¿El extremismo tocó techo?


De entrada escribo que no sé mucho sobre la política estudiantil de la ULA. Lo siento. Sé que ahora sobrarán los ULA-lólogos. Tampoco acerca de los grupos políticos que hacen vida allí. A la campaña para la Presidencia de la FCU en esa importante universidad, le presté atención la última semana antes de las elecciones, realizadas el día 4-11-14. 

Mi percepción sobre la competencia electoral la elaboré con base en la lectura de cierta gran prensa del país y escuchar o leer mensajes de grandes anclas de la sociedad venezolana, una semana antes.

Me formé la siguiente impresión a partir de esta selección nada rigurosa desde el punto de vista del método: Se hablaba de Gaby Arellano pero en medios y anclas, no se sabía el nombre de Jorge Arellano. Se hablaba del "otro candidato" o del "candidato de la MUD".

Se entiende que Gaby Arellano sea conocida -desde hace tiempo tiene exposición a medios en situaciones nacionales, como los hechos de febrero de 2014- pero lo inexcusable es que no se haya investigado quién era "el otro candidato" en algunos medios ¿No hay investigación o producción?

Pero lo que despertó más mi interés fue el framing del hecho: no se encuadró como la competencia electoral entre opciones para una posición de gobierno estudiantil, sino que se construyó la campaña electoral como la competencia entre el colaboracionismo y la dignidad, entre cohabitar y la rebeldía, o entre Voluntad Popular y la MUD. 

Lo anterior también revela fallas en el análisis, salientes en medios importantes, anclas, o proclamados (o auto) intelectuales, los que -al menos para mi- ya dejaron de ser referencias, y hoy son unos voceros más de corrientes de opinión que luchan por espacios de poder. Otra forma en que se expresa el Cada quien en lo suyo, que caracteriza la dinámica actual de la oposición.

Hasta ahora, la Comisión Electoral de la ULA no ha dicho cuál opción ganó, pero medios atribuyen la victoria a Jorge Arellano.

No obstante, gane quien gane, la victoria perdió el brillo que pudo tener, porque el intercambio de opiniones entre las facciones en pugna dejó un sabor amargo. No solo no saben perder, es que tampoco saben ganar.

Constatar lo anterior me encendió el bombillo para escribir esta entrada, con la siguiente pregunta ¿No será que el extremismo tocó techo? 

Lo anterior, porque he tenido experiencias que refuerzan el valor de la interrogante, que volvió a mi mente al ver la euforia y posterior silencio de los grupos que aspiran conducir la FCU de la ULA.

Comento tres experiencias personales en ese sentido.

Cuando Dilma fue reelegida el 26-10-14 y Neves reconoció su derrota, envié varios tuits comentando que el candidato socialdemócrata no se puso con cosas que si "el fraude" o "el ilegítimo".....que si en Brasil hay elecciones justas y aquí no, no lo dudo, pero fue un resultado estrecho que cualquier político irresponsable -aún en las elecciones más transparentes- hubiese aprovechado para crear una situación para ver qué obtenía. Neves lo evitó. Igual ocurrió en las elecciones en El Salvador, con una victoria cerrada de apenas 0,2% de diferencia entre Sánchez Ceren y Norman Quijano. Quijano no se puso a inventar.

Esos tuits los escribí con cautela, con la expectativa de perder seguidores -para que vean, cómo la auto censura se contagia, hasta ahora me salvo porque uso los antídotos contra la opresión que aprendí al estudiar psicología social- porque pensé que tendrían rechazo. Primera sorpresa. Tuvieron poco rechazo y más bien, tuvieron sus buenos retuits.

La segunda. Ya no participo en la Secretaría Ejecutiva de la MUD, por lo que no tengo los potenciales "conflictos de intereses" que tuve un buen tiempo para no asistir a foros, conferencias, medios, por lo que ahora que puedo asistir, estoy retomando ese tipo de actividades.

Recientemente, he ido a algunas presentaciones y pensaba que me encontraría con situaciones que viví en el pasado.

Como creo en la moderación, el centro, las elecciones, y el "respeto institucional" -favor no confundir con la inercia o el clima de trapiche que destila la política venezolana en ambos bandos, que uno siente que lo muele lentamente, para que todo siga igual- en presentaciones que hice en el pasado, era normal que alguien se molestara, insultara, y descalificara. Segunda sorpresa. A pesar de mi estilo moderado, de centro, de hablar del voto y no de calle y más calle; y de "respeto institucional", en las presentaciones recientes no he encontrado descalificaciones o insultos como en el pasado, sino preguntas interesantes y una genuina preocupación por el devenir de nuestro país.

