TV y radio, “anclas”, y figuras de twitter que hacen lo mismo que los tuiteros ¿extremistas, la “oposición de verdad”, “que tienen dignidad”? que están en Venezuela: promover climas de opinión para tener una suerte de “espiral del silencio” que “neutralice” a las opiniones distintas, de manera que la opinión de este grupo parezca la única opinión bajo la idea de un “falso consenso”, y quienes piensen distintos son estigmatizados para que se callen o “vayan con la mayoría”. Todo se limita a un conflicto digital, donde los “guerreros del teclado” ganaron la partida e influyeron la política real, pero con desastrosos resultados que están a la vista –aunque eluden responsabilizarse de su desastre- y muchas personas de centro o moderadas cedieron a la presión de este clima de opinión, como se puede ver si se hace una revisión de los TL en el tiempo de personas con fama moderadas o de centro. 

Sin embargo, esta tendencia toma otro camino. Luego del atentado del 4-8-18, Maduro puso el locus de control en Colombia, en lo que él llama “la oligarquía colombiana”, y en Venezuela, sólo están los operadores o, de forma más coloquial, los muchachos de mandao. Para Maduro, las decisiones relevantes de la oposición no se toman aquí sino en Colombia y, residualmente, en Miami. Tal vez por esto, propuso en el acto con las FAN el 11-8-18, la creación de unidades de inteligencia específicas para analizar al vecino país. En la oposición en esta idea de la relevancia de Colombia, una nota de El Universal publicada el 14-8-18, reseñó una intervención de Julio Borges en Caracol Televisión. El diputado afirmó que, “Para el régimen de Cuba y Venezuela, Colombia es la joya de la corona y tienen que verlo con mucho cuidado”. Con esta declaración, Borges metió a Colombia en el brete venezolano: Cuba y Venezuela quieren ponerle la mano al país de García Márquez. La lucha política venezolana no es que se internacionaliza –ya había ocurrido, al menos desde 2015- sino que la internacionalización tiene ahora un nuevo espacio: Colombia. 

Nuestro vecino será o ya es, un centro importante para la política venezolana. No tengo claro cómo será esa influencia o la relación entre la oposición en Colombia y la oposición en Venezuela: si una interacción política oposición en Colombia-oposición en Venezuela para definir estrategias y acciones conjuntas, o “La entrada por las trochas a Venezuela con hombres para hacer lo que haya que hacer” planteada por Ismael García, que es lo que llamo la “Oposición gomecista”, dentro de mi escenario político preferente desde febrero de 2017 que se llama “Escenario gomecista con tímidas reformas” que creo, por los acontecimientos venezolanos, se cumple en general. 

Me parece que la relación no es muy fluida entre las dos oposiciones, y ya tiene su primera tensión: la decisión del “TSJ en el exilio” contra Maduro. Aunque pienso que fue un error político de la AN declarar el “abandono del cargo” de Maduro, y designar este “TSJ en el exilio”, fue la pregunta número 3 que votó el público en la consulta del 16-7-18. Al menos así lo entendí, y por eso voté No a esa pregunta. 

Esta decisión del “TSJ en el exilio” tomada el 15-8-18 pondrá más presión a la AN para que designe al “presidente interino” -como ya se ve- y tiene como casus belli, la reacción en redes sociales por el cierre del período legislativo y la entrada de la Comisión Delegada tal como lo prevé la Constitución en sus artículos 219 y 220. 

Hasta ahora, pienso que la AN ha llevado bien su error  de haber designado un “TSJ” porque políticamente no tiene la fuerza para aplicar lo que el “tribunal” decida, pero es un equilibrio difícil complacer al extremismo y a lo políticamente posible, como trató de hacer Barboza con sus declaraciones el 16-8-18: la AN no puede perder su majestad constitucional por dar un paso en falso, pero felicitó la sentencia del “TSJ en el exilio”. Los difíciles equilibrios en los que Barboza sabe moverse, aunque no siempre sale bien parado. 

La presión hacia la AN para que “ejecute la decisión del TSJ legítimo” subirá porque es la nueva oportunidad para quienes plantean una salida de fuerza, de ver si desde afuera y con la designación del “presidente interino” por parte de la AN, se produce, por fin, la tan esperada “fractura”. Por eso presionarán. Si la AN puede aguantar la presión y persiste en su política de construir la representación de intereses al hablar “sobre los problemas de la gente” –que es lo que espero, pienso que ayudará a la suerte de la AN y de la oposición en Venezuela- es lo que se verá. Aunque muchos se tomaron a chanza la decisión del “TSJ en el exilio”, esa decisión estará allí, para ser usada adentro de Venezuela –algún grupo insurreccional la puede tener como justificación para sus acciones- o por un país o varios, porque su tema es la corrupción, que puede hacer más fácil justificar decisiones en contra el gobierno de Maduro. O para plantear un “conflicto de intereses” con la AN si no cede a la presión. No es descabellado un escenario donde el “TSJ en el exilio”, al ver que la AN no nombra al “presidente interino”, declare una omisión, y llene el vacío al designar a un “presidente interino” que estará afuera. Si esta decisión es “inejecutable”, es lo de menos. Lo importante es el efecto simbólico que logran con decisiones así ¿Qué tal si un grupo de militares –en donde sí hay una ruptura con Maduro, aunque no tan profunda- deciden acatar la sentencia del “TSJ en el exilio”? Creo es la apuesta de los ¿”extremistas” “los que tienen dignidad”? y por eso la presión al parlamento, al usar como casus belli, el fin del período de sesiones de la AN. 

