Tiranía
Aunque Venezuela se ha convertido en una sociedad de lo “políticamente correcto” –sólo basta ver las cuñas de esta campaña electoral para elegir a los funcionarios regionales, la mayoría sin fuerza de diferenciación política, si se comparan con una verdadera campaña electoral, como la que se vio en los EE.UU, y que culminó el día 4-11-08- en donde se espera que la gente se de cuenta de las cosas, pero sin decirlas. La equivocada tesis del “no polarizar” con Chávez impuesta por algunos encuestadores y analistas, tiene sus consecuencias: hay que hablar en parábolas, y esperar a que las personas se den cuenta de las cosas de manera espontánea, porque “no hay que polarizar”. Lo cierto es que, al margen del lenguaje “políticamente correcto” –salvo los insultos de Chávez, quien agrede a todos, pero nadie lo toca- la forma de gobierno de Venezuela se aleja cada vez más de la democracia, para acercarse a la tiranía. Esta, entendida en su sentido más simple: el gobierno que no es de las leyes, sino del capricho del gobernante. Esto es hoy Venezuela: la tierra para complacer a los caprichos de Chávez.
Desde 1999, el capricho es gobierno, pero con los años, los endebles límites que tenía, han ido desapareciendo –la Constitución de 1999 es una lejana referencia, de la que no se habla- al mismo tiempo que la arbitrariedad va tomando más espacios en el país: ya no se trata de los “oligarcas” –quienes ahora están en el gobierno, y pelean entre ellos, como luego de la sentencia a Durán, y la “visita” a Venoco de militares: un gobierno corrupto se quiere quedar con el negocio de sus socios también corruptos ¿Quién se quedará con Venoco, ahora?- sino de los derechos civiles y políticos de todas las personas, los que se hallan amenazados, como reportan ONG con solvencia como Espacio Público.
Los incidentes pasan muy rápido, y tal vez no se vinculen por esa velocidad. Pero existen, y revelan cómo, poco a poco, la tiranía se adueña de Venezuela. Lo primero, el paquete de leyes habilitantes, que significan el desconocimiento a la voluntad expresada el 2D. Sencillamente, el gobierno, “se la pasó por el forro”, y con su tradicional caradurismo, aprobó unas leyes como si hubiese ganado el Sí.
Luego, las inhabilitaciones en contra de pre-candidatos con opción de triunfo como Leopoldo López, Enrique Mendoza, Antonio Barreto Sira, y William Contreras, imposibilitados de competir electoralmente. Prosiguió, la descalificación a las diputadas del Parlamento del Mercosur que vinieron a Venezuela a conocer este caso. Le siguió, como en cualquier país dictatorial, la solicitud de “documentos” a periodistas y políticos en el aeropuerto, casualmente, todos personas críticas hacia el gobierno de Chávez. Más adelante, comenzó el ataque a Globovisión, y la presión de Conatel sobre el canal. Después, la “olla” del magnicidio, de lo que no se ha hablado más ¿Será porque demostró ser falsa, y la gente no cayó en la trampa? Posteriormente, la vergonzosa decisión del gobierno de “echar del país” a Vivancos y a Wilkinson de HRW, por presentar su informe sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Algo similar, se hizo con el profesor chileno Fernando Mires, humillado por las fuerzas de seguridad en el aeropuerto internacional de Venezuela, en La Guaira. Advertencia en términos similares se le hizo a Walessa, que la niega el gobierno, y Maduro llamó “chulos” a los parlamentarios europeos que visitaron Venezuela el día 3-11-08. Finalmente, la inhabilitación del TSJ a Eduado Lapi, candidato ganador en Yaracuy, y su candidatura había sido aceptada por el CNE, a pesar de su condición de prófugo, por lo que la decisión del TSJ sugiere, más que la aplicación del derecho, una maniobra política para sacar de la competencia al más débil de los pre-candidatos, por su condición de ausente: Lapi. Se rumora de una medida similar en contra de Salas Feo en Carabobo, un juicio en contra de Rosales, quien es Gobernador del Zulia; y ataques en contra de Morel Rodríguez, Gobernador de Nueva Esparta. Todos los nombrados, candidatos ganadores para las elecciones del 23 de noviembre.