La tercera. Una forma de ganar puntos en ciertos círculos -más ahora que a un gentío le dio por ser civilista, lástima que no fueron civilistas en 2002 o 1992- es descargarse a las FAN, y mostrarse como los campeones del civilismo frente al militarismo de los milicos. 

No estoy en ese selecto club, sino que mi aproximación a las FAN es en la lógica del "respeto institucional": reconocer lo que haya que reconocer, y criticar lo que haya que criticar, sin tono de superioridad moral.

En el pasado, esa aproximación me generó unos cuantos problemas, dado el clima extremista. Tercera sorpresa. En las presentaciones que he hecho recientemente, ese abordaje no generó problemas, sino más bien, curiosidad por conocer algo más de ese mundo color verde. 

Estas experiencias personales las conecto con lo comentado acerca de la ULA, y aparece la interrogante ¿El extremismo tocó techo?

Mi explicación para responder afirmativamente es que tal vez en Venezuela ocurre una situación similar a las palabras de Victoria Camps: las crisis ponen a cada quien en su sitio. 

La crisis de la Venezuela de hoy es diferente a las previas, porque los mecanismos de protección que antes existían -principalmente, el Pacto de los dólares que sirvió a ambos bandos- hoy no existe o es muy limitado, y todos los sectores sienten las dificultades con más intensidad. A eso hay que agregar el fracaso del modelo de planificación centralizada que Chávez dejó. 

Escuchar a capitanes de empresas o de grupos económicos hablar de sus cuitas y dificultades hoy, o concluir a partir de lo que se lee en la prensa que, por ejemplo, Polar ya no tiene el músculo de antes por la crisis económica, uno sabe que la crisis no es juego. Tal vez unos pocos con suerte podrán aislarse de esta realidad, pero para la mayoría es nuestro día a día, cada quien en su área o actividad.

Un aprendizaje que tal vez tiene la sociedad -al menos lo tengo- es que cuando te ves de frente con la crisis, una gran frase tipo tener dignidad o patear calle, se percibe como una boutade de gente que realmente no se enfrenta con la crisis de frente. Habla sobre ella, vive de ella, gana puntos en las encuestas gracias a ella, tiene retuits gracias a la crisis, posa con la crisis, pero la evita, no la enfrenta. Se viste de crisis, pero no la lleva como prenda interior. 

Cuando internalizas que el discurso extremista no hará que aparezca el famoso Acetaminofén o ver a damas enjoyadas en alguna cola para comprar harina o jabón, con carteles que te restriegan en la cara que eres algo como un lambucio porque haces una cola y no te amotinas, concluyes que su conexión con la crisis es de personas que la ven de lejos. 

Tal vez la sociedad internalice que el extremismo no es la solución. No quiere decir que la moderación lo sea, pero lo que parece estar claro es que el extremismo no es la salida. Su legado es gente que quedó con mucha rabia y frustración, y fue engañada con la promesa de una salida rápida. Hasta decir esperar hoy no ofende tanto como en marzo o abril de este año, que desataba en los cultores de la dignidad respuestas descalificantes. Hasta estas personas ahora esperan

No solo la crisis pone a cada quien en su sitio, sino que crea un sentido de qué es importante y qué no es, de forma parsimoniosa. Algo como una navaja de Occam de la crisis

Tal vez por eso el clima de agotamiento que uno percibe en la calle, en las personas. Agotamiento con el gobierno y con la oposición, atrapados en complacer a sus convencidos, con rendimientos decrecientes.

Seguir apelando a la rabia o a la llamada frustrachera ya no da los dividendos de antes. Proseguir con el cuento de la cohabitación o el colaboracionismo es el lujo de algunas firmas que escriben en la gran prensa -muchas de ellas fuera del país, y muchas responsables de la crisis de la cual quieren separarse con un buen artículo- que contemplan a la distancia de un Valpolicella o un Malbec los avatares de la Patria, lejana. 

Posiblemente por eso Diosdado Cabello sea la figura política -al menos de las que mide el IVAD- con la mayor imagen desfavorable. En agosto de este año alcanzó el 70,8 por ciento. En mayo de 2010, tenía 41,7 por ciento. En 4 años la opinión desfavorable hacia Cabello subió 29,1 por ciento.

