En la llamada “marcha
anti-imperialista” del 15-12-14, Maduro anunció que “Voy a delegar, en el
Vicepresidente Arreaza, en los Vicepresidentes de Gobierno, en los Ministros y
Ministras, en el primer trimestre de año, toda la agenda política, toda la
agenda de gobierno, toda la agenda social, la voy a delegar, y me voy a
concentrar las 24 horas del día en el tema de ganar la batalla económica para
la prosperidad y felicidad de nuestro pueblo, no voy a hacer más nada”.
Este anuncio fue opacado por otros
que ocurrieron esa semana, pero lo afirmado por Maduro revela la conciencia que
tiene que está en su hora. Intuyo que el bajo perfil de Maduro estos días es
porque asume que el tiempo apremia para tomar decisiones que corresponden solo
a él, a más nadie. Posiblemente el programa con José Vicente Rangel el día 14-12-14 que pasó Televen, haya sido la antesala a esa realidad, por las preguntas que Rangel hizo a Maduro.
Maduro está en el punto al que
todos llegamos en algún momento de nuestras vidas, una o varias veces. Cuando
sabes que estás solo con tu conciencia, con tu olfato, con tus sentimientos, y
ya los consejos, los asesores, las encuestas, tu "pareja", tu familia, los análisis, dieron lo que tenían
que dar, pero ahora te toca decidir. Son esos momentos cuando intuyes que debes
decidir, y que esa selección tendrá importantes consecuencias. Son los
momentos que muestran tu verdadera estatura o se aproximan a desnudar de qué
madera estás hecho.
Es el caso de Maduro. Me luce que
la “caja de herramientas” incrementalista que tiene y que abordé en la entrada El sacudón de Maduro del 6-9-14, se agotó. Ya no puede seguir anunciando más comisiones, equipos de
trabajo, “altos mandos” para algo; ni siquiera hacer un anuncio contra sentido
como que va a “delegar la agenda política y social”, como si el arte de
gobernar fuera parecido a un cuerpo humano que se puede separar en partes. Es
una suma mayor a la de sus partes, es una totalidad en la que las partes son
interdependientes unas de otras ¿Delegar o consultar? es la pregunta.
La poca eficacia de ese
anuncio se ve en que luego no se habló sobre eso. No solo porque fue desplazado
por hechos importantes, sino porque en sí es ineficaz. El problema no es un
asunto de “agendas” sino de tomar decisiones que sabemos no van a contentar a
nadie, pero decisiones impostergables. Son esas circunstancias, la prueba de
oro de un político o de cualquier persona que le toque una situación así.
En psicología social, cuando se
habla del tema del liderazgo, usamos el término de trabajo adaptativo para
explicar situaciones como en las que se halla Maduro. En sencillo, situaciones
en las que “el librito” o las “jugadas de rutina” –tan caras a la política
venezolana, sean del gobierno o de la oposición- ya no sirven. Entonces, se
dice que “hay que hacer el trabajo adaptativo”, que no es otro que llevar la
situación a otro nivel. Por eso el atributo fundamental del liderazgo es la
influencia; porque debe persuadir para pasar de un estado A cómodo –el status
quo, las zonas de confort- pero que ya no sirve, a un estado B, normalmente una
situación de incertidumbre y que no va a contentar a muchos, porque significa un cambio. Este, gusta en el discurso -todos hablan del cambio- pero desagrada llevarlo a cabo. Aquí aparece la inercia que tiene más amigos que detractores. Amigos insospechados y poderosos.
Para evitar cambiar, “las jugadas de
rutina” es lo que llamamos el “trabajo evitativo”, agotado también por el
gobierno: es insistir, por ejemplo, en el tema de la “guerra económica” –que no dudo que haya
personas o grupos aprovechando la situación para ver si tumban al gobierno-
pero esa “guerra” es una consecuencia, no es la variable estructural, no lo que está en
juego, que es lo que el liderazgo o quien toma decisiones debe observar. Y no siempre
está visible, en la superficie, porque es más cómodo apelar a los “enemigos” o
“chivos expiatorios”, y construir una retórica del “nosotros” versus “ellos”,
en la que está atrapada la sociedad venezolana, por cierto, la que tiene
décadas haciendo “trabajo evitativo” para evitar hacer el “trabajo adaptativo”, por el colchón que ofrece poder chupar renta.
Al menos en las redes sociales se
respira un clima de “esto no aguantará mucho”. Aunque uno ya aprendió a no
prestar atención a esos climas que muchas veces son promovidos por poderes
fácticos y todo su aparato de difusión para ver si “la pegan” en la profecía
que se auto realiza -vamos a una situación terminal o estamos, hay una
información de conatos de saqueos en Catia, por ejemplo; ves, todo está a punto de
explotar, te lo dije, y a eso se le hace N cantidad de RT en tuiter, los que a su
vez confirman mi creencia de la situación terminal, y así…se le han ido los mejores años a la sociedad venezolana, claro, trasegando renta, porque inercial es, pero pendeja no es- la semana ofrece
indicadores objetivos que el tiempo le llegó a Maduro para tomar decisiones.
Por supuesto, puede decidir que
todo siga igual, a un costo político elevadísimo; o puede optar por otro curso
de acción. El problema aquí es que salir del status quo implicará severa críticas –creo que eso es lo que lo
para, así como el fantasma del Caracazo lo detiene en las medidas económicas,
por ejemplo, la subida del combustible- y pareciera no sentirse seguro para
asumir esos costos.
Tal vez la decisión de Obama y
Raúl Castro pueda servir de ejemplo a Maduro. Los dos hicieron el “trabajo
adaptativo” porque el “trabajo evitativo” –la retórica del embargo- ya no sirve a pesar que es cómoda para muchos grupos que viven de esa retórica,
y los dos ya asumen el costo político, pero dieron el paso, es lo que cuenta. Una vez que se rompe el status quo es difícil regresar a la situación ex ante.
¿Maduro dará el paso? No lo sé. Si me toca dar una opinión, le sugiero que lo haga. El costo-país que se paga ya es muy alto, solo para mantener una retórica que beneficia a grupos del gobierno y no gobierno (oposición + poderes fácticos).
Lo cierto es que Maduro está
en su hora.
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