A partir del análisis de las cifras de Seijas –el encuestador con el que trabajo y tengo acceso a sus datos completos- si las elecciones hubiesen sido el domingo 20 de octubre, la oposición hubiese ganado Zulia, Nueva Esparta, Carabobo, y Táchira. Estaría peleando en Mérida, Miranda, y Sucre. Esto sin incluir los estados de la disidencia chavista, principalmente Portuguesa y Guárico. Es decir, la oposición va a recuperar terreno, y salvo suceda algún imponderable, este será el resultado del 23 de noviembre que el gobierno quiere evitar: un país con el poder político más equilibrado, o distribuido de manera menos desigual. A falta de votos, se apela a la tiranía, y Chávez no tiene ningún escrúpulo en hacer cualquier cosa para ver si detiene una tendencia que es inevitable, y que no la podrá parar, haga lo que haga. Va a perder poder, y por eso apela a medidas tiránicas. No lo logró “por las buenas” –misiones, clientelismo, dólares baratos, corrupción, nacionalismo, créditos baratos, subsidios, etc- ahora quiere hacerlo “por las malas”: golpear a los candidatos exitosos de la unidad, para ver si la gente se atemoriza y vota por los candidatos del gobierno.
Chávez va a perder poder el 23N. De aquí que estos ataques no cesarán luego de las elecciones. Esta camorra forma parte de una manera que tiene el gobierno para relacionarse con el país. Es el “Estado policial”. El gobierno se ha autonomizado de la sociedad, y el problema para el gobierno es ¿Cómo lograr el control de la sociedad, en un contexto de menor apoyo electoral? Esta interrogante ya se responde: creando un clima de cayapa institucional, con el manejo del miedo de manera selectiva, y el uso de todo el andamiaje jurídico para crear los casos de los “enemigos de la patria”, tal como pasó con el general cubano Arnaldo Ochoa, fusilado en 1989. Como en Venezuela Chávez y su gobierno no tienen el valor para fusilar, aunque quisieran hacerlo, apelan a la tradición de los cobardes que en Venezuela caló desde antes de Chávez, que es el fusilamiento moral. Es acabar con las personas al colocarlos ante el público como unos harapos morales. Con todo esto, se quiere controlar al país. Ya no es la democracia, es la dictadura. En la primera –como sugiere Adam Przeworski- es “la institucionalización de la incertidumbre”. La dictadura, en cambio, es la “institucionalización del miedo”. Es lo que se hace en Venezuela.
Junto a lo anterior, se agrega un clima que existía previamente, pero que ahora se ve más, tal vez por el carácter mayormente represivo del gobierno: hay una suerte de atribución de sabiduría a Chávez, de infalibilidad, que nunca se equivoca, que tiene una gran estrategia. Por ejemplo, la matriz que hay en buena parte de los círculos de Caracas es que Di Martino va a ganar la Gobernación del Zulia, cuando no hay evidencias, más allá de las probabilidades, que eso vaya a ocurrir, sino que pierda. Sin embargo, esto no se cree ¿Cómo Chávez va a perder en el Zulia? Igual pasó en 2007: todos sobreestimaron a Chávez, principalmente los encuestadores, que no acertaron en sus predicciones, sino una semana antes o el mismo día, cuando –y esto es lo curioso- sus propios números decían que el No ganaba, porque desde el 13-9-07, mostraban una línea de pendiente positiva con una inclinación entre 30-35º que indicaba que, ceteris paribus, el No se impondría con no más del 53% como efectivamente ocurrió, aunque lo hizo con el 51% (de acuerdo a las cifras oficiales e incompletas del CNE).
Al mismo tiempo, con la estrategia de “no polarizar” con Chávez, se ha dejado que éste haga lo que le de la gana, y legitime los temas que considere conveniente, y eso tal vez explique la discrepancia que hay entre su evaluación y la de su gobierno: el “tipo tiene razón, pero es un desastre”, puede ser el razonamiento que se desprende de las famosas “encuestas”. Sin embargo, esta estrategia de “no polarizar” podía ser útil hasta 2006, ya que la oposición cargaba con el fantasma del 11 de abril y del paro. Pero en 2007, con una oposición dentro del juego institucional, esa acción no tenía sentido –ni la tiene hoy- pero se ha mantenido hasta la fecha. Todo el mundo habla de la “no violencia”, pero Ghandi y Luther King no pasaron toda su vida “poniendo la otra mejilla”.
