No quedé satisfecho con el
mensaje de Maduro en la AN el día 21-1-15. Maduro
desaprovechó una oportunidad de oro –imagino que tuvo buen rating, tenía la
expectativa del regreso del viaje- para hablar al país y explicar lo que está
en juego en estos momentos, como sociedad. Hizo amagos cuando afirmó que “el
petróleo a 100 dólares el barril no volverá, no volverá”, pero en general, el
mensaje pudo estar mejor estructurado, tanto en la forma como en el contenido.
Pero ese es Maduro. En la entrada
El sacudón de Maduro, aproximaba una explicación para el “estilo Maduro”
–lento, burocrático, incrementalista, y de ir tanteando el terreno- y pienso
que la foto tomada a guasa en tuiter de Maduro mirando al mar en Argel en su
viaje de enero de 2015, lo retrata muy bien en su personalidad: un individuo
relajado –“ya vienen los anuncios, dejen los nervios”, dijo en su mensaje a la
nación- pero al mismo tiempo, absorto en su mundo, y eso puede
restarle velocidad y sensibilidad para tomar decisiones en tiempos de crisis.
Está bien no “tener nervios”, pero no tenerlos tanto, lo aleja del “principio
de la realidad”, su principal debilidad en cuanto a su personalidad, a mi modo de ver.
Ni siquiera las dos medidas
importantes desde el punto de vista de las expectativas de ese día –ajuste del
cambio y aumento del precio de la gasolina- pudo explicarlas de forma ordenada,
clara, y precisa; sino de nuevo, “el estilo Maduro”, vueltas, vueltas, vueltas,
y el miedo a que le digan “neoliberal”, para decir lo que pudo decir en pocas
palabras ¿Trasladar el costo político a otros? A estas alturas, pensar así luce algo
“naive”. Los números de las encuestas sugieren que esto no es posible, y más
bien, no trasladar sino asumir la impopularidad, puede mejorar la imagen de
Maduro. Hollande asumió la crisis luego del crimen de Charlie Hebdo. Subió su
valoración. Obama asumió decisiones luego de las elecciones de mitad del
período en las que no salió bien parado. Aumentó su aprobación, y le reconocen que es una
persona “que lucha por lo que cree”.
En eso, Maduro piensa como un
político tradicional de Venezuela (sea del gobierno o de la oposición): “déjame
pasar agachao en la crisis y trasladar el costo político, para no afectar la
popularidad, y en el momento preciso, aparezco para cobrar”. Esta lógica pienso
ya no sirve en la Venezuela de hoy, o rinde poco.
Comencemos con lo más sencillo
¿Qué me gustó del mensaje? Dos cosas:
La primera, la construcción del
pueblo como factor de paz, de contención, en frases como “el pueblo habló con
la paz”, “el pueblo expresó X cosa”, y esa visión de una sociedad como factor
de contención ante los excesos, es una buena construcción la que, por lo demás,
me luce ajustada a la realidad, y que es una fortaleza del país a mantener, no
erosionar. En ese sentido, la fortaleció.
Lo segundo, el llamado al
diálogo, solo que el llamado ya es rutina, ya es inercial, porque va precedido
de insultos o no se especifica la naturaleza del diálogo, de manera que queda
como un llamado genérico, para cumplir con la retórica, pero sin un compromiso
real.
Tal vez el gobierno y la
oposición pudieran preguntar a Cuba y a los EUA cómo hicieron para llegar a dialogar, y a partir de
eso, hacer un workshop en algún lugar fuera fe Venezuela (no lo avisen por
favor), y ver si es posible avanzar en ese tema.
Tal como lo veo hoy, el tema del
diálogo ya no es el momento o si lo apadrinan “personalidades”, sino qué se
tiene para dialogar y los detalles del mismo. Como dice el dicho, “el diablo
está en los detalles”. Y faltan muchos “detalles” para alejar a “los diablos”
que trancan esta posibilidad.
Vamos a lo más complejo ¿Qué no
me gustó? Veamos. En forma y fondo.
Forma.
El mensaje a la nación no pareció
tener una estructura. Algo como “la memoria y cuenta”, y luego los anuncios o
reflexiones. Fue de todo un poco, desorganizado.
