¿Por eso el cambio de dirección?



¿El gobierno cambió de dirección? En la entrada titulada La salida de Rodríguez Torres y cambios en el gabinete, argumenté sobre dos "hipótesis" para explicar los movimientos en el gabinete hechos por Maduro.

Una, se llamó la "hipótesis optimista", que sugiere que ante los resultados negativos para el gobierno y para Maduro que muestran las encuestas de opinión, aquél decidió regresar al estilo inicial de abril de 2013, más abierto y menos prepotente, para tratar de mejorar los números. 

Al momento de escribir esta entrada, no diría que la "hipótesis optimista" tiene mucho apoyo en los hechos. Noto a Maduro más o menos igual; quizás con menos apariciones en TV, pero básicamente el mismo: su estilo burocrático, sus mismas actividades de trabajo, y frases como los pelucones

Bajó el perfil mediático, pero no noto más nada.

En cambio, sí observo que el gobierno como totalidad cambió la dirección, y ahora comunica un gobierno cohesionado y distendido -la Almirante Meléndez Rivas jugando ping pong con el público en Los Próceres el día 9-11-14, por ejemplo- que busca retomar la ofensiva política para salir de la inercia en la que se encuentra, como todo el país, por más calle que se esté pateando.

La estrategia del gobierno se orienta a evitar las fuentes de tensión social que, potencialmente, puedan convertirse en conflictos políticos, mediante lo que Maduro llama "estrategia anticíclica" -término de la economía- centrada en la inversión pública en el área social y de la gran infraestructura (no son casuales los anuncios sobre trenes, puentes, etc. Por ejemplo, una noticia reciente, la construcción del Gran Parque Independencia en Caracas). En lo político, la lógica es "la paz nacional". De aquí la "llave" gobierno-FAN, visible en el acto de transmisión de mando del Ministerio de la Defensa el día 27-10-14.  

Cuatro áreas componen esta estrategia: el gasto social al aumentar el presupuesto para las misiones y anunciar un fondo único para estos programas, el situado para gobernaciones y alcaldías, los recursos para el pago de los compromisos externos, la capacidad de respuesta y disuasión política, centrada en los cambios en el Ministerio del Interior y en el Ministerio de la Defensa, y en el reforzamiento organizacional del PSUV.

Here's the thing. El giro del gobierno también puede tener su explicación en las variaciones que registran los estudios de opinión pública. Principalmente, en los públicos oficialistas, tanto en los "duros" -los Oficialistas- y los "moderados" -los Pro oficialistas- y en los No identificados (Ni oficialistas ni opositores), públicos que de septiembre a octubre, revelan una postura más crítica hacia Maduro.

Veamos:

En la evaluación que se hace de la gestión de Maduro como Presidente, de septiembre a octubre de 2014, recuperó 2,1 por ciento en la aprobación, al pasar de 34,6% a 36,7 por ciento de opinión favorable. Un valor discreto, pero que es importante porque sube del valor más bajo logrado por Maduro en esta pregunta, que fue en septiembre de 2014, con un 34,6 por ciento. 

Como el año 2015 será un año electoral, en el gráfico se colocó el valor del año 2009, en un lapso de tiempo similar al que hay hoy para elegir la AN. Es decir, cerca de un año. 

La idea es si en 2009 con estos números ocurrió lo que ocurrió el 26-9-10 ¿Qué puede proyectarse para 2015 con números de un año antes? Esta comparación es interesante.

En 2009, cerca de 2/3 aprobaron la gestión de Chávez como Presidente, y cerca de 1/3 no la aprobó. Con Maduro es al contrario.  

Si se observa el gráfico con los valores desagregados, se observa cómo los valores positivos de Maduro tienden a subir ligeramente entre septiembre y octubre de 2014, con la mayor variación en "Regular hacia bueno", al pasar de 19,4% en septiembre a 21,2% en octubre. 

Los valores negativos caen un poco, pero la intensidad se mantiene. Por ejemplo, cerca de 1 de cada 3 opinó que la gestión de Maduro como Presidente es "Muy mala". 

En 2009, cerca del 50% sumado dijo que la gestión de Chávez era "Buena" y "Regular hacia buena". En 2014, el valor sumado fue cerca de 1/3. 

Estos datos son importantes porque entre los fundamentals de la ciencia política para pronosticar elecciones, una importante es la evaluación de gestión y la percepción sobre la situación del país.