La sociedad ha hecho de Chávez un Deux ex machina y esto, ahora, es peligroso, porque se le cree infalible. Cuando algunos ruedan el rumor de que el “candidato del gobierno en Chacao va subiendo”, pudiera pensarse que es una búsqueda inconsciente de la figura autoritaria ante la incapacidad para manejar la tensión que origina Chávez con su hostigamiento, que es lo que hace. Sólo hay que ver las cadenas, algunas hechas por fastidiar, como reconoció Chávez el día 30-10-08, o la del día 3-11-08. Es decir, el abuso llega a tanto y el descaro también, que ya hay un disfrute con el “joder”. En una sociedad con tendencia al sadomasoquismo como la venezolana –el disfrute con el drama, y con la tragedia ajena- no es poca cosa que se haga esto. En alguna medida, funciona. El “miedo a la libertad” de Frömm, es para muchos en Venezuela una realidad: quieren renunciar a ella, pero no saben cómo hacerlo para reducir su disonancia, y Chávez les facilita el trabajo, al crear un clima de culpabilización; “ojala gane el chavista para que la oposición aprenda a unirse”, es la justificación para claudicar la libertad individual, que para algunos luce un peso insoportable. Quieren rendirse ante Chávez, pero no saben cómo.
Lo que llama la atención son los ataques a Rosales ¿Por qué él? Es la pregunta que todo el mundo se hace. La que le hicieron a Rosales en Aló Ciudadano el día 29-10-08 –una oportuna y buena comparecencia de Rosales- pero esta pregunta no supo contestarla bien. La respuesta es muy sencilla: Rosales desafío a Chávez, cosa que en Venezuela muchos han hecho, aunque pocos con éxito.
Rosales tal vez sea uno de los mejores políticos de Venezuela, si no el mejor, pero todavía no tiene la estatura de líder, no porque no pueda tenerla, sino porque no se lo ha propuesto o no cree en eso. Por supuesto, dentro de una definición de liderazgo que indique que es igual a popularidad, o es líder quien tenga seguidores, Rosales encaja allí. Es líder en el sentido convencional del término. Pero aquí se habla de otro tipo de liderazgo: el transformador, el liderazgo de estadista, el liderazgo político. Se habla de un liderazgo que tiene su arquetipo en Betancourt, por ejemplo, o en figuras que no pudieron desarrollar su personalidad política porque murieron temprano como Alberto Carnevalli o el propio Ruiz Pineda, símbolos políticos del país, pero de los que no se analiza la esencia de sus proyectos de liderazgo.
Se habla de gente que quiera transformar una realidad para referirse al término liderazgo, no el popular o el simpático, o el que siempre está rodeado de gente que le dice lo que quiere escuchar, “los grandes amigos”; o el que dice todo lo que la gente quiere oír; los “hombres del consenso” o “populares”. En la era de la madurez de Puntofijo funcionaba este tipo de liderazgo, pero en este momento, no funciona.
Rosales ha sido exitoso en derrotar a Chávez. La gente se pregunta ¿Por qué él, y no “el pollo” o Morel? Porque “el pollo” fue derrotado en 2004, y Morel entró en 2004. Enrique Mendoza también fue derrotado en 2004. Claro, entra la importancia del Zulia en todos los sentidos. Como estado, como economía, como fuerza electoral, y como símbolo. El Zulia ha sido el estado en Venezuela que ha mantenido más firmeza ante los ataques de Chávez. Este ha ganado allí en algunas ocasiones, pero no por mucho. El Zulia ha sido consistente en su bandera anti-chavista, a diferencia de otros estados que han oscilado entre un amor a Chávez, una entrega, un desencanto, y un odio. Le han dado la victoria, y lo han castigado, pero no han sido consistentes. Carabobo, por ejemplo, “del pollo” pasó “al eructo”, y ahora como que recuperó la conciencia, y va por el desquite.
