Calle



El tema de la calle regresó a la agenda de la Unidad. No es que no estuviera, sino que su estatus no estaba claro; “calle y voto”, “voto y calle”, “calle y más calle”, sugerían combinaciones, pero nunca se precisaron los detalles sobre cómo esas fórmulas se concretarían en la cotidianidad.

El asunto se activó luego que el martes 13-1-15, Capriles anunciara que ahora “es el momento” para las movilizaciones en la calle, vía que ratificó el día 14-1-15 con el término de “movilizaciones reivindicativas”.

A la luz de las reacciones en tuiter, no parece haber un problema de fondo o conceptual con la calle entre “salidistas” y “no salidistas”, sino que el asunto es más el tiempo, el famoso timing de la acción política, para empujar la llamada "transición". Para los primeros, la estrategia fue (o es) promover una crisis; para los segundos, que la crisis haga su trabajo.

Si hay discrepancias, será para definir cuándo las movilizaciones cuentan. 

Por el comunicado firmado por Machado, Ledezma, y López el día 14-1-15, para que “hoy sea el momento”, tuvo que ocurrir primero “otro momento” (febrero de 2014).

Pero no es lo que quiero abordar en la entrada. 

En mi caso, mantengo mi objeción a la calle, principalmente porque la dirigencia que las promueve (y ha promovido) esta opción, hasta ahora no ha mostrado capacidad para organizarla, menos para conducirla, y mucho menos para responsabilizarse por sus consecuencias, salvo excepciones.

Una cosa es buscar una crisis política (“la salida”) o que “la crisis haga su trabajo” (la visión de Capriles), y otra es organizar la calle para ser alternativa y ganar confianza en la sociedad.

Aclaro –aunque lo he tratado en otras entradas del Blog como Aspiraciones políticas para 2014 o ¿Hay salida?- que respeto la calle como espacio para la protestas ciudadana. Mucho más en la Venezuela de hoy, en la que hay razones para protestar. Este comportamiento, de paso, es beneficioso para la salud de un sistema político. 

Las protestas pueden ser factor de innovación social o político, o para conocer el estado de una sociedad. Por ejemplo, la protesta ocurrida el día 16-1-15 en una pollera en Barinas. Especialmente, los contenidos de las pancartas y carteles de los habitantes que rechazaron la presencia de la Sundee en el establecimiento avícola barinés, que muestran el fondo no siempre visible o que no atrae la atención a "analistas".  

Mi diferencia es con la calle como vía para sacar gobiernos, más allá del voto (aunque se haga la promesa que habrá elecciones, luego que la "transición" haga su trabajo de "reconstrucción nacional"), que me luce es la moda en Venezuela desde los 90. Desde esa fecha, Venezuela está en "permanente transición" (no se sabe hacia dónde, realmente, pero no pinta bien). 

Por supuesto, mi opinión es una “opinión teórica”, en la medida que sacar un gobierno desde la calle es un hecho, producto de una acciones y son cosas que escapan a las opiniones, sino que se hacen (y no se anuncian).

Gallegos fue tumbado en noviembre de 1948. La calle no habló por él, pero fue tumbado. Fue un hecho. Solo quedó la denuncia, la resistencia, y luego la organización en la Junta Patriótica. Tomó 10 años que la “opinión teórica” coincidiera con los hechos. Allí la calle habló, y lo hacía al menos desde noviembre de 1957, para emitir su palabra final el 23-1-58.

El 27 de febrero hizo visible el agotamiento del modelo de Punto Fijo, y como encanta decir a muchos, “fue el comienzo del fin”. Ocurrió, es un hecho.

Salvo Caldera y Velásquez, los presidentes de los 90 para acá, fueron sacados. Maduro está a prueba. Mi deseo es que su cambio ocurra a través del voto, pero nadie lo puede asegurar en estos momentos.

Este tipo de calle son momentos que se calibran, audacia, recursos, y no lo que se opine en cuanto al "deber ser". Es la lógica de la famosa expresión del Presidente Luis Herrera Campíns (1979-1984), Los militares son leales hasta que se alzan.

Lo anterior, también es otra razón para mi reserva hacia la calle: ofrece incentivos a los “aventureros” que pueden aprovechar la movilización de la sociedad, para “tirar una parada”. Si tienen éxito, gobernarán. Si no, es la sociedad asume el costo máximo (que algunos justificarán con el expediente del "sacrificio necesario, "el dolor para la libertad", etc).

A uno le quedará estar en desacuerdo con estas acciones de hecho, pero pasaron. Y ya, guste o no. Como sugiere Bobbio, la fuerza es fuente de derecho, pero el derecho regula la fuerza. Creo en lo último, y por eso la calle que favorezco es “la calle del voto”. 

