Artículo escrito el 2-11-24
Cuando el 21-10-24 se informó sobre la detención de Pedro Tellechea, quien fue presidente de PDVSA, me planteé -y mi oficina a los clientes en sus informes de análisis- tres hipótesis por qué fue apresado: el motivo dado por el militar (la salud), un “El Aissami parte II”, y un pase de factura por comunicar y tener un perfil gerencial que no es común dentro del chavismo.
En un país democrático y con poderes independientes esta
detención hubiera sido un revulsivo para el sistema político porque afecta nada
más y nada menos a su principal industria, la petrolera. Pero Venezuela es un
sistema autoritario. En la AN no ocurrirá nada. En tiempos de AD-Copei,
seguramente una gran discusión y debate como fue en su momento. PDVSA -junto a
la CVG- era altamente vigilada. Se hablaba del “Estado dentro del Estado”. Se
investigó -y fueron verdaderas noticias- desde los “petroespías”, pasando por
la situación con Pequiven en El Hornito, hasta las famosas “colitas de PDVSA”
que llevó al entonces candidato presidencial Hugo Chávez a ofrecer la venta de
los aviones del Estado.
Hoy no sucede nada. Un anuncio nada más. Un comunicado de la
fiscalía, la comidilla en tuiter, y el caso se sustituye por otro. Se olvida.
Ni siquiera sabemos la situación jurídica de Tellechea. En un país que busca
chivos expiatorios, a los sacrificados -con motivo o no- no se pregunta por sus
derechos. Simplemente son “expendables” para complacer a un público amargado,
en “ambos bandos”, que quiere sacrificios y destrozar personas.
Para justificarlo, desde el gobierno se dirá que Maduro “es
el primer presidente que lucha contra la corrupción de verdad” y, desde la
oposición, seguirán obsesionados con su teoría del “quiebre” y la captura de
Tellechea es otro indicador de las “fisuras en la coalición dominante”. Nada
más se dirá. La oposición no interpelará a la sociedad para preguntarle lo que
significa que ahora PDVSA sí es una verdadera “caja negra”, ni el gobierno
revisará sus sistemas de gestión que promueven la corrupción. Lo verá como algo
de “personas no suficientemente revolucionarias”. Echará el cuento de Chávez
sobre el “látigo de la contrarrevolución”.
Venezuela no se estremece con nada. Su aspiración es llevar
su vida tranquila, en la “paz autoritaria” que tanto indigna a cierta
oposición, pero cómo la aprovecha. No se movió con la muerte del activista de
VP, Edwin Santos, no para hacer barricadas ni nada de eso sino, al menos, para
interpelarse, cuestionarse, preguntar o demandar una investigación
independiente. Al menos estremecerse. No desde tuiter. No creo en las versiones
dadas, ni la del gobierno ni la de la oposición. Más bien lo que pensé cuando leí
la noticia y cómo se presentó -la lucha por las narrativas- es el triste
destino de la memoria de quienes mueren o son apresados por alguna causa
política. Ser tragados en una polarización -palabra que molesta a cierta
oposición, desde la comodidad de tuiter, claro- para ser cosificados. Para ser
instrumentalizados dentro de un conflicto político. No tengo miedo a morir por
razones políticas, pero no me gustaría para nada ser instrumentalizado y usado
en una lucha de poder en nombre de “mi memoria”. No, gracias. Antes estaba
dispuesto -como los del secret service del presidente de los EUA- “to take a
bullet” por dirigentes de la oposición. Hoy no. Ni de lejos. Por una idea,
todavía tengo la disposición para tomar esa “bullet” si es preciso.
Tampoco removió la insólita detención y desaparición forzada
del comunicador Nelín Escalante. Lo secuestraron en un centro comercial. Salió
como noticia. Algunos periodistas demandaron su paradero. Habló su hija. Lo
soltaron. Nadie sabe por qué fue detenido. Ninguna autoridad con el coraje -tan
valientes que son para desafiar con frases tipo "se arrepentirán",
como cierta oposición para destrozar reputaciones de algunos, porque saben con
quién meterse- para decir por qué lo apresaron. Simplemente desapareció y
apareció. En Venezuela la represión del Estado creó las “mini desapariciones
forzadas” o las “desapariciones forzadas instantáneas”. Tampoco este caso fue
motivo para interpelarnos o enfurecernos.
A pesar de nuestra cachaza republicana de la que estamos muy
orgullosos, examino la detención de Pedro Tellechea ¿Por qué fue apresado y qué
implicaciones tiene?