No obstante, el gobierno no deja adversario que considere como amenaza por fuera. Ya inhabilitaron a Lapi, y está la amenaza en contra de Salas Feo. A Morel –quien protestó esto- le enviaron soldados y GN para el “plan de seguridad ciudadana”. Es decir, lo intervienen lentamente. Integrantes del PPT y del PCV en Guárico y Trujillo, denuncian migraciones electorales ilegales a esos estados. Es decir, el gobierno intenta callar a todo aquel que disienta; sólo es cuestión de tiempo o de estar en la lista en el momento adecuado. De manera que con callarse, ser “políticamente correcto”, o “no polarizar”, no se garantiza nada, sino algo de tiempo. Pero si llegó el momento, el gobierno ataca sin ningún escrúpulo o moral.
El valor del Zulia no es sólo cuantitativo, sino cualitativo. Simboliza lo que no se ha podido tomar. Para un gobierno que define su estrategia política como la ideologización de todos los espacios de la sociedad y la humillación permanente como política, no haber podido entrar en el Zulia no es sólo una señal de fracaso y de frustración, sino que deja abierta la posibilidad para que puedan ocurrir manifestaciones que amenacen la estabilidad del gobierno en un contexto más exigente como el 2009. El Zulia será uno de los polos políticos luego del 23N, junto a otros polos que aparecerán en el país. Esto se quiere evitar.
La coyuntura también entra aquí: la necesidad de Chávez de convertirse en el candidato, junto a un temor –porque este es un gobierno de miedosos, aunque no lo parezca- a que se repita un 2D, y por eso la virulencia de los ataques: el miedo lleva a que se le dispare a todo lo que se vea como amenazante. La sola imagen de un 2D, es impensable para el gobierno, y por eso harán –y hacen- todo lo posible para evitar un desenlace similar.
Lo central –en síntesis- es hacer de la exclusión y la represión institucional la manera de vincularse al país: o te conformas o te “jodes”. Te “jodes” en todos los sentidos posibles, de manera que el mensaje es claro: hay que conformarse. Así se quiere que sea el 2009. Es tan descarado todo, que se le pide al país austeridad, pero el aumento de los ingresos de los “altos” funcionarios del gobierno para el 2009, llega a 77% con respecto a 2008 ¿Cómo se puede lograr vivir mejor, pero al mismo tiempo restregarle a la gente que viva peor, y aplicar un ajuste a la sociedad –eliminar exenciones al IVA, por ejemplo, no cuestionable en otras condiciones, pero sí ahora- para tener más dinero que regalar afuera? Es decir ¿Por qué la gente debe aceptar pagar más para vivir con menos calidad de vida? La única forma de lograrlo, es mediante la represión, el control, el miedo, el conformismo, y la propaganda.
Aquí entra Rosales. Le ganó al gobierno, y si bien perdió en 2006, igualmente ganó, porque su campaña colocó a la oposición en el camino correcto. Es decir, se “ranqueó” como político, pero no como líder. Esto no quiere decir que no lo pueda ser, y el gobierno lo sabe. El problema de Rosales no es la falta de astucia o de disciplina, sino que no termina de desarrollarse como personalidad política, que no se cultiva como líder. Cuando parece que se va a empinar a algo de mayor trascendencia, algo pasa, y regresa a su línea natural de político exitoso y caudillo en el Zulia, pero más nada. Hay como un miedo a crecer o una comodidad para vivir del éxito ya logrado, que no es poco, pero insuficiente. La inercia del poder.
Un país requiere algo más que astucia, disciplina, “anillos de amigos y gente de confianza”, y “bolas”, requiere de consistencia y de compromiso real con sus problemas, más allá del “yo quiero a los pobres”.
Pero el “amor a la Patria” no nace de manera espontánea, sino que se cultiva con la preparación, con la experiencia, con la propia hermenéutica de la vida. Obama y McCain –que no son los modelos ideales, pero son la noticia hoy- muestran esas ganas de cultivarse. No se conformaron con ser senadores –que en EE.UU “mandan”- y “estar cómodos”, sino que decidieron el difícil camino de cultivarse, que exige disciplina, equivocarse, aprender de la equivocación, hacer el ridículo, pasar por momentos radicales, y atemperarlos luego; en fin, crecer como persona.
