La Declaración de La Moneda
El día 15-9-08 se realizó la Cumbre de Unasur (Unión de Naciones del Sur) en Chile, con la asistencia de 12 presidentes, para tratar el caso de Bolivia, y emitió la Declaración de La Moneda, importante documento porque coloca en su justa dimensión los alcances de la influencia del gobierno de Chávez en la región.
Esta instancia supra-nacional fue creada por los países del Sur en mayo de 2008 en Brasil, y la Presidencia Pro Tempore la ejerce la mandataria de Chile, Michelle Bachelet.
El área internacional no es un asunto de mi experticia, ya que me centro en la política doméstica venezolana. Sin embargo, como se sugirió en la entrada de este blog "La debilidad se internacionaliza" (17-9-08), la política nacional de Venezuela se entiende mejor, si se ubica dentro de una dimensión más amplia de política exterior.
Como se sugirió en el artículo citado, el Gobierno de Venezuela necesita más del apoyo externo para sostenerse internamente. Esto, para poner un "precio" a la eventual crisis del gobierno de Chávez, causado por su incompetencia, radicalización, y corrupción. Es hacer a otros países "solidarios" con lo que le pase al gobierno. Por esto el viaje de Chavez, otra vez, a países que visitó -salvo China- hace menos de tres meses: Rusia, Francia, y Portugal.
No había terminado de bajarse del avión en Beijing y declararse maoísta, cuando la Cancillería china emitió una declaración en donde puntualizó que la relación entre el país asiático y Venezuela, "Es de Estado a Estado, no tiene fines ideológicos, y no va en contra de un tercer país". Tampoco el gobierno chino ha hablado sobre el anuncio de Chávez, de comprar 24 aviones militares. En otras palabras, China marcó distancia con el gobierno de Chávez, con la afirmación que es una relación entre países, con intereses, nada más. Vamos a ver qué pasa en Rusia, y lo clave será si se concretan los acuerdos de armas por los que Chávez va -en la creencia que si le compra más armas a Rusia, éste país estará ligado más al devenir político de Venezuela- y si Rusia conviene en que Venezuela sea su puerta de entrada a la región, como se lo ofreció Chávez, en entrevista dada a medios rusos el día 21-9-08.
¿Cuál es el valor político de la Declaración de La Moneda?
La Declaración ayuda a Chávez, en tanto que uno de los temores que le quita el sueño –el “separatismo” o la posibilidad que su poder sea cuestionado a través de movimientos regionales, lo que él llama la "revolución naranja"- es rechazado de forma clara en el documento, y éste introduce un término novedoso, que puede estarse adelantando a lo que perciben los presidentes en la región, “golpe de Estado civil”, y lo que está detrás de este término son las rupturas o cesiones territoriales, que es el fondo de la Declaración. Esta diferencia es relevante.
Siempre se había hablado de "golpe militar", pero no recuerdo el término de "golpe civil", sí de movilizaciones sociales, rebeliones populares, o movimientos civiles. Lo civil, ahora, se relaciona con "golpes", con lo que los Jefes de Estado parecen comunicar que lo relevante es que se rompa el "hilo constitucional" en un país; la estabilidad, y menos la legitimidad de quien actúa, si es civil o militar. Es decir, al hablar de "golpe de Estado civil" se equipara a "golpe de Estado militar", con lo que movimientos sociales que cuestionen al poder, enfrentan el riesgo de ser etiquetados como "golpistas", cuando en otros tiempos, podían llamarse "rebeliones civiles". Una diferencia de significado importante: el último, podía ser visto como liberador. Ahora, se evalúa como subversivo.
En este sentido, Chávez se ve favorecido, ya que acciones tipo separatistas o “revoluciones” tipo Yugoslavia o Ucrania –que era la línea de la oposición en Venezuela durante 2002-2005; la idea que la "sociedad civil" sacaría a Chávez, y lo sacó el 11 de abril de 2002- pierden vigencia y no serán aceptadas por la comunidad del Sur.