Los medios cercanos a la oposición con una interpretación
pobre de las dinámicas internas del chavismo para explicar la captura del
militar. El País con la tesis que “Maduro se atrinchera” porque se queda sin
leales, producto del 28 de julio. Se juega con la idea de un Maduro que se
queda solo en “su bunker”, cerca “de la caída” que se espera sea el 10 de
enero. No le arriendo ganancia a este escenario. La vida interna del chavismo
es más compleja. El País igualmente yerra con el análisis de la respuesta chavista
a Brasil. Señaló que es en un tono que sobrepasa incluso los estándares del
chavismo. Parece que el medio de España comienza a conocer al chavismo, por dar
una interpretación zanahoria porque creo que también quedó atrapado en la tesis
del quiebre.
Llama la atención que, a pesar de que el chavismo es
gobierno desde 1999, la oposición no conoce a su adversario ni parece
importarle o molestarle para hacerlo. Solo repetir la tesis del “quiebre” o de
“los costes” como si fueran de aplicación automática. Por ejemplo, leo que
María Corina pidió a Italia “aumentar el costo a Maduro para permanecer en el
poder” como si fuera un decreto. Un botón que Italia aprieta y “suben los
costes de permanencia en el poder”. Se hace la magia: al subir “los costes” Maduro
lo notará, y “se convencerá que le conviene negociar una transición pacífica y
ordenada”. Y ya: wash, rinse, repeat. La oposición puede pasar de lo más
tranquila otros 25 años con sus tesis del fracaso político.
No me extrañaría que la oposición en la época en que se
aseguraba que la tierra era plana hubiera sido un “guardián de esa verdad” a
pesar de que los hechos probaban lo contrario. Hubiera tenido en ese entonces
también su “batallón para destrozar personas y reputaciones” para asegurar el
“orden político” -con la hoguera seguramente- y todos repitieran que “ahora sí
que vamos a probar que la tierra es plana”, como pasa con la teoría del
quiebre. “Ahora sí la vamos a probar”, pero para el 10 de enero de 2025. Esto
no tiene remedio. Seguirá en su tesis del quiebre en la grandiosa vida que
lleva la oposición.
De las tres hipótesis para explicar la detención de
Tellechea, se acercó la número 2 aunque no fue el motivo para su detención.
La fiscalía informó en su comunicado del día 21 de octubre
que “(…)en la madrugada del día de ayer -domingo 20 de octubre, N. R-
ha sido detenido luego de una exhaustiva investigación científica, Pedro
Tellechea Ruiz, junto a sus más inmediatos colaboradores, por la comisión de
graves delitos que atentan contra los más altos intereses de la nación.
“Entre las diferentes causas que se le siguen, se
encuentra la entrega del Sistema de Control y Mando Automatizado, conocido como
el cerebro de PDVSA, a una empresa
controlada por los Servicios de Inteligencia de Estados
Unidos, vulnerando así todos los mecanismos legales y nuestra soberanía
nacional.
“El fiscal general Tarek William Saab indica que estas
acciones del Ministerio Público se han realizado en estricto apego a la Ley,
con la plena cooperación constitucional del presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, en la permanente batalla por la
defensa de la integridad institucional del país”.
Básicamente Tellechea salió no -o menos- por corrupto que
por algo que el gobierno consideró sumamente grave y, la verdad, es extraño.
Firmó acuerdos con la empresa SAIC para el manejo informático de PDVSA. Digo
extraño porque esta firma de los EUA el gobierno la vinculó al paro petrolero
de diciembre de 2002, a través de su filial Intesa (“el cerebro de PDVSA”).
No entro en el análisis si, luego de más de 20 años, con una
PDVSA en teoría en manos del Estado, no podía contratarse una firma desde el
punto de vista comercial, aunque haya tenido su pasado. Tampoco abordo el
impacto de la variable generacional. Es decir, 2002 es un recuerdo. Tal vez
muchos de los que trabajan en PDVSA hoy nacieron ese año. No son la gerencia,
pero pueden ser empleados medios y a lo mejor no notaron nada extraño con SAIC
porque la historia de 2002 ya es muy lejana para quienes, a lo mejor,
procuraron la contratación de la empresa.
Pero incluso puede pasar en la directiva. El nuevo
presidente de PDVSA tenía 19 años en 2002. El tiempo pasa. Ultimas Noticias
señaló que también es investigado ¿Infiltrado, corrupción, o un señor que
contrató una firma “maldita” para la cúpula chavista? pero no para alguien que
tenía 19 años en 2002 porque simplemente la historia del paro es lejana y SAIC
es apenas una referencia.
