Primero, salir del fondo del pozo......



Me gustó el artículo publicado por el New York Times el día 20-7-20 titulado ¿Qué tiene que hacer la oposición venezolana para avanzar? escrito por David Smilde y Abraham Lowenthal. 

Me agradó porque ofrece sugerencias, sin esa elocuencia que caracteriza últimamente al discurso opositor. Algunas las veo realistas, otras no tanto, pero es un conjunto de propuestas que se pueden examinar. 

Las más importantes son las más abstractas, tipo "No es suficiente con".....decir que "estoy en el lado correcto de la historia" o hablar del "mal". Aunque algunos tratan de ser las versiones venezolanas de Svetlana Alexievich o Herta Müller, todos aquí estamos en nuestro juego político en función del grupo al cual pertenezcamos. En el caso de la oposición, identifico 4 "oposiciones". Tal vez el realismo al que llaman Smilde y Lowenthal sea definir o nos ubicamos en la política o en la denuncia. O como se dice en Venezuela, "Hablamos como caballeros o como lo que somos"

Resumo las recomendaciones de los autores, tal como las entendí: 

  • Asumir que el chavismo es una fuerza política, que tiene una visión de Venezuela
  • No sobrestimar el apoyo interno y externo que tiene la oposición. Cuidado con los excesos en las narrativas tipo "(E)" o la "usurpación"
  • No es suficiente "estar en el lado correcto de la historia", sino lograr reconocimiento político como alternativa capaz de gobernar con eficacia y "virtú"
  • Unir a la diversidad de la oposición. Controlar los egos
  • Tampoco es suficiente decir lo malo que está todo por causa de la "usurpación"
  • El "gobierno en el exilio" no será lo que se cree
  • Enfrentar las realidades. Incluso, si supone algún tipo de cooperación con el gobierno (como el convenio firmado con la OPS). 
  • Participar "en elecciones injustas diseñadas por el régimen de Maduro"
  • Cuidar su credibilidad. La mejor manera es tener autonomía frente a los apoyos externos. No pedir intervenciones militares y solicitar se levanten algunas sanciones
  • No olvidar las negociaciones gobierno-oposición porque se "está haciendo un daño profundo y a largo plazo"
Ellas son todo un programa que contiene puntos interesantes y otros que son polémicos y difíciles para asumir por la oposición. 

Por ejemplo, el tema de las sanciones. Si bien no estoy de acuerdo con esa política -en este blog, escribí sobre eso en 2015, y hoy reitero que la sanciones nos afectan, al margen de la responsabilidad de Chávez y Maduro en el hundimiento de la economía- es difícil para la oposición pedir un levantamiento de las sanciones, aunque sea parcial, como sugiere el artículo, porque es lo único que tiene. Imaginemos un escenario en donde lo haga ¿Qué después? Creo que luego del revuelo, en términos de eficacia política para la oposición no habría nada o muy poco. 

No habría porque las sanciones no son un "instrumento de política" -para decir algo "elegante"- estático como se concibió para el caso venezolano. Pienso que la lógica de la oposición fue, "No tenemos armas, somos civiles, nos agreden, necesitamos una fuerza superior para parar la agresión del régimen". Esas son las sanciones, pero aplicadas a voluntad de los EUA porque la oposición no tiene ninguna o muy poca capacidad interna. Muy distinto a las sanciones a Suráfrica cuando el Apartheid, ejemplo que los promotores de las sanciones emplean para justificar su uso en Venezuela. 

El ANC sí tenía capacidades a pesar del encierro de Mandela y de otros jefes del ANC. La oposición venezolana no. Justamente su política "del quiebre" la privó de esas capacidades que en un sentido tuvo, y que hoy dice que hay "que construir". Lo que queda es algo como esperar que la "boa constrictor" de las sanciones haga su trabajo, mientras el público espera cómodamente en redes sociales -un día se habla del Gueto de Varsovia, al otro día se publica la foto de una botella de ron muy añejo, con premios internacionales, y pasado mañana el tema será alguna ocurrencia de Bad Bunny, y así- para la "toma del palacio de invierno" porque "algún día Maduro caerá". En síntesis, esperar y saber estar en el momento adecuado cuando venga la caída "del régimen". 

Las sanciones requerirían una entrada aparte porque son una política con "oferentes" y "demandantes". Es decir, una visión dinámica de las mismas. Lo que significa una oposición con fuerza para influir en ellas para que sean parte de una estrategia -como la entiende Golby, ya en le plano militar, como relación interactiva para influir a otro actor en sus "outputs"- donde la oposición tenga cierto control para que su empleo produzca el tan buscado "quiebre", la negociación, o que permitan el logro de objetivos tácticos, para avanzar a otros estratégicos. Que no es el caso de Venezuela. Las sanciones son un atributo único de los EUA. Es decir, imaginemos que la oposición G4 decide ir a las parlamentarias. Me atrevería a pronosticar que los EUA no quitarán las sanciones o alguna de ellas. Tampoco veo que la oposición tiene fuerza para negociar con los EUA un empleo estratégico de las sanciones. Simplemente les notifican, si les notifican.  