El discurso arrancó con palabras
que estimulan la polarización, lo que no fue un buen comienzo, porque pudo
predisponer en contra del mensaje a muchas personas de forma innecesaria, como
creo pasó. Es el mensaje a la nación, no un discurso a la asamblea del PSUV
(aunque en las palabras de Maduro el 23-1-15, me pareció que el mensaje del 21
fue dirigido al público opficialista). Y abordó hechos que hoy polarizan con
fuerza: febrero de 2014, pero solo habló de una parte de las víctimas, pero no
de la otra parte de las víctimas, con lo que desaprovechó la oportunidad para
ir poniendo las cosas en su lugar acerca de lo ocurrido durante esos meses, al
menos en el plano del ánimo de la sociedad, para bajar tensiones (sobre el
fondo planteado por Maduro, "la conspiración", lo abordo más adelante, en el
fondo). Más bien, las inflamó.
Tampoco fue una memoria y cuenta
propiamente, y eso es una debilidad. Maduro tiene dos años en la Presidencia y
ya se le evalúa mayormente por su gestión, y menos por ser “el hijo de Chávez”
(en el público nacional; en el público oficialista, puede ser esta evaluación),
por lo que pudo presentar hechos de su gestión.
El año que viene, llegará a la
mitad de su lapso, por lo que ya tiene una gestión propia para evaluar, y ni
siquiera o lo hizo poco, habló de la gestión propia, de sus iniciativas.
Por ejemplo, en las FAN, tema en el que se puede decir que ya hay un estilo
propio del gobierno de Maduro.
Llamó la atención que el tema de la seguridad no lo tocó, a pesar que su gobierno ha hecho más allí que el de Chávez (en mi opinión), y verlo con una perspectiva crítica a partir de los resultados obtenidos. También me llamó la atención la forma superficial como abordó su viaje a los países OPEP y No OPEP, dada la trascendencia de esta iniciativa (aunque el petróleo no llegue a 100 dólares como dijo), que pienso merece el apoyo de la sociedad, porque el petróleo es nuestro recurso principal, tanto para los que gobiernan hoy como para quienes quieren ser gobierno.
Llamó la atención que el tema de la seguridad no lo tocó, a pesar que su gobierno ha hecho más allí que el de Chávez (en mi opinión), y verlo con una perspectiva crítica a partir de los resultados obtenidos. También me llamó la atención la forma superficial como abordó su viaje a los países OPEP y No OPEP, dada la trascendencia de esta iniciativa (aunque el petróleo no llegue a 100 dólares como dijo), que pienso merece el apoyo de la sociedad, porque el petróleo es nuestro recurso principal, tanto para los que gobiernan hoy como para quienes quieren ser gobierno.
En el “plato fuerte” del gobierno
–lo social- tampoco supo explicar medidas positivas como la tarjeta salud para
los abuelitos. Quedó como una medida compensatoria más. Tampoco se extendió en
las obras de infraestructura que se adelantan. Habló del Metro, pero el momento
fue bueno para comentar, por ejemplo, la excavación de los túneles para la
nueva vía a Vargas, que es una obra de envergadura, junto a otras que adelanta
su gestión, o los autobuses –él como exchofer del Metrobus- para las nuevas
líneas públicas que se inauguran en Venezuela. Ese chance también lo perdió.
Tampoco fue un mensaje
auto-crítico, que le hubiese dado credibilidad a Maduro, que la tiene muy
averiada. Más allá de la “Guerra económica” ¿Cuál es el “estado de la unión” de
las empresas y sistemas de alimentos del gobierno? por ejemplo. Y ofrecer datos
claros: trabajamos para en X numero de días resolver A, B, y C, y en tanto
tiempo los “anaqueles estarán llenos”. La auto-crítica con argumentos, datos,
no debilita, sino fortalece. Los políticos le tienen miedo a eso, y optan por
los aplausos de los “amigos de la causa”, de la “república de amigos”, que tanto
gusta a los políticos de cualquier laya, porque les da seguridad.
No fue un discurso hecho para
innovar. El gráfico en el Coeficiente Gini ya está trillado. Chávez también lo
usó, y no se vio ganas de hacer algo diferente para mostrar los logros del
gobierno. Tal vez la prepotencia del poder suponga que esos logros son tan
buenos, que no pueden dejar de verse. No es así.
Se pudo ser más creativo. Por
ejemplo, como hacen los presidentes de EUA en el SOTU –hablo de los EUA porque
es probable que el ejemplo sea familiar para las personas- en vez de hablar de
una “estadística fría” y ya trillada, pudo mostrar el “Gini de carne y hueso”.
Es decir, en vez de llevar las
barras de consignas ruidosas y ya fastidiosas que llenan la AN, pudo llevar a una familia que
pasó de un rancho a un apartamento de la GMVV. Pudo llevar al niño que fue
operado en el Cardiológico Infantil, o a un profesional graduado de las
universidades públicas nuevas. A una trabajadora de una fábrica del Estado que esté
en producción. A unos pensionados, y en cada uno de estos ejemplo, relatar el
antes, el después, y el futuro.