Lo anterior me puso a pensar. El factor generacional hay que
incluirlo en los análisis políticos para explicar toma de decisiones.
Simplemente pesa el factor tiempo. La variable edad es una constante en el
sentido que no se ve -nos vemos viejos cuando vamos a espejo, pero fuera,
pensamos que la edad es una constante y “forever young”- pero está allí e
influye. A lo mejor las nuevas generaciones de PDVSA no ven nada particular con
contratar con una firma como SAIC porque el paro de 2002 ya es un recuerdo muy
lejano.
La tesis del paro de 2002 como explicación para la salida de
Tellechea fue reiterada por Diosdado Cabello en una rueda de prensa del 22 de
octubre. Creo en los motivos del ejecutivo para sacar a Tellechea. En lo que
Cabello manifestó acerca de SAIC. A lo mejor Maduro intuía corrupción o un
ministro que cedió a elogios, pero lo de SAIC posiblemente no lo notó. Sin
embargo, encendió las alertas del gobierno para investigarlo y llegó a la
conclusión que presentó para removerlo del gabinete, aunque Tellechea fue
designado en agosto como ministro de industrias.
Llama la atención qué le pasó realmente a Tellechea en la
mente. Incluso chavistas se lo preguntaron. Por supuesto, también qué pasó en
el ejecutivo. Portales chavistas informaron que hizo lo mismo con el “cerebro”
de Pequiven, pero en 2021. Es decir, pasaron 3 años para que el gobierno se
enterara. Ahora sale con que “contrató con abogados del uribismo”, que puede
ser real o justificaciones para explicar el caso. Los motivos ex post pero
¿antes no lo vio?
Para abordar lo que pasó en PDVSA caben dos explicaciones
vinculadas a Tellechea y una tercera pero relacionada a Maduro.
Las relativas al coronel son las siguientes. Comienzo con la
sencilla. La del ejecutivo. Es un infiltrado. Siempre lo fue. Es la tesis que
Cabello presentó en la rueda de prensa del 22 de octubre. Tellechea lo que hizo
fue mimetizarse y colarse en las alturas de la escalera chavista al mostrarse
como una persona competente. Una vez arriba, comenzó a entregar información,
pero en PDVSA nadie hizo algo si lo sospechaba por el miedo a repetir un
“Aryenis y Alfredo”. Simplemente ante el terror de la represión del Estado por
denunciar manejos dudosos de la gerencia como hicieron esos dos trabajadores de
PDVSA, se dio el silencio de quienes eventualmente sospecharon por miedo a
tener el mismo final de los dos trabajadores de la industria (se tuvieron que
ir a España). Tellechea siguió por su cuenta hasta que alertó al gobierno y con
esto entro al segundo motivo. Pienso que el militar alertó al ejecutivo
indirectamente, pero éste no sabía lo de SAIC o no lo vio tan claro, pero las
señales del exministro lo llevaron a profundizar en lo que sucedía y llegó a lo
de SAIC.
El segundo motivo es que Tellechea se labró una fama de
persona sencilla y competente. Se recuerda el famoso video en tuiter en que el
militar fue despedido por los trabajadores de PDVSA cuando fue designado
ministro de industrias. Un perfil gerencial que no va con el chavismo, pero
ascendió con ese estilo. Fue reconocido por eso. Hasta Cabello afirmó el día
22-10-24 que Tellechea pasó de “gerente exitoso a traidor”. Admitió esa imagen
de gerente.
Aquí viene mi hipótesis para explicar qué sucedió con
Tellechea. Posiblemente el coronel se mareó con esa fama -ascendido a ministro,
más cerca del poder político- y comenzó a pensar tipo El Aissami: construir una
base independiente de tipo político y económico porque se creyó los elogios
porque también tuvo un plus distinto a otros funcionarios del ejecutivo. De los
pocos que se reunía con Chevron o con empresas fuera de los países aliados del
gobierno, por la naturaleza de negocios de PDVSA. Tenía que hacerlo. Es decir,
tuvo un roce menos ideológico y el militar nunca fue ideológico o comisario
político en su comportamiento o en su discurso. Agarró roce social con visiones
distintas a la de los “camaradas” más centrados en la ideología y menos en la
gestión o en ser competentes. No se asciende en el chavismo por ser eficiente
sino por ser leal, decir consignas, y saber cómo adular a la cúpula.
