La renuncia de "Rafael Simón" o la ausencia de reglas políticas

 

 
Rafael Simón Jiménez renunció al CNE. En el país del tuteo, en donde "todo el mundo se conoce", y eso da status a nivel de las elites, "Rafael Simón" como lo llaman -aunque por lo que leo en redes sociales, parece que "los santos se le voltearon" desde que aceptó formar parte de la directiva del CNE- dejó su puesto en el ente electoral. Su estancia fue corta. 

Cuando en junio ocurrió el nombramiento, en mi análisis, dejé abierta la posibilidad para la renuncia de Jiménez, al ponderar que era el recurso de poder que tenía frente a un CNE con mayoría de representantes del gobierno. No sé si en privado planteó cosas que fueron negadas, amenazó con renunciar, no funcionó, y su renuncia la hizo en público como "costo de reputación para el gobierno".  

Me equivoqué en este escenario. En su renuncia, Jiménez no comentó nada de lo anterior, sino algo más mundano: que su estilo no es acorde a una posición como rector del CNE. Eso, dijo, le causaba ruido. Su renuncia no tuvo el ruido de “me voy por las irregularidades que he detectado” o “porque se monta un fraude para diciembre”, sino porque “hablo claro, y eso crea ruido en el CNE”. 

Sí creo que mostró mucho sus cartas frente a la rectoras del gobierno, y lo pertinente era ser prudente. Pero se ve que no es su personalidad. No conozco a Jiménez más allá de su presencia pública, pero cuando pienso en él, lo "primero que se me viene a la mente" es una persona para ir a La Huerta o La Estancia, y con unos buenos platos y bebidas, pasar toda la tarde y noche, conversando acerca de la "transición española" o sobre Eustoquio Gómez. Es lo que me transmite, una persona que "habla sabroso", pero creo que en el CNE eso es una desventaja, aunque en el mundo político y de las elites, es una ventaja eso de "hablar sabroso". Da un status de sabiduría que aquí respetan. No es casual que a esto se le oponga el famoso "diente roto" de Pedro E. Coll o sea lo que lo confirme, no sé. 

Ciertamente, el mismo Jiménez se definió como un "rector de la oposición" de forma abierta, y quizás esto generó murmullos dentro del gobierno y en la oposición. El abogado afirmó que con las 3 rectoras se llevó bien, pero que el problema está "en los centros de poder", para referirse al gobierno de Maduro. Tal vez por su estilo de "buen conversador" no se vio en ese puesto que es de alto y bajo perfil, pero lo esencial es de bajo perfil. Es un puesto que requiere maña, piel de cocodrilo, paciencia, capacidad política porque lo que en el directorio se logre, será más por habilidad y terquedad política que por "ser buen conversador".

Uno observa el silencio y lo taimada de las tres damas que representan al gobierno, y sabe que eso no se enfrenta con ser un "pico e'plata" de esos que encantan en Venezuela, sino con habilidad política. Tampoco se sabe si Jiménez hizo alianza con el otro rector no PSUV, José Luis Gutiérrez, para planificar cómo actuar frente a las 3 rectoras del gobierno. Siempre Jiménez se vio solo. Una suerte de estrella solitaria, de estrella para declarar, pero el trabajo era interno, en el directorio, que no da mucha noticia o aplausos en redes sociales. Más bien, es un trabajo de mucho desgaste, "come reputaciones" -si no eres del sector oficial- y es posible que "Rafael Simón" haya visto eso. Si es el caso, tuvo la honestidad de asumirlo e irse, y no seguir allí solo para "calentar una silla" y aprovechar el cargo.

Sin embargo, lo anterior no excusa a Jiménez. Que una persona que se precia de decir que está en la política "desde los 10 años", que conoce cómo es la política venezolana, se haya dejado seducir por ser del CNE en la situación actual para luego irse, le restó seriedad. Es posible que "Rafael Simón" haya sobre-estimado sus capacidades -muy común en los políticos venezolanos- y haya dado ese paso, que luego resultó ser un error. Si su vocación es política ¿Para qué se postuló? Debió quedarse en lo político.