En este sentido, no hay “tiempos perfectos”, sino prever las consecuencias de las acciones a partir de un diagnóstico, y decisiones oportunas.

Posiblemente “la calle del voto” no sea el sentimiento mayoritario en la oposición o, al menos, en la que forma e influye en la opinión pública, sino la idea de calle como espacio para una "transición" por "la angustia colectiva".

Esta semana, leí un artículo de Axel Capriles, que ejemplifica lo anterior. Dice el articulista de El Nacional que, “En el siglo XVIII, el pueblo de París, hambriento, sin pan, engañado repetidas veces, intentaba rebelarse sin lograrlo. El enjambre de mujeres que gritando y pidiendo pan desató la Revolución Francesa, no se movió de manera espontánea sino acicateado por dirigentes experimentados para excitar a las masas y llamar a la insurrección popular”.

La calle como excitación “de las masas” que es lo que realmente es la calle desde la perspectiva de la psicología de masas, y tal vez en mi caso, pida un imposible, que va en contra de los comportamientos colectivos: una calle racional (que es posible, desde el enfoque cognoscitivo de la psicología social para explicar los comportamientos colectivos), pero que no interesa a la mayoría.

Pero como la libertad de expresión se ve cuando se ejerce, creo en la “calle racional” (cercana a la “calle del voto”), y como el tema de las movilizaciones y la calle vuelve a la agenda, estimo que la calle requiere de precisiones.

Vería seis áreas para concretar la calle:  

1.-Definición de la calle ¿Cuál calle se va a adelantar? 
¿Es un tipo de calle o varias calles? ¿La calle de febrero de 1936, la de enero 1958, o la de noviembre de 1957? ¿La calle del Maidan de Ucrania o la calle de París de la marcha del 11-1-15? ¿La de los indignados de Madrid, la de Ferguson, o la de New York? ¿La calle de la Primavera Arabe, la de Solidaridad en Polonia, o la de Occupy Hong Kong o Wall Street? ¿La calle de plebiscito chileno de 1988, la calle argentina de 1983, luego de la derrota de los generales en Las Malvinas, o la del Muro de Berlín en 1989? ¿La calle de Venezuela de las marchas estudiantiles de los 80 o la calle de protesta de los 90? ¿La calle de 2002, la de 2004, o la de 2005? ¿La de la reforma a la constitución y del cierre de RCTV de 2007? ¿La calle de abril de 2013 o la de febrero de 2014?
Tan importante como hablar de calle y movilizaciones, es precisar cuál calle y cuál movilización.

En los “enfoques de calle” ¿Cuál? La calle típica de Venezuela: agitar para ver si “se prende el peo” para “ver qué pasa” o “para tirar la parada”.

¿Una calle más sofisticada que la anterior? Es decir, la calle de los “métodos no violentos”.

Después de ver la película “El mayordomo de la Casa Blanca” (la vi a mediados de 2014), pude entender la lógica de la acción no violenta. La escena de los chicos negros en la fuente de soda de blancos, y su comportamiento cuando eran agredidos, es la mejor imagen de lo que la teoría de la acción no violenta sugiere. Al menos, en lo que he estudiado sobre esos métodos. Después de 20 años de leer sobre eso, por fin lo entendí.  

Como estudiante apliqué algunos de esos métodos cuando me tocó ejercer puestos de representación estudiantil y hubo conflictos por la calidad docente, y una conclusión que tengo es que esos métodos requieren no solo una técnica sino una disposición, que no creo que en Venezuela tengamos. 

Esa disposición es una cierta humildad para poder aplicar estos métodos, que no son fáciles o inofensivos. Por ejemplo, en el Satyagraha de Gandhi, el sufrimiento es fuente de poder, pero el sufrimiento sobre quienes hacen la acción no violenta (Engler y Engler, 2015). 

No sé si una sociedad tan prepotente y “quítame esta pajita de encima” como la venezolana, esté dispuesta a pagar ese precio, y no opte por lo tradicional en Venezuela cuando hay diferencias, “los hombres maduros que se miran a los ojos para ofrecerse, de forma elegante, unos coñazos”.

Tal vez el futuro avance hacia los métodos no violentos. Un amago de eso –en la categoría de los métodos no violentos menos complejos- fue la buena idea de los chicos de la Unidad de ir a las colas con caramelos y agua, para compartirla con quienes hacían la cola en los mercados. Pero no todas las acciones no violentas son así. Algunas suponen dolor y sufrimiento. 