Como se dijo, esta entrada no es para hablar de las sanciones. Lo central del artículo es el comienzo. Es la anécdota de los chilenos que fueron a España para hablar con Felipe González, y mostrarle sus planes para derrocar a Pinochet. El español les aconsejó que como oposición "estaban atrapados en el fondo de un pozo", y que lo primero era "salir de ese fondo" y, no menos importante, luego "ampliar su influencia, paso a paso".

En esa anécdota está lo central para la oposición venezolana. En mi caso, no hablo de "salir del fondo del pozo", sino que la oposición debe reconstituirse desde casi 0, eso sí "paso a paso". 

Es curioso, pero la oposición regresó a una etapa que había sido superada. Ya se había superado el "fondo del pozo". Eso fue la MUD la que, en sus comienzos, tuvo el consejo de un chileno que en su momento, fue factor para "salir del pozo" en ese país: Genaro Arriagada. Es decir, la oposición venezolana ya había tenido su 1986. Hoy regresa a una situación pre-1986.

Sobre la oposición, hay demasiados análisis y no quiero ahondar en ese tema que para mi es trillado. Solo comento lo que a mi modo de ver son los tres errores que llevaron a la oposición a un estado tipo al de los chilenos cuando visitaron a González en 1986.

El primero, fue prescindir de la MUD. Había que hacerlo porque esta instancia no era funcional para una estrategia del "quiebre" ni para la hegemonía que buscaba Voluntad Popular, y tuvo éxito en imponerla al resto (hoy lucha por mantenerla). 

Sin embargo, al prescindir de ella -u otra instancia, si no se quería la MUD- se eliminó un espacio que era un centro de gravedad y de "checks and balances" dentro de la oposición para buscar posiciones de consenso. Influyó en el abandono de la MUD la matriz de opinión pública que sentenció que la "MUD es solo una alianza electoral" -aquí cabe la manida frase de Goebels, "una mentira repetida mil veces....", aunque esta mentira fue repetida un millón de veces- cuando no fue así en la vida real. Fue una alianza electoral, pero también un espacio para hacer política con políticos y equipos profesionales que no fueron solo un "plan país". Todo eso se desmanteló y la oposición perdió su centro de gravedad a cambio de algo que llaman G4.

El segundo, fue el abandono de la política electoral: no voy a extenderme en este punto, pero es similar al corredor que deja de correr. Pierde condiciones, aunque pueda recuperarse más adelante. 

La oposición está en una situación así, y creó su justificación para quedarse así y "no correr". Las "condiciones" son duras, sí, pero hoy tienen una función para justificar que no hay capacidades internas de movilización y organización. El gobierno reprimió, detuvo, e intervino partidos. Sí, es un grave hecho, pero la oposición tampoco creó o promovió una instancia la que, al menos, estudiara o planeara una futura o presente organización. Hoy se dice que "todos queremos votar, pero con condiciones". Sí, seguro, pero también la literatura en boicots electorales sugiere que también la oposición no va elecciones porque no se preparó, y una manera "elegante" de ocultarlo es "denunciando las condiciones". Creo es el caso de la oposición venezolana. 

El tercero, asumir un lenguaje tipo special agent de la DEA. La oposición cedió en su lenguaje político a uno de seguridad degradado, que si "malandros", la "corporación criminal", etc que tuvo el "efecto no deseado" de hacer irrelevantes a los políticos y al lenguaje político. Cuando éstos tratan de hacer un acto político, el mismo público que estimularon les cae encima y los regresa al lenguaje de agente especial de la DEA. De manera que no hay política, sino una operación de seguridad. Los "performativos" quedaron en manos de los expertos en seguridad, y los políticos se quedaron en una esquinita, por allá, con los "ilocutivos". 

No sé si hoy sea posible el trabajo de "salir del fondo del pozo" como lo sugieren Smilde y Lowenthal. Como también indica la literatura, en formas de gobierno autoritarias la fragmentación de la oposición es el default mode. También hay una inercia en la fragmentación y cada grupo avanza en su propia estrategia. A diferencia de otros años donde "salir del fondo del pozo" fue posible, observo que los agravios y las distancias son mayores, y no noto figuras reconocidas que puedan hacer el trabajo de sanar. A quien medio se "salga del discurso oficial de las gradas digitales", le disparan "a matar". Ayer, por ejemplo, leí que a Lowenthal le sacaron "un expediente" para el deporte favorito en Venezuela: descalificar porque dijo cosas que no gustan. Los famosos "argumentos" que tanto se piden en redes sociales, "brillaron por su ausencia".

De manera que el primer paso para "salir del fondo pozo" no serían tanto unas recomendaciones -valiosas, sí, algo hay que hacer- pero eso sería estirar una inercia y una agonía. El primer paso sería un encuentro entre diversos grupos de la oposición, pero no lo veo posible hoy. Mañana tal vez. Me luce que los grupos quieren vivir su propia experiencia de la "travesía en el desierto", del "trapiche venezolano" antes de llegar a un nuevo convencimiento sobre la relevancia de una reunión. 

Sí pienso que un primer paso viable ahora puede ser no una "hoja de ruta" -también el término está trillado- sino una hoja de "pre ruta". Es decir, qué temas o asuntos abordar para pensar en una "hoja de ruta". Tal vez esto sí se pueda hacer entre los diferentes grupos, y tener esa hoja allí, a la mano para cuando las condiciones permitan un abordaje más profundo para debatir cómo "salir del fondo del pozo".  

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