Si se observa la evaluación desagregada acerca de la situación del país, es notable el descenso en la opinión "Buena", al pasar de 15,8% en mayo de 2013 a 5,5% en septiembre de 2014. Las opiniones "Mala" y "Muy mala" aumentaron entre mayo de 2013 y septiembre de 2014. La primera, de 24,8% a 35% y la segunda pasó de 18% a 29,4 por ciento. 

Lo que se quiere decir es que en dos fundamentals como la situación del país y la evaluación del Presidente, no son buenos para el gobierno, y hay una tendencia decreciente a partir de 2013 (de favorable a desfavorable). 

¿Estos fundamentals no habrán tenido un impacto en el público oficialista a la hora de evaluar a Maduro?

Puede afirmarse que sí han tenido influencia. Veamos cómo las opiniones de estos públicos han variado en el tiempo. 

Como tesis general, si lo vemos como un FODA, opino que la fortaleza de Maduro es que el público oficialista está razonablemente cohesionado en torno a su figura. 

Llegar al público oficial supone un lenguaje que, a mi modo de ver, no es el que maneja la oposición en la actualidad, cuyo verbo presenta contradicciones. Por ejemplo, se llama a la inclusión, pero luego una burla por algo que hace el gobierno. No hay un reconocimiento a cosas del gobierno, fundamental para sumar a los "descontentos" o a los "que se desprenden", como reza el mantra opositor del momento.

En una nota de Correo del Orinoco sobre la Gran Misión Vivienda Venezuela, evidencia la distancia que hay entre el discurso opositor -por más inclusión que hable o que hay "que sumar a los descontentos"- y el mundo del gobierno, que para los primeros luce un mundo ajeno, que solo se aborda con grandes frases. 

Esta cohesión hacia Maduro puede verse en varias cifras.

Arranquemos por una encuesta que es citada por los "duros" de la oposición. La de Keller. En agosto de 2014, Keller preguntó si Maduro debe irse antes de 2019 o en 2019.


Como se observa, las barras en el público opositor muestran un sólido acuerdo conque Maduro termine antes de 2019, pero en el público oficialista, también hay un sólido acuerdo conque Maduro salga en 2019. 

No obstante, 1 de cada 4 de quienes son "Algo chavistas", quiere la salida de Maduro antes de 2019. En los "Muy chavistas", es 1 de cada 10. 

Vamos a otra pregunta en Keller. Si hay que seguirle solicitando a Maduro que renuncie.

Casi el 100% de los "Muy opositores" afirmó que hay que seguir solicitando la renuncia de Maduro, consistente con la idea que Maduro termine antes de 2019

En los "chavistas", cerca de 1 de cada 5 en promedio, expresó acuerdo con seguir pidiendo la renuncia a Maduro. 

Lo anterior fue en agosto ¿Y ahora? Aquí está lo interesante.

IVAD preguntó acerca de si Maduro debe renunciar y adelantar las elecciones. Veamos qué respondió el público oficialista y los No identificados.

El valor de los "duros" del oficialismo se mantiene más o menos igual entre septiembre y octubre de 2014 (Oficialistas): 1 de cada 5, pero en cambio, la variación en los "moderados" (Pro oficialistas) y en los No identificados, sobresale.

En septiembre, 5% de los "moderados" estaba de acuerdo con la renuncia de Maduro y adelantar las elecciones. Un mes después, el valor subió a 23,1 por ciento. Es decir, 18,1 por ciento de aumento en un mes. 

En los No identificados, la variación pasó de 37% a 48,3 por ciento, con una subida de 11,3 por ciento en un mes.

Muy interesante para el análisis ¿Qué ocurrió para una subida tan grande, de 5% a 23,1 por ciento en los Pro oficialistas?


El gráfico anterior preguntó sobre si se está a favor de la renuncia de Maduro. Este interrogó sobre si se está en contra de la renuncia de Maduro.

Los Oficialistas mantienen sus valores en 77,1% y 75,6% respectivamente, pero la opinión en los Pro oficialistas ("moderados") tuvo una caída de 28,4% al pasar de 90% en contra de pedir la renuncia de Maduro -incluso, eran más pro-permanencia de Maduro que los "duros"- a 61,6 por ciento en octubre.