La coacción para que la AN “ejecute la decisión del TSJ legítimo” será la medida para ver la fuerza de la oposición adentro o de la oposición afuera, en términos de quien define la política: se hace en Venezuela o en Colombia. Mi deseo es que gane la que se define en Venezuela. 

Mi tema es cómo esta relación –si se asume que la hipótesis “La política en Colombia” tiene base- influirá a la oposición de Venezuela, la que ya pasa por un momento complicado, y no hay señales que vaya a salir de su inercia. Ni siquiera la detención del diputado Requesens movió mucho la inercia. Salvo la posición de la AN –en su documento inicial, una vez conocida la detención del parlamentario- la capacidad de respuesta no fue importante. Cada partido presentó su posición, pero no hubo una respuesta política unitaria. Me temo que en una situación así, la influencia desde Colombia sobre la oposición en Venezuela puede ser relevante, si es que ya no lo es. 

Soy de la minoría de la oposición que piensa que “Esto lo resolvemos los venezolanos”. Si hay ayuda internacional, primero está la organización adentro. Cardoso lo dijo hace tiempo en una entrevista: para que las sanciones internacionales funcionen –no soy pro sanciones, aunque los países pueden sancionar a funcionarios venezolanos porque es su prerrogativa como Estados soberanos, no así con las sanciones financieras que sí nos afectan; si tengo que aceptar las sanciones porque “es la realidad política”, pienso que la oposición debe tener el control o la autoridad para emplearlas dentro de su estrategia, pero no estar a la zaga de estrategias de otros países, como se nota ahora- se requiere de organización y de capacidades políticas internas. 

Vería muy mal que la oposición en Venezuela ahora esté determinada desde Colombia, pero hay una realidad política: la oposición en Venezuela no es eficaz, la que está en Colombia o afuera en general, es más eficaz porque hace ruido e impone matrices de opinión. Vuelvo con un tema recurrente de este blog ¿Cómo la MUD logra agarrar, retomar, asumir otra vez la política, para tener la capacidad ofensiva? En mi opinión, la vía son elecciones, con condiciones o sin condiciones, para arrancarle al gobierno las garantías en el terreno, al tiempo que construyes representación de abajo hacia arriba. Pero para eso, se necesita una oposición adentro con una propuesta, estrategia, y visión o quilla que la oriente. Hoy no la hay. Estas carencias ayudan a que la oposición fuera de Venezuela, tenga mucha influencia dentro de Venezuela. Su propuesta terminó en un trágico desastre político, pero es sencilla: sacar a Maduro ya, mientras un “gobierno de transición” hace una “cirugía para extirpar el tumor”. En unos años, vendrán las elecciones ya “regenerados como sociedad”, y volverá la felicidad. No antes. Propuesta que hundió a la oposición, pero cala en el público y gusta, mientras que la propuesta de construir fuerza política a partir de la representación de intereses, adelantar una política pugnaz frente y con el gobierno, y asistir a elecciones, es menos comprensible y no gusta al público. 

En resumen, mi punto es el siguiente: a los problemas que ya tiene la oposición dentro de Venezuela, se suma otro: la influencia de la oposición desde Colombia. El atentado hizo posible ver esta influencia. La hipótesis es: mientras la oposición interna no agarre la política, la influencia de los grupos de afuera será determinante para la oposición que está en Venezuela. 

En Colombia conviven desde políticos institucionales hasta grupos insureccionales. Curiosamente, cuando se leyó la “sentencia” contra Maduro, uno de los asistentes que se veía, fue Salvatore Luchesse, quien afirmó ser parte “de la resistencia” luego del atentado del 4-8-18. El día 17-8-18, Bloomberg reseñó cómo en Colombia coincidieron dos grupos que quieren sacar a Maduro ya. El militar, que quiere tumbar y enjuiciar a Maduro, y el civil, que fue el grupo de los drones.  

Nuestro país es un deja vu en muchas cosas. Con esto de la oposición adentro y la de afuera, tal vez se repita la misma tensión que se vivió durante la dictadura de Pérez Jiménez entre quienes estaban aquí y quienes estaban en el exilio, tal vez su capítulo más conocido fue el comportamiento frente al plebiscito de noviembre de 1952. Betancourt en el exilio, quería la abstención. Ruiz Pineda y Carnevalli quienes estaban dentro de Venezuela, plantearon participar y apoyar a Jóvito Villalba. La diferencia hoy –si se ve desde AD, por ejemplo, porque otros partidos, grupos, y personas también lucharon- es que no hay un Betancourt afuera y un Ruiz Pineda adentro, ni políticos que escriban una estrategia para luchar contra una dictadura como lo hizo Ruiz Pineda con su Libro negro, o una visión de país, como Betancourt, en Venezuela, política, y petróleo. Con el respeto a Betancourt, pero en esta coyuntura de hoy, apuesto al peso de la oposición que está adentro, es decir, al Ruiz Pineda del momento actual venezolano, si aparece, que espero lo haga, antes que sea demasiado tarde porque, cada día que pasa, la oposición adentro cuenta menos, y el centro de gravedad se mueve a la oposición que está afuera.

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