La ida de Jiménez no es una buena señal para una elección venía y sigue cuestionada. El mayor costo es para el gobierno, quien quiere mostrar una elección que transcurre sin contratiempos. Con la renuncia de Jiménez, este clima de “armonía” se resquebraja, aunque cuando pensé sobre una posible renuncia de Jiménez en junio, lo veía con mayor ruido, con mayores consecuencias. Pero no. Como pasa ahora: un revuelo en twitter que dura como mucho un día, luego etiquetas y TT "nada que ver" que si "Colina" o "Yordano". Y hasta allí llegó el caso Jiménez. Las redes sociales también "naturalizan" hechos que sin este soporte, tal vez serían noticias de mayor impacto. Pero eso es otro tema.

La reacción del gobierno fue de cierta indiferencia ante el hecho. En mis escenarios sobre la renuncia, esperaba mayor respuesta del gobierno, pero no fue así. Se mostró como "si eso no me interesa". Fue un comportamiento astuto si se quiere, porque no le dio mayor importancia al hecho. No tuvo el "comportamiento de atraco" ni se "puso nervioso", sino que lo tomó con naturalidad; "¿Ah, renunció Jiménez? bueno, qué cosa", y el TSJ hizo una sustitución rápida, para que no hubiese algo como un "vacío de poder" en el directorio del CNE. De hecho, la noticia de la renuncia fue cubierta por medios oficiales "al momento de ocurrir". Incluso el canal 8, le dedicó varios minutos, pero en un tono nada de alarma o de cuestionarlo, sino "una noticia más". 

Se dice que Jiménez será candidato por lista nacional o que será otro aspirante a encabezar la esperada "transición". Todo lo anterior son conjeturas de las que no tiene mucho sentido desarrollar. Es evidente que quiere estar en el "candelero político" -su personalidad se siente cómoda en ese ambiente- y lo relevante para mi análisis es que mientras no tengamos acuerdos políticos o, al menos, reglas ad-hoc estables, casos como el de "Rafael Simón" se seguirán viendo. Sencillamente, las reglas políticas o el curso político del conflicto se construyen sobre la marcha, y por eso -entre otras cosas- la incertidumbre que caracteriza a la política venezolana. 

Otro ejemplo de esta "construcción de reglas políticas sobre la marcha" es el comunicado de la UE de fecha 11-8-20. Mi análisis inicial es que comunicó una suerte de toma y dame entre el gobierno y la oposición, mediado por Borrell. Cartas van y cartas vienen. El texto mostró que se avanzó muy poco -en la extensión en algunas fechas electorales, aunque sin especificar qué o cuáles- pero que todavía queda por hacer, si se quiere contar con el beneplácito de la UE. Ojalá se llegue a ese punto, pero lo interesante es que hay un proceso de conversaciones entre el gobierno y la oposición en esta materia. El comunicado habla de "parte de la oposición", pero tampoco especifica cuál. Si es la oposición G4 o la oposición que va a competir en las parlamentarias. También esto es interesante del comunicado, "entre líneas". 

Otro ejemplo es el tuit de Coronil Hartman del 10-8-11 en el cual afirmó -y subió una foto con Bernabé Gutíerrez- su "respaldo al proceso de refundación de AD". Por supuesto, los grados de "estómago en política" son variados y el juicio ético sobre su acción corresponderá a las personas, pero Hartman hizo una movida política. A simple vista, creo que su apuesta es a ser parte de esa "refundación" y tener presencia política. Ya había hecho "un nombre" en tuiter -donde ser "alguien" es relativamente económico- y su carta fue ser de la "oposición dura" -muy celebrada en esa red social, tanto la de modales como la que no tiene modales- luego publicó un comunicado -cuando eres "alguien" tienes ese derecho, el "derecho" al famoso "A la opinión pública"; las grandes referencias "sensatas" de Venezuela- en el cual llamó a participar en las parlamentarias, y ahora da este paso político para apoyar a la AD designada por el TSJ.

Le saldrá bien, le saldrá mal su movida a Coronil, el tiempo dirá. La renuncia de "Rafael Simón" le rendirá resultados o no, el tiempo responderá. El toma y dame gobierno-oposición mediado por la UE rendirá frutos, el tiempo lo validará. Lo cierto es que estamos en tiempos políticos -alta y baja política al mismo tiempo- pero tiempos de poder. Y mientras no se construyan o definan marcos de relaciones políticas que regulen el conflicto, tendremos este tipo de situaciones. Que no necesariamente significa que sea algo "malo" -hay un canal para el conflicto, informal- pero que sí puede tener al país en una suerte de "evolución en la evolución" sin solución de continuidad, que tampoco será bueno para Venezuela.

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