No hay cheques en blanco

 


En la entrada anterior que analizó el documento de la CEV de fecha 11-8-20, comenté que ese texto es como el "buque insignia" de una tendencia que observo en la sociedad civil: actuar con roles políticos, pero sin pretender desplazar a los políticos propiamente. 

Ya no hay "cheques en blanco". Es sano, porque puede indicar una separación de la sociedad civil del mundo político, no porque vayan por caminos separados necesariamente, sino porque la autonomía de las dos esferas permite mayor discusión y pluralismo, necesario en estos momentos. Ya se acepta menos el "bajar línea". Lo más, es un prudente silencio cuando los grupos políticos no quieren que se hable de tal tema. La defensa de algún punto polémico, queda mayormente en manos de "influencers", "empty vessels", y periodistas y medios de determinados grupos políticos, cada día más visibles.  

Que entre la esfera política y la esfera civil exista tensión no es nuevo para la ciencia política. Para la vida de Venezuela, es una lucha permanente. Se criticó que con AD-Copei los partidos influenciaron hasta la "elección de las reinas del liceo". 

Con el chavismo, la noción liberal de sociedad civil fue rechazada. No solo se ridiculizó que se hablara de sociedad civil -se dijo que era "sifrino"- sino se le opuso la idea de "pueblo", que no necesariamente están opuestas porque el pueblo de la Ilustración perfectamente cabe en la sociedad civil de Habermas, en el espacio de la opinión pública, por ejemplo.  

Pero para el chavismo, es el ciudadano-militante encuadrado dentro de una doctrina política con una racionalidad técnica (el partido, el poder, la "revolución"). Es el "cuadro" que está entre la cúpula y la base. 

En la oposición, la sociedad civil son notables que construyen la opinión pública. O mejor dicho, ellos son la opinión pública. Sus voces automáticamente son verdades, respaldadas por la autoridad que le otorga una audiencia cautiva y de amigos. Estos notables negocian con el mundo político en nombre de sus organizaciones, determinadas líneas políticas que se convierten en los consensos que se "bajan" a la sociedad. Si para el chavismo es el "cuadro", para la oposición es el "difusor" o el "influencer".

Me parece que estos esquemas de relación política-sociedad civil tocaron techo. Principalmente, pienso que la crisis ha hecho que los grupos no solo sean "grupos en sí" sino "grupos para sí", en la medida que una realidad sumamente adversa los llevó a identificar sus verdaderos intereses, su naturaleza; el descubrir por qué hacen lo que hacen, y salir de una "mecánica de vida" o rutina por la que hacen lo que hacen (o lo que hacían). Hoy se asumen a plenitud de su propias tareas, lo que les da más autonomía y autoridad. Creo que la crisis venezolana tuvo como efecto no deseado que organizaciones y ciudadanos que están en Venezuela, encuentren las razones para seguir en Venezuela, que no son las tradicionales ("el mejor país del mundo", "por las empanadas", etc).

En términos de un enfoque muy conocido en psicología social -la disonancia cognitiva- al no existir la "justificación externa" -poder migrar es una, por ejemplo- queda encontrar las razones internas para explicar por qué se hace lo que se hace. En otras palabras, si te quedas pero pudiendo salir, debe ser por alguna razón interna: responsabilidad, deberes, valores, etc. Creo que las organizaciones de la sociedad civil llegaron a este punto, y eso cambia la manera de ver las cosas de forma cualitativa. Es como una suerte de mayoría de edad. 

En el chavismo, está una disidencia que tiene diferentes motivos y tonos. No es lo mismo la disidencia del PCV que la del PPT. Pero todas coinciden en algo: el "proceso" como va, no tiene "contrapesos". En las redes sociales del chavismo, observo que un tema que mueve es la corrupción o excesos en el poder. Por ejemplo, los mensajes que le escriben al fiscal Tarek Saab cuando informó la detención de agentes del Faes, acusados de asesinar a dos "periodistas comunitarios". Esa discusión mueve mucho las redes del chavismo. O el rechazo a la idea de Maduro de arrancar las clases en octubre, incluso de "chavistas prominentes en redes sociales". 

Carlos Azpúrua quien está en el "PPT crítico", habló en el programa "Vladimir a la carta", sobre la necesidad de tener un "contrapeso revolucionario", expresión que parece un oximoron porque una revolución como la entendemos convencionalmente engulle todo, salvo que la idea de Azpúrua sea una "revolución" en el sentido original de Arendt, de "restauración". Luce descabellado, pero Azpúrua puso como ejemplo del "contrapeso revolucionario" investigar las denuncias sobre el Arco Minero desde la AN que se elegirá el 6-12-20. Quizás el cineasta tenga en mente el contrapeso parlamentario en los congresos de la democracia, porque él fue diputado entre 1989 y 1993. Tal vez quiera "restaurar" ese sentido del contrapeso.

