Desde su declaración en mayo de 2014
que personas de la oposición solicitaron al gobierno de los EUA no aplicar
sanciones a funcionarios del gobierno de Maduro, la Secretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental,
Roberta Jacobson, constituye todo un caso para el análisis político.
Por un lado, Jacobson es bastante
consistente en lo que dice de mayo de 2014 a la fecha, al menos en el tema Venezuela, diálogo gobierno-oposición, y sanciones.
Pero por otro lado, sus
declaraciones me lucen frívolas en el sentido que no parece consciente de las
consecuencias que sus palabras producen. No sé si sea candidez, que sea presuntuosa, o si como
funcionaria pública está obligada por juramento a decir lo que dice, pero la
señora Roberta encaja en el estereotipo del policy
maker de cualquier gobierno norteamericano, que asume que una decisión
ejecutiva tiene un poder autogenerativo, sin tomar en cuenta las
particularidades del contexto al que esa decisión apunta, y mucho menos hacer el trabajo diplomático de explicarla.
¿Cándida, presuntuosa, o una persona fuera de
contexto? Las "tres caras" que percibo de la señora Jacobson.
El día 3-4-15 la diplomática
norteamericana afirmó que está “decepcionada” porque “No hubo más
países que defendieran que (las sanciones) no eran para dañar a los venezolanos
o al gobierno venezolano en su conjunto”, sino contra funcionarios específicos
del gobierno de Maduro.
Es en este punto donde la forma
de pensar de la Jacobson me genera dudas ¿En verdad esperaba una reacción
distinta? ¿Hizo el trabajo diplomático detallado para explicar su posición, y evitar la "decepción"?
No lo pregunto por la razón
mayoritaria en la opinión pública venezolana; que “el gobierno de Chávez y
ahora Maduro, compró a todos los países de la región” –los venezolanos somos
tan prepotentes, que creemos podemos comprar todo y que todo el mundo tiene un
precio- sino porque en sus palabras, la funcionaria del Departamento de Estado
deja ver que las sanciones producirían un efecto político por sí solas, una vez
que a juicio de Jacobson, no había más nada que hacer, fracasado el diálogo
gobierno-oposición y el creciente autoritarismo del gobierno de Maduro.
Si el objetivo era penalizar el
naufragio del diálogo de abril de 2014 ¿Las sanciones contra funcionarios
particulares ayudarían a retomarlo o a visualizarlo?
No parece, si nos atenemos al
programa de radio de Obama el día 4-4-15, en el cual explicó el marco del
acuerdo con Irán para evitar que este país se haga de un arma nuclear. Obama expuso
que el acuerdo era la mejor opción, y dejó ver los efectos limitados o nulos de
las sanciones a la nación persa, porque pese a las sanciones, “Irán logró
avances en materia nuclear”, dijo el mandatario de los EUA.
¿Qué podría decir un gobierno de
la región en el caso venezolano? ¿“Apoyamos las sanciones contra 7 funcionarios del gobierno de
Maduro, para preservar los derechos humanos y la transparencia en el uso de los dineros públicos”? Hubiese sido un
dime y diretes de quién “puede lanzar la primera piedra”, y el receptor inicial
de las críticas hubiesen sido los EUA, país que no vive su mejor momento en
materia de derechos humanos dentro de su territorio, y uno de los promotores de
la ley de sanciones contra funcionarios de Maduro (Robert Menéndez), hoy es acusado de corrupción por su
propia cámara (el Senado).
Otras naciones hubiesen aplicado el
refrán, “Si ves las barbas de tu vecino arder…”, con una probable respuesta contraria a la esperada por Jacobson. Por ejemplo, México, país
donde hay violaciones a los derechos humanos desde el Estado, la
“narcopolítica” tiene espacios, y el poder se hace sentir en los medios (el despido de Carmen Aristegui).