Igual ocurrió con los No identificados: la opinión en contra de pedir la renuncia pasó de 48,3% a 33,8 por ciento, una baja de 14,5 por ciento en un mes.

Es decir, los Pro oficialistas y los No identificados son en octubre más partidarios de pedir la renuncia de Maduro, que lo que eran en septiembre de 2014.

¿Cómo explicarlo? IVAD pregunta sobre si Maduro tiene liderazgo (la pregunta es en negativo, "Nicolás Maduro no tiene liderazgo", y las respuestas son verdadero o falso).

Veamos:


En septiembre de 2014, 1 de cada 4 de los Oficialistas, 4 cada 10 de los Pro oficialistas, y cerca de 2/3 de los No identificados, dijeron verdadero a la pregunta, "Nicolás Maduro no tiene liderazgo".

¿Y un mes después? Veamos:


El acuerdo en los Oficialistas aumentó al pasar de 25,8% a 33,2 por ciento, pero en los Pro oficialistas la respuesta "Verdadero" bajó de 40% a 30,8 por ciento. En otras palabras, hoy son más los Pro oficialistas que dicen que es falsa la expresión, "Nicolás Maduro no tiene liderazgo" (50% en septiembre y 65,4% en octubre). 

En los Pro oficialistas, cerca de 2/3 dijeron que es falso que "Nicolás Maduro no tenga liderazgo", pero al mismo tiempo, cerca de 1 de cada 4 de este grupo quiere que renuncie y se adelanten las elecciones. 

Mi interpretación es que a Maduro se le reconoce como figura política dentro del PSUV, pero se le cuestiona como gobernante. No se discute si es o no es Hijo de Chávez. Lo es. Se discute si el Hijo de Chávez hace una buena gestión o no. La respuesta -discreta, pero que crece- es que no adelanta una buena gestión. 

Entre las razones que explican mi confianza hacia el pueblo de Venezuela -ojalá la racionalidad electoral la tuviéramos para otras cosas, este sería un mejor y más amable país de lo que es hoy- es que el pueblo evalúa la gestión, y vota a favor o en contra en función de esa evaluación, como un criterio importante. Afortunadamente, de los números del IVAD, concluyo que el pueblo es más flexible o pragmático si se quiere, y menos dado a la épica de las élites. 

Tal vez por eso la molestia de los próceres de la dignidad que hay en el mundo opositor -muy activos en la prensa- y su famosa expresión, El pueblo ya se acostumbró o los compran con una feria en Los Próceres. Aunque pudiera haber señales de "nos estamos acostumbrando" -discutibles, a mi modo de ver- no diría que es el caso hoy. Las personas no se acostumbran, sino que evalúan la gestión y toman nota, para expresar su opinión el día de las elecciones. Otro reto para el mundo opositor en el discurso ¿Epica o gestión, de cuál se habla o cómo es la proporción discursiva entre uno y otro, y cómo?

Veamos un proxy de esta idea que el pueblo es sensible a la gestión, aunque pueda reconocer políticamente a una persona (el caso de Maduro).


En septiembre, apenas 13,1% de los Oficialistas y 10% de los Pro oficialistas votarían en contra de Maduro en una eventual elección presidencial. En los No identificados, el valor es de 52,6 por ciento.

Veamos los números un mes después:


El voto en contra de Maduro en los Oficialistas y los Pro oficialistas aumentó. En los No identificados ocurrió un ligero aumento.

Los Oficialistas que votarían en contra de Maduro en una eventual elección presidencial pasaron de 13,1% a 18,7 por ciento. En otras palabras, cerca de 1 de cada 5. En los Pro oficialistas, la cuenta es de 10% en septiembre a 23,1% en octubre. Un importante aumento. Cerca de 1 de cada 4 Pro oficialista votaría en contra de Maduro en una eventual elección presidencial.

Esto puede explicar el cambio en la estrategia del gobierno. De lo que se trata es de cohesionar al público Oficialista y llegarle a los No identificados al precio -es mi hipótesis- de perder parte del público Pro oficialista, si es necesario (las críticas de Cabello a los "disidentes" del chavismo, "ustedes no están en el PSUV", que uno piensa que es un público ubicado en el bloque Pro oficialista).

No es lo que se quiere, pero puesto a escoger para una estrategia de cara a las elecciones de 2015, el gobierno puede optar por preferir a los No identificados, los que en los Bloques políticos representan el 19,5% y no el grupo Pro oficialista, el cual dentro del Bloque oficialista, representa el 2,2 por ciento.