Pienso que lo anterior hubiese
sido más efectivo que volver a mostrar la lámina del Gini y volver a decir,
“que los ministros vengan a la AN para debatir”. Ya eso no levanta, no invita.
Ya sabemos que será un torneo de insultos, también rutinarios y fastidiosos.
Pareció un discurso plañidero,
que no presentó un desafío al futuro, para energizar a la nación. Fue la queja
y el desahogo en la que anda la sociedad venezolana desde hace por lo menos 30
años. Amargada porque ya no puede chuparle más a la renta petrolera. Se chuleó
al petróleo, y hoy está molesta porque ya no lo puede chulear con la misma
rentabilidad del pasado.
Por ejemplo, cuando Maduro
comentó la afirmación de Obama en el SOTU que luego de 30 años, “somos libres
del grillete petrolero extranjero”, al tener las importaciones de crudo en sus
mínimos históricos. Ante esto –porque ese “Mensaje a García” de Obama también
es para Venezuela- esperaría de Maduro un reto similar. Algo como, “Luego de 30
años, somos fuente confiable de petróleo para….” O algo más desafiante, “En 5
años, Venezuela será la principal fuente confiable de energía a los mercados
emergentes”, o algo así. Pero nada porque no puede ofrecer un desafío así o de
cualquier otro tipo. Solo la queja.
Por supuesto, se me dirá para
este ejemplo y los otros, que no se puede decir algo así, porque “todo está
destruido”. Está bien, pero mi idea es destacar el sentido de la respuesta ante
una realidad: EUA importa menos petróleo. La respuesta debió ser una nueva meta
o reto para la sociedad venezolana, pero fue el “llantén” tradicional
venezolano: “por culpa de”…..no soy lo que pude o podría ser. De aquí nuestro
“por culpa de”. En este caso, el culpable es el fracking, junto al ladilloso
documental del canal 8 de la persona que abre un grifo de agua, le pone fuego
al chorro del “vital líquido”, y éste agarra candela, por culpa del fracking.
Un país que vive en la comodidad
de “buscar un culpable”, y que le tiene culillo a los desafíos, que no sea desahogarse o tirar "cuatro gritos" y "para un peo".
Venezuela es una sociedad incapaz
de construir una visión compartida, y está pendiente más de “lamer sus heridas”
que de cerrarlas. Dejarlas abiertas para mantener el “rentismo emocional” para
lo de siempre: evitar cambiar y chantajear a quienes quieren hacerlo. Ni “tirios
ni troyanos” quieren ese cambio, más allá de los puestos del gobierno y del
poder. De resto, para seguir en lo mismo.
Fondo.
Acerca del contenido del mensaje,
me centro en los mensajes latentes del discurso. No en los mensajes manifiestos
ni en los “anuncios económicos”, que han sido abordados por personas muy
calificadas. Nada tendría que aportar allí.
En los contenidos, identifico 4
temas latentes en el mensaje de Maduro:
1.-“Se dañó la posibilidad de hacer
una gestión de gobierno normal”
De sus palabras –no solo en este
mensaje- me queda la impresión que Maduro pensó en 2013 que era posible algún
tipo de relación con la oposición, para poder desarrollar una gestión de
gobierno normal.
Su larga introducción en el
mensaje dedicada a explicar su llamado al diálogo y el consecuente fracaso de
ese llamado –“Me dijeron que el diálogo debía ser en cadena, está bien; que
iban a hablar 14, está bien; que se incluyera al Papa; está bien; que viniera Unasur,
está bien; y luego le dieron una patada a la mesa”- y la intensidad y molestia
con que lo cuenta, sugiere no solo conciencia que la posibilidad de un buen
gobierno se fue, y puede explicar su encono hacia la oposición, a la que
considera no fue capaz de evitar esto a pesar que –desde su visión- “le abrí
las puertas de Miraflores”.
Supone Maduro que la razón para
este comportamiento no es solo “las órdenes del imperio”, sino un contenido que
repite constantemente: “me subestimaron”, con lo que indica que es percibido
como alguien que no es capaz. Esto, en algún sentido, lleva a que Maduro se
pruebe contra sí mismo de forma permanente. Esto puede explicar la prepotencia
que exhibe, aunque no tan fuerte como a mediados del año pasado.
En resumen, Maduro sabe que su
gestión estará marcada de por vida por los años 2014 y 2015. Luce consciente
que la gestión que quería es imposible, y solo queda la posibilidad de una
gestión aceptable. Culpa de eso a la oposición, que lo subestima y no tomó en
serio su deseo de una relación menos conflictiva.