Lo anterior plantea un asunto de fondo a debatir ¿Dónde termina la movilización civil y dónde comienza el "golpe de Estado civil"? Las movilizaciones sociales no se decretan, son comportamientos colectivos espontáneos, de manera que si la gente decide salir a la calle por una causa justa y tumba a un gobierno ¿Es un golpe de Estado? Es una pregunta que deja abierta la Declaración de La Moneda
¿Cómo queda una movilización tipo 23 de enero de 1958, en este nuevo contexto? ¿Es un “golpe de Estado civil” o una rebelión popular?
En el otro lado, Chávez pierde, porque la Declaración reconoce el “irrestricto apego a los derechos humanos”, de manera que también obliga a los gobiernos a actuar de manera democrática y constitucional. Ya la expresión “golpistas” que tanto usa Chávez, tampoco tiene aceptación. Si tumbar un gobierno por la vía civil no tiene apoyo, el uso del término golpistas tampoco tiene vigencia. Si no existe uno, tampoco existe el otro.
En síntesis, la Declaración de La Moneda sugiere que se aceptan los conflictos dentro de un país, pero no al precio de tumbar un gobierno o de cortar el territorio, y que los conflictos deben ser manejados de manera constitucional y democrática.
Lo anterior, en el plano internacional, le pone un freno a sectores de la oposición que todavía sueñan con sacar al gobierno con una movilización militar, pero también al gobierno: no puede excluir o pretender uniformar a la sociedad en una doctrina. En este continuo, es donde se darán los conflictos del futuro en los países del Sur, y la Declaración avizora que los países vivirán momentos de tumultos, que se buscan sean canalizados por medios constitucionales. De manera que el juego político va a ser duro, pero no podrá salirse del marco de la institucionalidad. Esto abre otra línea de reflexión ¿Cuál institucionalidad?
Para un gobierno, es más fácil hablar de ella, porque la línea es más clara: el mandato constitucional de un Jefe o Jefa de Estado. Para la sociedad, la línea es más difusa, porque no hay una línea como un mandato presidencial. Por ejemplo, una política de exclusión dentro de un país -como la que aplica el Gobierno de Venezuela- ¿Quién la califica de anti-democrática? ¿La expulsión de Vivancos -una acción anti-democrática, brutal, y chovinista del gobierno- es para Unasur una acción que vulnera los derechos humanos o un asunto de política interna?
Aquí está el punto clave: cuál es el límite que puede tener un gobierno para acorrarlar a una sociedad, sin que eso se acepte porque es "un asunto interno". Hoy ese límite, cuando no funcionan las instituciones, es la movilización de la sociedad ¿Lo validará Unasur, en caso que ocurra? No parece. Qué pasa si en Venezuela, por los abusos del gobierno, la sociedad hace uso del artículo 350 y lo desconoce ¿No será aceptado por Unasur ese movimiento social? En este supuesto, se está en un asunto de hecho, que podrá atajar -como pasó en Bolivia- pero se le puede ir de las manos ¿Pedirá que Chávez regrese al poder o no reconocerá al nuevo poder que nazca de esa situación?
La Declaración de la Moneda supone que en los países existe división de poderes y pesos y contra-pesos institucionales, por lo que el supuesto de movilizaciones no existe, porque hay instituciones capaces de canalizar conflictos. Si no hay instituciones, como es el caso de Venezuela ¿Qué se hace? ¿Aceptar un gobierno no democrático en nombre de la democracia y de los asuntos internos? ¿Se le puede pedir a un pueblo resignarse en aras del principio de mantener el "hilo constitucional"?
Son preguntas en interrogación, porque la tendencia sugiere que el golpe militar quedó en el pasado. Las diferencias ahora se resolverán por la movilización social, en caso que los mecanismos de consenso no funcionen, o por el conformismo, si una de las partes es muy poderosa y se impone sobre la otra, que es lo que trata de hacer el gobierno de Chávez en Venezuela, y buena parte de la comunidad internacional se hace la vista gorda, porque no le interesa o porque no puede hacer nada.
De aquí que Unasur, ante esta disyuntiva, acepta la “política de la disputa”, pero no la “política de la desintegración”. Hacia allá va la región, y Venezuela no será la excepción.
Para decirlo en palabras del finado Gonzalo Barrios, el fondo de la Declaración de La Moneda, es que ante las tensiones irreconcialiables dentro de un país, no valen golpes ni secesiones territoriales, pero sí las "trompadas estatutarias", dentro del marco de la Constitución de cada país.

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