El gobierno identificó el potencial de Rosales, y en un escenario para ellos de alta conflictividad política en 2009, trabajan en neutralizar los eventuales obstáculos que puedan tener. Los institucionales, ya están bloqueados. Los poderes son un esperpento constitucional. Como dijo Miquilena sobre Russian, son “unas momias”. Los militares, engolosinados con la “carrera espacial” de Venezuela, y con “nuevos juguetes” y “amigos para jugar” (los rusos). Los militares disidentes como Baduel, humillados y callados. El país productivo, contra la pared, y sólo les queda bajar el perfil y sacar alguna cuñita con la musiquita típica de los “venezolanos unidos y felices”. Si los empresarios estaban callados con el petróleo a $ 150, hay que imaginarse cómo estarán ahora que el petróleo está en $ 55.
La universidades, todavía el gobierno les tiene miedo, pero aquéllas no saben qué hacer, centradas en cuidar sus parcelas de poder, viviendo su agonía institucional. Los estudiantes, seguramente pendientes del Blackberry, y de alguna “macollita” para ver si entran en la FCU o en el CU. Los medios, críticos, pero con poca presencia (sin RCTV se siente poco esa fuerza), ya que Globovisión hace mucho o todo, pero no es suficiente con un solo canal crítico; y los impresos, críticos, aunque exploran más el campo de la publicidad comercial y del mercadeo de productos, para generar un flujo de caja aislado del clima político. Los diputados, “carajeados” por Cilia Flores. Los tipos “arrechos” de Venezuela como Rafael Poleo, quien llamaba “mangasmeadas” a todo el mundo, después del “sustico” en Aló Ciudadano, ahora, cual sabio venerable, pide que Chávez no caiga, sino que rectifique, algo que luce un poco difícil.
Quedan los partidos, los políticos, y la protesta callejera. Aunque con fallas, poco a poco dan la talla. Que se haya logrado un acuerdo en 22 estados, también aceleró esta estrategia del gobierno, porque éste apostaba a que la oposición iría desunida, y que sería fácil rebanarla como a un salami. Tampoco contaba con que la disidencia chavista cogiera fuerza, como parecen ser los casos de Portuguesa, Barinas, Carabobo, Guárico, y Trujillo. Aunque no ganen, serán una referencia en contra del chavismo autoritario y burocrático.
Tal vez una de las cosas positivas que deje este ataque del gobierno, sea que genere una identidad hacia las figuras regionales y que, por el contrario, refuerce la descentralización. Por reacción, que les de identidad, que estaba debilitada. Si se llega a la locura de poner preso a Rosales, se puede generar un estallido en el país. No se trata de Rosales, sino de la descentralización, de la pluralidad. Al cerrar todos los espacios de poder, queda uno que no se había visto, pero que ahora aparece: las regiones, la descentralización. El “cuero seco” de Guzmán Blanco. Puestas de rodillas todas las instituciones del país, las regiones están de pie. Con sus ataques, el gobierno va a solidificar más la identidad de los estados.
De acuerdo a Seijas, la oposición viene subiendo, lentamente, pero sube. Como bloque político, viene del 20% al 33 por ciento. El gobierno, viene bajando, del 63% al 53 por ciento. Es mayoría, pero ya no la 2/3 del país, como fue en 2007. En el simulacro del día 26-10-08, Chávez dijo que sacaron “casi” el 60 por ciento, que no está bien para ellos. Para ser un simulacro que fue capturado exclusivamente por el gobierno y sus candidatos, que “casi” se acerquen al 60 por ciento, no es nada para alegrarse. Tal vez el argumento de Semtei tenga base: el 23N habrá una “corrección estadística”. Ese día, no será simulacro, sino será real, y habrá que ver la participación de los electores, pero la situación en términos de fuerzas debe ser pareja: 50-50 por ciento, o alguna pequeña diferencia, pero el 60-40 ya es historia.