El dramatismo de esta realidad
que Maduro sabe, es la aprobación de él como Presidente. A mediados de 2013
estuvo en el 50 por ciento, luego bajó a los 40 y tantos, y se estabilizó allí,
para caer producto de la crisis económica acicateada por “La salida”, a 20
puntos.
2.-“La oposición no sabe su papel
y no es confiable”
Este no es un contenido
exclusivamente de Maduro. Viene desde Chávez, pero en Maduro es recurrente y
está vinculado al punto anterior: se quisiera una oposición que “sepa su
papel”, que en el gobierno se ve como una oposición “que tenga aguante" así como los que hoy gobiernan lo hicieron durante los gobiernos
de AD-Copei, y "tenga palabra".
Pero para el gobierno, esa
identidad no existe porque no es confiable. En palabras de Cabello: “no tienen
palabra”.
Desde la perspectiva del
gobierno, el problema es ese: “Está bien, se acuerdan cosas con la oposición,
lo que digan, pero quién compromete allí. Si no gusta ¿Podrán los políticos de
la oposición aguantar el rechazo de los poderes fácticos, de un editorial, de unos
tuits, de unos artículos de opinión?”. Y la respuesta es: “No, no lo
aguantarían, por eso no saben su papel y no se puede confiar en su palabra”.
Es lo que personas del gobierno
llaman “el telefonito”, para referirse a lo que para ellos son inconsistencias
de la oposición: acuerdan unas cosas para a última hora, cambiar, luego que
suena “el telefonito”.
3.-“El Welfare state chavista es
nuestra marca”
Es un contenido central del
discurso oficial. Cuando Chávez existía, pero estaba disperso, imagino por la
cantidad de misiones. Con Maduro, en el lenguaje, se busca darle a esta
dispersión un sentido de “Estado de bienestar”, que toma múltiples nombres como
el “Sistema de protección social” (o de paz) u otros (“Base de misiones”).
A pesar que Maduro dejó ver esta
idea, no fue capaz de dar un relato comprensivo de este “Estado de bienestar chavista”.
Se limitó exclusivamente a las cifras tradicionales: Gini, reducción de pobreza,
aumento del salario mínimo.
En este último, olvidó lo
cualitativo para darle rostro humano a ese bienestar cuantitativo. Maduro solo
habló que en 15 años, el salario mínimo registró 28 aumentos. Más nada.
Sin embargo, este contenido es
todavía poderoso y me atrevería a decir que subestimado por la oposición.
Por ejemplo, las colas. Mi
impresión por las reacciones a la marcha convocada por la Unidad el 24-1-15, es
que muchos apostaron iría una multitud, percepción causada en parte por la
opinión que intentan imponer los poderes fácticos –como opinión unánime- que
“esto ya se acabó” y “que en las colas ya no se aguanta la situación”, por lo “pronto habrá
un desenlace”. No parece ser así. Al menos ahora. Un buen diagnóstico es tan
importante como organizar una marcha.
Digo lo anterior, porque al leer
reseñas de corresponsales foráneos sobre las colas, se tiene otra percepción,
distinta a la local, sesgada por los contenidos a favor el gobierno y si es en
la oposición, llevar todo al extremo.
Ahora –especialmente en economía
o vida cotidiana- complemento con las notas de medios foráneos, para
tener una visión más densa o informada de los asuntos.
Por ejemplo, la nota de los
corresponsales de Bloomberg Anatoly Kurmanaev y Andrew Rosati del 19-1-15,
termina con lo siguiente:
“The opposition is also hampered
by divisions between a strategy of gradual change supported by former
presidential candidate Henrique Capriles and a campaign of civil disobedience
advocated by the now jailed leader Leopoldo Lopez.
“Celio Gomez, a retired telephone
operator in Catia, is not interested in their arguments. Even in the current
crisis, poor people still have more purchasing power than before Chavez, he
said.
“The fear is not being able to
buy enough’, said Gomez. ‘In 1989, the Caracazo, you couldn’t afford a thing. Back
then it turned into chaos” (subrayados míos).
Ese mayor poder de compra de los
pobres hoy que en el pasado, es a lo que se refiere el “Welfare state
chavista”, que trató de bosquejar Maduro en sus palabras. Que el “purchase power” sea dinero
inorgánico y no resultado de la productividad de los factores de producción, no
le resta importancia política a la afirmación de los periodistas de Bloomberg.
4.-“El objetivo es romper el amor
del pueblo con el chavismo”
Este es el punto coyuntural del
discurso, pero que hace visible el objetivo principal del gobierno. Maduro
expresó que, “Chávez nos dejó un encargo histórico: preservar la paz de la
patria”.