En la oposición, también grupos de la sociedad civil hacen valer su personalidad. En una nota escrita por Maru Morales y publicada en el portal Crónica Uno de fecha 13-8-20, la periodista describió el rechazo de organizaciones de la sociedad civil a la forma cómo la oposición G4 planteó la discusión sobre un documento de estrategia. Una de las críticas que resaltó más en el reportaje, es que se llamó a las organizaciones para presentarles cosas ya acordadas, y para "bajar línea". Los grupos consultados en la nota rechazaron que su función como grupos de la sociedad civil sea "recibir línea".

Si esta tendencia será firme, no sé. En Venezuela, las cosas van y vienen. Aparecen y desaparecen. No sabemos si en este caso aparecerán los famosos "componedores de la comarca", muy diestros en aplacar cualquier intento para diferenciarse o tener algo de autonomía, sin que eso implique rupturas. Pero todo lo quieren "atado y bien atado". Así que no sabemos si los actores políticos harán concesiones a estos grupos para "metabolizarlos", o la sociedad civil mantendrá su personalidad. 

Pienso más en lo último por lo dicho al principio. La crisis llevó a que se desarrollaran. Antes que los políticos hablaran de "crisis humanitaria", ya Cáritas o Acción Solidaria tenían camino trajinado en el apoyo a personas víctimas de la crisis causada por las políticas del gobierno, pero catalizada por la estrategia de "fractura" de la oposición.

Lo anterior no plantea una lucha entre la sociedad civil y la sociedad política. No es lo que quiero decir. Lo que se plantea es que la segunda reconozca el espacio de la primera, y no la vea como un "hermano menor" sino en términos de igualdad. Se busca el reconocimiento al espacio civil como propio para adelantar iniciativas, que son autónomas de lo político, por lo que este sector no puede ni debe "bajar línea". Ya se paga un precio por la crisis. 

Muchas de las organizaciones han tenido que vérselas cara a cara con el gobierno o ellas mismas negociar directamente con el sector público para adelantar sus programas, al margen de los actores políticos. Incluso, tal vez hayan mediado a favor de actores políticos. Se sienten que han podido avanzar solas y resienten que se les vea como "acata línea" o que se les oculten cosas, aunque deben dar la cara al público. Por ejemplo, que la lucha es "pacífica", pero de repente, aparece un 30 de abril en La Carlota o un 3 de mayo en Macuto, y todo el mundo se desentiende. En este sentido, sí parece que ya no "hay cheques en blanco".

Igual en el chavismo. En mi análisis, le dio un "cheque en blanco" a Maduro hasta la ANC de 2017. Allí observé que el chavismo realmente votó con entusiasmo. Pienso que la apuesta fue que las cosas serían diferentes con la constituyente. No fueron. Maduro no cambió, y lo que hizo fue consolidar la estructura del poder político. Pero más nada, junto a la apuesta que las personas soportarían la crisis con el Clap.

La base chavista siempre me ha parecido crítica en el sentido que tiene unos valores que son autónomos del chavismo en el poder. Es decir, el chavista valora la "soberanía", por ejemplo, al margen que sea un discurso de los voceros políticos. Y justamente de esta manera de pensar, parte la crítica doctrinaria a Maduro que se lee en redes sociales, principalmente en el tema económico. No para que modere -la base chavista que se manifiesta en redes sociales es "radical" en lo económico- sino para que "profundice la revolución", lo que lleva a otra sorpresa, que es ver a Maduro construirse como alguien "de centro", amigo de los productores "regionales y locales", pero capitalistas al fin y al cabo. 

Visto así, luce interesante el panorama político venezolano. Una mayor autonomización civil en un contexto autoritario puede parecer difícil o poco probable. Creo que en Venezuela se da. No sé si sea sostenible. Puede haber una reacción "conservadora" y "colorín, colorado, este cuento se ha acabado". Con las notables diferencias del caso, una lógica tipo Hungría 1956 o Checoslovaquia 1968. Por supuesto, tengo claro que esta autonomización se da dentro de un sistema, pero que busca su espacio, como dejó ver Ilenia Medina del PPT-Sistema en el programa "360°" de VTV del día 28-8-20. La pugnacidad dentro del mundo oficial.  

No será Hungría ni Checoslovaquia, pero sí una relación política más de duro debate, menos obediente dentro de un sistema político. Su desafío será ver si lo puede cambiar.

Al margen de lo que suceda, si avanzamos a una política más contenciosa, eso le dará forma al conflicto político y si se lleva con criterio de no desborde, ayude a construir una alternancia de abajo hacia arriba o en el lenguaje de la oposición, una "transición desde abajo" y no "desde arriba", que es lo que ha buscado desde 2014.

En resumen, un cuerpo social y político con mayor dinamismo, donde no habrá "cheques en blanco". No gustará a los que tienen escenarios y un discurso "empaquetado" porque "vienen del futuro". Pero éste se construye en el presente, y el presente es contingente. El conflicto político venezolano toma otras coordenadas.

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