El diálogo de abril de 2014 en
Venezuela murió por falta de apoyo interno, porque no tuvo dolientes en la sociedad –me
cuento entre sus pocos dolientes- más allá de la noche del 10-4-14, que fue no
diálogo sino un desahogo, al que muchos le han sacado provecho político, pero
más nada.
El punto es ¿Cómo hacer que el
diálogo tenga dolientes, más allá de la formalidad que “en política se dialoga”
y lugares comunes de este tipo? Si en abril de 2014 el diálogo tuvo
adversarios, hoy se han multiplicado. Y un diálogo también tiene un contexto,
una atmósfera, que hoy no existe en
Venezuela. El gobierno se siente sobrado, que "remonta la cuesta"; y la oposición no tiene fuerza
política para decir, “quiero o no quiero diálogo”, y también se siente "sobrada" porque "en la intención de voto para las parlamentarias, lleva 33% de ventaja al gobierno".
De esta incapacidad para salir de
la inercia política, lo que queda es el desgaste y la “supervivencia del más
apto”, que es el día a día de la cotidianidad y de la política. También la sociedad está como el mundo político, "Cada quien en lo suyo".
Insisto en un punto planteado en
otras entadas del blog: tal vez el país quiere paz, normalidad,
institucionalidad; pero quienes forman la opinión pública junto a públicos "desmoralizados" y decepcionados, previenen que ese
deseo se cumpla al apelar al chantaje del “colaboracionismo” o de la “traición”, lo que
paraliza cualquier iniciativa, porque no hay verdaderos liderazgos políticos
sino gente que escribe, habla, y “patea calle” sabroso, y eso está bien, pero
para el problema político de fondo de Venezuela, esos atributos no son suficientes.
Por ejemplo, Luther King tomó a
Hegel, Nietzsche, y Kant, para “darle una vuelta” a la lucha por los derechos
civiles en los EUA ¿Cuántos políticos venezolanos pudieran responder de forma
convincente a la pregunta: qué leen y qué han leído, más allá de las citas de libros que
algún cachilapo les escribe?
Para un diálogo político se
necesita nivel. No percibo ese nivel hoy en Venezuela. No hay fuerza política, ni tampoco contenido o densidad política.
¿Cómo romper el deadlock político venezolano? Es el
punto ¿Ayudan las sanciones a eso? No apostaría a que sí. En un país como
Venezuela donde lo que importa es el quién y no el qué –para que algo exista,
tiene que nombrarlo “alguien conocido”; si no, no existe- ¿Las sanciones a 7
“ilustres desconocidos” -figuras medias, del engranaje chavista- van a generar algo como quiere la Jacobson,
además, de forma automática? No creo, más allá de a los 7 sancionados. Tal vez
esto explique la decepción de la señora Jacobson.
Lo que queda es lo que han dicho
la mayoría de organismos internacionales: el diálogo Venezuela-EUA, y la Cumbre
de las Américas puede ayudar a esa meta, al bajar los costos del “honor
mancillado” para las partes dada la presencia de muchos interlocutores –en la lógica de lo que sugiere Ricardo Lagos- y
que ese encuentro inicial tenga como uno de sus objetivos plantearse cómo
promover una atmósfera de diálogo político en Venezuela, luego de las
elecciones parlamentarias, que pueda superar la inercia y el chantaje político.
Es el margen de maniobra político
que percibo hoy. Aunque la construcción en el discurso que se nota para esta
cumbre es que se espera un “buen show” –la política como espectáculo, consecuencia de la decepción con la política- confío en que se pueda lograr algún avance político para canalizar la tensión Venezuela-EUA, más allá
del esperado por muchos “buen show”.
La señora Jacobson bien pudiera
seguir lo dicho por Obama en el programa de radio para hablar sobre el acuerdo con
Irán, “La diplomacia es un trabajo
minucioso. El éxito no está garantizado, y (…)nada está acordado hasta que todo
esté acordado”.
Minuciosidad es lo que le falta a
la Jacobson. Si fuese más minuciosa como diplomática, seguro se decepcionaría menos.
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