En esta cita, está la nuez, lo
que define al gobierno y sus acciones.
Maduro dijo que hay nuevos intentos
para derrocar a su gobierno. Esa noche, en su programa en VTV, Cabello habló de
“La salida dos”.
Maduro en su mensaje mostró
grabaciones de personas que hablaban de buscar “peo” en las colas, para
“prender la vaina”.
En tuiter leí mensajes que decían
que esas personas eran “habladores de pendejadas”, para despachar el problema
de las grabaciones. No dudo que sean eso. Es más, si algún tema en Venezuela se
presta para “hablar pendejadas”, es la política, tanto en la calle como en
fastidiosas reuniones.
El punto es que esos “habladores
de pendejadas” ya se hacen frecuentes y como reveló el caso Charlie Hebdo, no
hace falta un ejército para acciones letales. Algún “lobo solitario” –término
que usan ahora los estudiosos de la violencia política- puede crear una
situación de inestabilidad política y miedo social.
El punto de fondo es que esos
“habladores de pendejadas” contaminan –sea porque sus acciones así lo hagan o
porque el gobierno fuerce a eso- las legítimas acciones de calle y protesta que
adelanta la sociedad y la Mesa ¿Cómo evitar esa contaminación?
Es aquí donde no veo fuerza en la
oposición, y en parte explica la inercia que hay en el país.
Los extremistas no pueden evitar
la contaminación, porque el ambiente de inquisición que crearon, ya les “pasa
factura” a ellos, sus creadores. Tal vez por eso, entre otros motivos, “el
cuarteto de líderes” como los llaman –Capriles, Ledezma, López, y Machado-
hayan decidido dialogar, porque el “monstruo” que vienen estimulando desde
2012, los está devorando. Ya no controlan el clima de opinión inquisidor que
promovieron, y ahora se les revierte en su contra.
Tampoco controlan a los poderes
fácticos, quienes hoy vuelven a la carga, con sus conspicuos voceros de siempre:
Dieterich, Miquilena, Ugalde, entre otros. Los tres con el mensaje de siempre.
El mismo de hace unos meses. De hace unos años. De hace……
Los moderados, por su lado, están
chantajeados porque los acusan y señalan públicamente de “colaboracionistas”, “débiles”,
“Chamberlain”, “Petain”, “Quisling”, o que les retiren el saludo en la calle, y
adoptan un bajo perfil, hacen concesiones al clima de opinión que hace ruido
para mostrar “que se portan bien”, o envían “indirectas” en notas de prensa o
artículos de opinión para marcar la diferencia con los extremistas, pero su posición pocas veces
queda clara. Tampoco tienen fuerza para evitar esa contaminación.
Finalmente, no hay poderes de
referencia, que sean contrapeso. Los intelectuales son uno, sean de academia o
de opinión. Tampoco tienen fuerza para eso, y no se sabe si en algún momento en
tiempos recientes, la tuvieron.
Cuando “la salida” de CAP en los
90, el papel de la intelligentzia venezolana tampoco fue brillante. Tal vez nuestros
intelectuales actuales son buenos para escribir un sabroso artículo para el
café del domingo, un tuit “inteligente”, o recibir y hacer “homenajes” con algún
discurso para la ocasión, pero hasta allí.
De manera que hay un serio problema
político ¿Cómo separar la calle de protesta legítima de la calle de aventura?
Nadie está en capacidad de “ponerle la cascabel al gato”. Esto tranca todo, y
está en el origen de la inercia y del hastío que se instaló en la política y
sociedad venezolanas.
Así las cosas, se puede prever
que en el corto plazo, lo que tengamos sea un gobierno que se blinda para que
no lo tumben, una oposición que tratará de canalizar el descontento, sin
control del “clima de inquisición” que creó y de los poderes fácticos que la influyen; y la gran
interrogante: el pueblo, la sociedad, la gente ¿Cómo estarán procesando todo
esto, más allá de lo que se dice en una cola?
Esta es la gran interrogante para
el diagnóstico y la estrategia, a mi modo de ver.
Espero que la contención del
pueblo nos ayude a llegar a la “bahía electoral” para que los electores opinen
y den una nueva correlación política, que rompa la inercia, las ataduras, y los
chantajes. Estos últimos, como casi todo en Venezuela, ya no intimidan sino
fastidian.
En resumen, desde la forma, el
mensaje de Maduro pudo estar mejor estructurado en la lógica de una memoria y
cuenta. En el contenido, le faltó una buena dosis del “principio de la
realidad”, que le hubiese dado mayor credibilidad al mensaje.
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