En el Bloque oficialista, Cabello tiene una opinión favorable, pero no muy intensa. En los chavistas, llega a 59,5% y en los chavistas moderados, la cifra es de 44,4 por ciento. La imagen desfavorable es 37,2 y 38,9% respectivamente. Es decir, cerca de 4 de cada 10 chavistas, poseen una imagen desfavorable del Presidente de la AN. 

Tal vez eso explique por qué su programa Con el mazo dando no levanta, a pesar de los cambios de horario y día. Si le pone un toque de su hija, seguramente su programa y él, tendrán mejor suerte.

El extremismo pasa factura no solo a Diosdado Cabello. También a figuras de la oposición.

Tanto IVAD como Keller miden la imagen de figuras de la oposición. El promedio en cinco figuras de la oposición -Ledezma, Falcón, López, Capriles, y Machado- también muestra variaciones, hacia una imagen desfavorable de estas cinco personas en promedio. 

En IVAD el promedio de opinión desfavorable para las figuras de oposición reseñadas, aumentó de 26,6% en mayo de 2010 a 42,2% en agosto de 2014. Una subida de 15,6 por ciento en 4 años.

En Keller, la opinión desfavorable de figuras de la Unidad aumentó en un año 3,2% al pasar el promedio de 48% a 51,2% entre septiembre de 2013 a agosto de 2014.  

Quizás por eso la marcha de la Unidad del 18-10-14 convocó a tan pocos ¿Qué motiva hoy, debió haber sido la pregunta para evaluar esa marcha, si se hizo?

Otros números de estudios de opinión pueden apoyar la idea que el extremismo tocó techo.

Veamos el Bloque no oficialista (BNO) en IVAD. Este bloque se compone de un grupo llamado Oposición y otro grupo llamado Pro oposición. 

El BNO representa el 50,2 por ciento de los Bloques políticos. Dentro del BNO, la proporción de cada grupo es la siguiente: Oposición 45,6% y Pro oposición 54,3 por ciento. Es decir, es un bloque con dos mitades, una más grande que la otra.

Aquí puedo caer en un error de método llamado "Error de conjunción", que consiste en vincular dos variables las que, en realidad, no tienen relación.

Aquí, la relación es suponer que el grupo Oposición aloja a los extremistas, y el grupo Pro oficialista a los moderados. No necesariamente tiene que ser así. Alguien Pro oposición puede ser extremista en su visión para ser "más papista que el Papa", mientras que una persona ubicada en Oposición puede ser moderado en su manera de ver las cosas, porque se siente seguro de su identidad como opositor. Pero asumamos que en la Oposición están los extremistas y en la Pro oposición los moderados.

Veamos el comportamiento del BNO en el tiempo:

Tomemos una fecha estelar para la oposición: mayo de 2013. Un mes después de la derrota -para mi fue así- el 13-4-13 o el "fraude" para la inmensa mayoría del mundo opositor. Así las cosas, es esperable que el grupo Opositor fuera mayor al grupo Pro opositor por la rabia causada por el "fraude".

Efectivamente, así fue: el grupo Opositor para esa fecha fue de 25,6% y el grupo Pro oposición llegó a 18,7 por ciento. Una diferencia de 6,9% a favor de la opinión extremista.

Busquemos, ahora, un mes más normal durante 2013. Agosto. Mes de vacaciones. Ya pasó el 13 de abril. Era esperable que el Bloque cambie, pero todavía a favor del extremismo, pero con menos intensidad.

Así fue. Los valores fueron 21,2% y 18,4% respectivamente, con una diferencia de 2,8% a favor del grupo Oposición.

Entremos a 2014. Busquemos un mes importante para los extremistas. Marzo. En pleno furor de La salida ¿Qué ocurrió? La opinión extrema creció discretamente con respecto a agosto de 2013, en apenas 1,1% al pasar de 21,2% en agosto de 2013 a 22,3% en marzo de 2014.

¿Qué ocurrió en los moderados? Aquí está lo interesante.

Mientras la opinión de los extremistas llegó a su punto más alto en mayo de 2013 con 25,6 por ciento, a partir de agosto de 2013 hasta octubre de 2014, se mantiene casi constante cerca del 22 por ciento, sin mayores alteraciones.