Pudieron ocurrir dos cosas. O Tellechea fue un gerente
ingenuo en el sentido que se fue acercando a empresas de países adversarios
porque podía hacerlo -el gobierno las necesita, por lo que volver a contratar a
SAIC no levantó sospechas o no fue visto como “algo malo”- pero adquirió
valores y prácticas distintas a las que el chavismo promueve, y fue sacrificado
al creerse que podía ser la persona para moverse con los países no amigos del
gobierno justamente por tener ese roce social. Jugó a ser “imprescindible” por
su fama de competente, y se quemó en el intento. La dirección chavista no
acepta “imprescindibles”. Si alguien se ve así, es una señal rápida para que
sea removido de cualquier puesto.
Lo otro es algo más consciente por parte del militar.
Tellechea engañó a Maduro con la imagen de “sencillo y gerente” y aprovechó
para construir su base económica con aspiración política. Por ejemplo, portales
cercanos al mundo oficial destacaron que durante la gestión de Tellechea se
firmaron acuerdos con firmas no de países aliados sino de UK pero involucradas
en sobornos en países petroleros.
Mi hipótesis no apunta a que Tellechea haya sido un
infiltrado a pesar que salió por lo de la contratación de SAIC. Mi hipótesis se
acerca a que el ego lo llevó a verse como capaz de tener una influencia propia
y pensó que la imagen de “muchacho humilde y competente” no lo pondría en la
lista de sospechosos porque en PDVSA había resultados y eso complacería al alto
gobierno.
Empero, como con el caso El Aissami, tengo la misma duda. Si
el coronel pensaba terciar en política para hacer peso al gobierno o ser un
poder equivalente, aunque informal, o simplemente tener poder, la parte sensual
del poder. Un tipo competente, celebrado por todos, pero con una esplendorosa
vida a lo El Aissami que calculó que el gobierno aceptaría o no lo notaría. La
cúpula chavista no acepta poderes paralelos que no sean los de la dirección o
los del “alto mando político militar de la revolución”. Si existe algún poder
paralelo o percibe que puede haberlo, actúa de inmediato y lo acaba. Son “las
reglas del poder del chavismo”.
Aquí entra la hipótesis relacionada a Maduro. Este no parece
supervisar mucho a sus funcionarios. Les da la confianza, y éstos hacen lo que
consideran a su entender con lineamientos básicos. Si se salen de la línea como
Tellechea, son removidos, pero previamente no hay una supervisión que evita
hechos corrupción o incompetencia. El presidente solo acuerda con sus
funcionarios los lineamientos generales y políticos, y deja hacer, sin
molestar.
Lo anterior tiene una ventaja y una desventaja. Si la
persona es competente y consecuente, tiene libertad para lograr una buena
gestión, porque Maduro la permite. Si no, es la libertad para corromper o ser
corrompido. Escapa a este artículo si realmente el chavismo premia ser
competente como gestión, no político, lo que sí lo premia. Un “tira coñazo” que
cite al Ché ascenderá más rápido que una persona que, digamos, tenga una noción
sobre el sistema eléctrico o de agua. El chavismo ve la gestión como algo neoliberal
o de “gafitos”. Le gusta lo duro. Es decir, los grita consignas.
Me llamó la atención ver, por ejemplo, en el programa de
entrevistas que el periodista de VTV Julio Riobó tiene, una entrevista a un
niño promesa del chavismo en los cuadros estudiantiles. Con mucho orgullo, el
niño le habló de un libro sobre Robert Serra. No cuestiono sus gustos políticos
-aunque si fuera niño promesa leería otras cosas- pero ojalá hubiera hablado de
un libro sobre gerencia o gestión así sea del “modelo chino”. Estoy seguro que,
si es lo segundo, no asciende dentro del chavismo. En Venezuela se premia la
incompetencia si es leal (el gobierno) o si tiene “dignidad” (la oposición).
No es casual -ya lo hace menos- pero una queja de Maduro es
que sus ministros no se comunican con él, no le envían mensajes, o “me dejan en
visto”. Es algo que le molestaba, pero no era el de tomar la iniciativa para
preguntarles qué hacían, posiblemente para no rebajarse como presidente en el
sentido de tener que estar detrás de un ministro y no al revés.
Probablemente muchos funcionarios lo saben y lo aprovechan
para hacer cosas corruptas o políticamente no aceptables para el chavismo como
es la situación presente con Tellechea. Pero aun así es llamativo el poco nivel
de supervisión o contacto de Maduro con sus funcionarios, que no sea en actos,
en TV, o por vía de redes sociales. Al menos es lo que comunica en varios casos
de cercanos como El Aissami o Tellechea quien no fue del círculo, pero sí
ministro.