2.-Objetivos de la calle 
Estimo que esto será el tema de fondo para la Unidad, lo que puede unir o mantener las diferencias- ¿La calle para promover una crisis que avente a Maduro y su gobierno o la calle para explicar el “fracaso del modelo”? ¿La calle para mantener el apoyo de los más convencidos o "duros" de la oposición –cerca de un 25% en el Bloque opositor, de acuerdo al IVAD a octubre de 2014– o para “sumar a los descontentos”? ¿La calle para elevar el entendimiento de la sociedad sobre los problemas que vivimos o para alimentar la frustración por la dura vida que nos toca vivir, para ver si se moviliza? ¿La calle para una meta electoral, la “calle sin retorno”, o la “calle para la transición”? ¿La calle para generar confianza o para comunicar que el gobierno está “en fase terminal”? ¿La calle como espacio para el encuentro de la afectividad colectiva o para mostrar fuerza?

¿Qué se busca con la calle: es una actividad terminal –la calle como fin en sí misma- o tiene un propósito instrumental –la calle como medio para otro objetivo?

3.-Para quién va dirigida la calle 
¿La calle para las elites o para la sociedad? ¿La calle para abrir la puerta a los militares? ¿La calle para abrir la puerta a nuevos movimientos políticos y sociales que están en la sociedad? ¿La calle para los gatopardo o la calle para los innovadores? ¿La calle para grupos determinados –corporativismo- o la calle para la pluralidad de la sociedad?

4.-Tiempos de la calle 
¿Cuándo arranca la calle? Y lo más importante ¿Cuándo cumple sus objetivos? ¿Cuándo termina? ¿Cómo mantener la calle en los tiempos pensados? ¿Cuándo sustituir la calle si los hechos evolucionan hacia otra cosa? ¿Cómo administrar los tiempos de las acciones de calle?

5.-Acciones de la calle 
¿Se comienza con un gran acto o con actos pequeños? ¿Es la desobediencia civil en un establecimiento o, por ejemplo, la marcha de Selma a Montgomery de Luther king? ¿Es otra cosa, desobediencia civil, por ejemplo? ¿Una sola forma de expresar la calle o una pluralidad de formas?

6.-Responsables de la calle
¿Una persona o un equipo? Si todo sale bien, ya sabemos. Muchos serán “los padres del éxito”…..y todos querrán "anotarse a ganador", pero ¿y si sale mal o no de acuerdo a lo esperado? ¿Si la calle se desborda, lejos de la organización, qué se hace, quién “da la cara”?

Mi “calle” es la del voto. No veo posible combinar “calle y voto”. Los hechos de abril de 2013 y febrero de 2014 sugieren que esa combinación es complicada, y no se ha logrado. Tal vez, la coincidencia entre factores de la Unidad que se ve ahora en cuanto al tema de las movilizaciones, logre la combinación en los anuncios que la MUD ha prometido. 

Leía hace meses en Prodavinci un ensayo de Ana Teresa Torres en la que, entre otras cosas, escribía que no podía decir si el pueblo venezolano llevaba la democracia en su ADN. Que podía llevarlo como no poseerlo.

Pienso que sí lo lleva, y agrego, su mecanismo es el voto. Mi certeza sigue una cierta lógica popperiana, en el sentido que cada vez que esa certeza se “falsea”, se prueba la democracia, cuando hay motivos para derribar todo.

La sociedad venezolana ejerce un rol de contención frente a los excesos de las elites “de cualquier ralea”, y ese es su ADN democrático.

Hoy, pasa por su prueba más dura que puede anular ese ADN. Las carencias producto de las erradas políticas del gobierno, su obsesión con la planificación centralizada, y un discurso muy corrosivo en redes sociales sobre la política y, en particular, sobre el voto, que han generado un ambiente propicio al cinismo, la intolerancia, la burla, la inquisión.

Al final, mantengo mi opinión que los electores sufragarán a partir de evaluar la gestión, en este caso, de Maduro y su gobierno. Si no es buena, el voto no lo favorecerá. Como creo ocurrirá.    

Así, la calle que veo es explicativa. Se habla del “fracaso del modelo”, pero poco se dice del modelo a venir, más allá de consignas generales o “tripearse” lo que hace el gobierno, en el tono “sabrosón” y “sobrado” de formadores de opinión. Es en ese terreno, en la “calle explicativa”, donde la oposición ganará su status de alternativa confiable, más allá de ser oposición o ser escogida por ser “el menor de los dos males".

Esta calle suena fácil, pero no lo será, a medida que se desarrolle, porque es una calle de contraste, de interpelación, y eso choca no solo con muros individuales sino sociales. En crisis es más fácil buscar chivos expiatorios que explicar lo que está en juego en una sociedad, más allá "de la angustia colectiva". 

¿Llegó el momento, como dicen los “expertos”, de “resignificar” la “calle”?

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