En cambio, la opinión de los moderados cambia. De agosto de 2013 a marzo de 2014, subió 7,3% al pasar de 18,4% a 25,7% para dominar el Bloque no oficialista. En agosto pasó a 28,9 por ciento, en septiembre llegó al 31,4 por ciento, y en octubre bajó a 27,3 por ciento, pero todavía superior a la opinión extrema que tiene 22,9 por ciento.

Lo interesante es que de marzo a septiembre de 2014, mientras la opinión extrema se mantuvo constante, la opinión moderada creció de forma continua, justamente en los meses en que el tema fue La salida

Una interpretación posible es que el extremismo perdió fuerza y los moderados ganaron peso dentro del Bloque no oficialista, posiblemente un efecto no buscado por los promotores de La salida, porque su bloque se debilitó. 

Que eso no se perciba así, tal vez se deba a que los extremistas lograron controlar la hegemonía de los mensajes de la oposición -a mi modo de ver, tienen ese control desde la pérdida de las presidenciales en octubre de 2012- y a que los moderados, por tener tan buenos modales, se dejan impresionar por las bravatas y audacia de los extremistas, de manera que éstos últimos parecen que son mayoría, pero realmente no lo son.  Hacen más ruido y son más agallúos, pero no son mayoría.

Con lo anterior no quiero decir que el extremismo ya no tenga vida. Es el 45,6% del Bloque no oficialista y tiene como opinión 22,9 por ciento, el valor más alto logrado, luego de su pico en mayo de 2013. Lo que quiero afirmar es que su fuerza ya no es la que tuvo o la que aparentó tener, y sus valores se mantienen constantes, por debajo de los moderados.

Todavía hacen ruido en tuiter, en medios impresos, y en la calle. Pero con todo, ya no se les percibe igual. Se les percibe cansados, agotados, atrapados en una dinámica que los consume. 

En otras palabras, que limitarse a acusar a todo aquel que no se someta al yugo opinático extremista de ser colaboracionista o cohabitar con el régimen, ya no produce los mismos resultados de antes. Tal vez siga teniendo efecto en ciertos círculos, pero se agota allí. Les pasó algo como al Tea Party en EUA.

Tal vez esto explique el relativo cambio en el discurso extremista. Ahora, se trata de mostrar que decepcionados con el régimen que fueron chavistas, apoyan ahora a esta visión extrema de la política. Una suerte de moderación publicitaria. 

¿Cómo explicar la baja de los moderados entre septiembre a octubre de 2014? Una explicación tentativa -y es otra cosa interesante- es que tal vez lo que ocurre ahora sea una disputa por la hegemonía en el control de los contenidos, por el control sobre cómo se encuadran los hechos, entre los extremistas y los moderados de la oposición. 

Los extremistas aumentaron un poco -a 22,9 por ciento- porque luchan para mantener la hegemonía que se les va de la mano por su extremismo, pero los moderados no logran influir en esa hegemonía de forma decisiva, por su inercia y tal vez, porque no tienen la sed de poder que poseen los extremistas. Solo quieren administrar el status quo o las zonas de confort de la oposición. Una pugnacidad solo para mantener espacios de poder, que son cotos muy cerrados. Solo para Members only

También esto puede explicar el desgano que se respira en lo público, que no lo motiva el discurso de la dignidad ni tampoco mostrar los zapatos llenos de barro de tanto patear calle y comer una pelúa o una reina pepeada, porque lo que se observa es una incapacidad para cambiar del mundo político (solo para reciclarse), y todo vuelve a donde comenzó, como parece será el balance de 2014: el año de las oportunidades perdidas.

Una posible solución para motivar al público, es una reingeniería política que permita que los Podemos y los Le Pen de Venezuela puedan tener presencia como fuerzas políticas reconocidas, y para romper el status quo, una reforma de la carta magna para eliminar la posibilidad de reelección indefinida y aprobar, definitivamente, una nueva ley de partidos políticos, que estimule la renovación interna dentro de esas organizaciones, que disminuya la famosa ley de hierro de la oligarquía que analizó Robert Michels. Esto último, está pendiente desde los 90, cuando la extinta Copre propuso una (y se presentó).

En todo caso, si el extremismo tocó techo, es una buena noticia para Venezuela. Toca ahora a los moderados salir de la inercia y ganar el equilibrio. 

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