Especialmente, si la intención de voto de los No identificados para la AN, tiende a favorecer al PSUV entre septiembre y octubre.

Veamos:


Como sugiere el Cuadro 1, los No identificados (NI) que en septiembre dijeron que votarían por el PSUV con 7,5 por ciento, aumentaron en octubre a 15,9% con una diferencia de 8,4 por ciento entre octubre y septiembre. En el caso de la Unidad, los valores son 17,5% en septiembre subió a 22,9% en octubre, con una ganancia de 5,4 puntos entre un mes y el otro.

Sendos crecimientos se lograron a partir de la caída de los Ns/Nr -en los No identificados- que pasaron de 75% en septiembre a 61,2% en octubre, con una reducción de 13,8 por ciento. 

Este 13,8% que se decidió por algunas de las opciones entre septiembre y octubre, se distribuyó en un 60,87% a favor del PSUV y un 39,13% a favor de la Unidad. Por eso el PSUV ganó 8,4% y la Unidad 5,4% entre septiembre y octubre.

Supongamos que esta tasa de crecimiento se mantenga constante y los restantes 61,2% se decidan, la hipotética distribución de la intención de voto de los No identificados será 53,23% PSUV y 46,77% Unidad. 

Si se ve desde este pespectiva, no es descabellado pensar en una estrategia que cohesione al público oficialista más convencido (del Bloque oficialista, cerca del 28%), pueda sacrificar al 2% (que puede ser el que se manifiesta en Aporrea, Marea Socialista, y lo que quieren captar William Izarra y Joel Acosta Chirinos; también, "morder" de allí Redes, el PPT, por ejemplo), y concentrarme en el 28% + el 19,5% de los No identificados. 

Si se toma la muestra de IVAD para octubre (N = 1.200) y se examina su composición, ésta, en el vector Bloque político, es: Bloque oficialista: 363 entrevistas (de las cuales, 26 personas son Pro oficialistas), Bloque no oficialista: 603 entrevistas, y No identificados: 234 entrevistas.

Puede pensarse en un escenario arriegado decidido por el "alto gobierno", en las cuentas de los estudios de opínión: se puede sacrificar a 26 de los Pro oficialistas con la esperanza de ganar mucho de los 234 No identificados -que muestran una predisposición favorable al PSUV- para equilibrar el total de los Bloques, que tienen una diferencia de 240 personas a favor de la Unidad.

En términos absolutos, la reducción no va a ser mucha para el PSUV, pero los Bloques pueden equilibrarse en algo. Con la "hemorragia" de la impopularidad de Maduro detenida (al menos ahora), junto a un público del Bloque oficialista, un Estado y PSUV cohesionados, con una buena comunicación con las FAN, tal vez el gobierno considere puede asumir un 2015 complicado en todos los ámbitos, con el mensaje de "paz nacional" que puede ser atractivo para los No identificados, que pueden demandar valores como seguridad, no caos, y certeza.

Lo que procede ahora sería un estudio más micro de los públicos, el famoso microtargeting o data mining del que hablan los gurúes de las campañas y que encanta a los políticos para dejarse seducir, especialmente para el público No identificado, de manera de producir algo como una "taxonomía de los públicos" que ayude a la "contabilidad electoral", si es el caso, o para mensajes tipo narrowcasting.

En cualquier caso -al asumir que efectivamente el gobierno haya dado un giro a su estrategia por los motivos aquí sugeridos- próximas encuestas deben indicar si la acción del PSUV tiene éxito o no. Es difícil hacer un pronóstico hoy. 

En lo electoral, los fundamentals favorecen a la Unidad en mucho: un bloque casi mayoritario, un voto en contra de Maduro (si fuesen elecciones presidenciales) también alto, y una intención de voto para la AN igualmente favorable, con una diferencia de 21,9% a favor de la Unidad.

Queda a la Unidad superar el "histórico" 49% que hasta ahora es su techo y su promedio 2006-2013 es 45 por ciento -en IVAD de octubre, 49% es su intención de voto, las próximas encuestas serán decisivas en este punto- y eso pasa por construir confianza. Si eso se logra con calle o cada quien en lo suyo, es otra discusión que escapa a este artículo.

Para los dos grupos, los retos son formidables. 

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