Aunque la constitución descargó en la figura del
vicepresidente la gestión del consejo de ministros y la rendición de cuentas de
los ministros -también la figura del ministro se devaluó durante el chavismo,
por la cantidad y alta rotación en los cargos- aun así, es extraño ese estilo
del presidente.
Es evidente que Maduro -salvo que sea un “maquiavélico”
consumado y tenga un ojo para ver “infiltrados” y los embosca luego- privilegia
la supervisión política pero no lo demás.
Tal vez funcionarios “le siguen la corriente” en lo político
-es decir, si tienen que gritar consignas en un acto, lo hacen, aunque no crean
en ellas- pero aprovechan los cargos hasta que el ejecutivo por algún motivo se
da cuenta, pero no porque haya un consejo de ministros, cuentas de ministros, o
las actividades de control y supervisión políticas que tiene un presidente, que
no sean por Whatsapp/Telegram, que a Maduro le encantan, pero sustituyen el
contacto personal. Quizás Maduro no vea a sus ministros -a los ministros no
políticos mayormente- sino en actos o en su programa de los lunes. De resto, la
gerencia del presidente “es por mensajitos” y “no te dejo en visto”.
La consecuencia de lo anterior es reforzar la paranoia del
gobierno porque no tiene un estilo gerencial formal. Habrá que ver cómo se da
ahora que el ejecutivo quiere abrir PDVSA a los privados. Fue el discurso de la
VP en la Asamblea de Fedecámaras y el mensaje del presidente al llegar a la
cumbre de los BRICS el 22 de octubre. No está claro como el chavismo manejará
la tensión ideología-gerencia dado que los sistemas autoritarios no permiten
que florezca la supervisión o una gerencia normal. De hecho, el silencio en
PDVSA por las actividades de Tellechea -al asumir que la versión oficial es
cierta- fue por miedo a la represión. Es decir, el terror al Estado por el caso
de “Aryenis y Alfredo” generó un efecto perverso. Más supervisión política sea
tipo comisarios o miedo genera lo inverso: miedo interno y no evita lo que dice
previene (la corrupción). Es un mensaje al gobierno que cree que el miedo o el
terror movilizan. No, al revés, paralizan, que es otra cosa y fue lo que pasó
con el caso Tellechea. Si alguien notó algo anormal, prefirió callarse a la
eventual represión del Estado por informar lo irregular.
Mi reflexión es ¿cuánto nos cuesta ese estilo del
presidente, en dinero y en calidad de vida? Es un estilo recurrente. En la
entrega de premios de turismo el 30-10-24, Maduro descargó a Andrés Izarra. Lo
que dijo parece reforzar mi hipótesis de que el mandatario realmente no
supervisa o tiene contacto con sus ministros o con ciertos ministros, los no
políticos porque Maduro privilegia el poder no la gestión, como dejó ver en el
acto de entrega de equipos a policías el 1-11-24 al hablar de un reportaje en
la revista “Wired” que le envió a Cabello (el reportaje, de acuerdo con el
mandatario, es sobre la conspiración opositora).
Maduro descargó a Izarra y aseguró que, “hasta ahí hablé con
él” ¿Y antes, de qué hablaban si conversaban? Semanas atrás se descargó a
Alejandro Fleming con la misma lógica. Maduro se ve que pone a las personas
para que hagan, si no hacen los deja hasta que por algún motivo los remueve. Es
un estilo bastante costoso en dinero para el país porque es recurrente. Se
pensaba que con El Aissami sería el cierre. No. Está Tellechea y probablemente
vendrán otros. Este tipo de comportamiento es propio de los sistemas
autoritarios solo que Venezuela no tiene la competencia de China que puede
compensar la corrupción hasta un punto (su crisis en el sector de las
hipotecas, el “modelo chino” no es perfecto a pesar de su desarrollo). En
Venezuela la compensación la paga la sociedad ¿Las facturas no cobradas de
PDVSA durante la gestión de El Aissami quién las va a pagar al final? El
ciudadano.
Quedará ver si el gobierno permite que PDVSA retome procedimientos que la hagan menos partidista incluso en la imagen o mantiene ese estilo gerencial que es una bomba de tiempo pero que el ejecutivo aprendió a manejar y a aceptar. Tal vez el orgullo ideológico lo lleve a admitir la corrupción de los presidentes de la industria a que se diga que tuvo que retomar procedimientos y criterios de la “vieja PDVSA”. En Venezuela manda el orgullo más que lo lógico o lo racional, tanto en el gobierno como en la oposición. El costo del orgullo lo cancelan los ciudadanos con una menor calidad de vida o con proyectos de vida destrozados y generaciones sacrificadas.
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