La estrategia del gobierno contra Rosales se concentra en cuatro niveles. Los dos primeros tradicionales, y hay dos nuevos. El primero tradicional, es la campaña sucia que adelanta ahora Alberto Nolia por el canal 8. La campaña sucia que arrancó Chávez, se centra ahora en este personaje, apoyado por declaraciones del gobierno, pero éste no se inmiscuye tanto, sino que dejó la tarea en un individuo cuestionado y cuestionable. Así lo dejó ver Chávez en su acto de Maracaibo el día 31-10-08.
La segunda, es la clientelar. El Troudi afirma que el “Banco del Zulia va por buen camino”, como una manera de ganarse a los empresarios del Zulia. El gobierno entregó becas Fundayacucho en Maracaibo, posiblemente como una manera simbólica de competir con el JEL (programa de becas universitarias de la Gobernación del Zulia).
Lo nuevo de la estrategia, es el nivel institucional. Es decir, la campaña sucia la dejan en un sujeto, y el gobierno como tal intenta darle una pulitura de “institucionalidad” a su campaña sucia, por lo que ahora se quiere construir la destrucción de Rosales como un caso jurídico, por un lado, y por el otro, se busca mostrar que aquél no ha hecho tanto como dice que ha hecho. Se le cuestiona por su trabajo, al mismo tiempo que crean todo el entramado para llevarlo a juicio, dentro de la “institucionalidad”. Aquí, se mantienen estrategias previas, como la de tratar de vincular a Rosales al narcotráfico, tarea que cumple Al Aissami, a pesar que la ONU afirmó que Venezuela desplazó a Colombia como país exportador de drogas hacia Europa y Africa, cosa que deja mal parado al gobierno.
De manera que lo paralelo es la campaña sucia, antes era la norma; pero ahora ésta es el uso de los recursos judiciales para construir el caso de Rosales, de manera de darle legitimidad ante la opinión pública, y en eso se espera que las grabaciones ayuden. No se trata de “linchar” a Rosales, sino de cumplir con las leyes, “todo dentro del respeto”, como dijo un Diputado de la Comisión de Contraloría de la AN, al anunciar la interpelación de Rosales.
Así, comienzan a activarse los distintos procedimientos “institucionales”. El Troudi anunció investigaciones a Rosales porque no ha utilizado el dinero del Fides en los proyectos para Zulia. El INTI inspeccionó las “fincas” de Rosales. Russian lanzó lo que el gobierno quiere hacer con Rosales: inhabilitarlo. En fin, se van acomodando las piezas para encallejonarlo, y llevarlo a juicio, que parece ser el objetivo del gobierno, aunque gane la Alcaldía de Maracaibo, como dijo Isaías Rodríguez (Canal 8, día 30-10-08, hora 11:30am), y también Chávez el día 31-10-08.
La segunda acción novedosa, es en el plano retórico. Como Chávez se equivocó con los insultos al Zulia, ahora trata de “darle la vuelta”, y pretende justificar su arbitrariedad como una lucha moral, “para convertir al Zulia como el epicentro de la gran batalla moral”. Busca apelar a la moral para lograr propósitos inmorales. Ya no es el magnicidio o la separación del Zulia, sino la moral, en la boca de Chávez, quien no tiene moral para hablar de honestidad administrativa. Su gobierno es un nido de corrupción, y él lo sabe. Grita, para ver si distrae, si la atención se coloca en otra parte, pero “por más que se tongonee, se le ve el bojote”. Y ese “bojote” hiede a corrupción.
Esto que hace Chávez y su gobierno, no es nuevo en Venezuela. Algo similar hizo Pérez Jiménez en 1952 –promover el temor en la sociedad- y el resultado fue el contrario: la gente votó en contra de la dictadura, y Pérez Jiménez dio un golpe de Estado para quedarse en el poder ¿Cómo votará la gente el 23N? ¿Cómo en noviembre de 1952 –desafió a la dictadura- o como noviembre de 1948 –aceptó la dictadura y la caída de Gallegos?
Aquél es el dilema político y moral de la sociedad venezolana.

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