Aunque para buena parte de la opinión
pública la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá los días 9 y 10 de abril
de 2015, fue “histórica”, “por fin todos juntos”, y el tradicional “por primera
vez…..”, mi balance es regular. No quedé satisfecho.
Por un lado, celebro la reunión
de los 35 países del hemisferio, y el comienzo de la normalización de las
relaciones Cuba-EUA, que tomará tiempo, tal como expresaron Raúl Castro y
Obama.
Pero por otro lado, me pareció
una Cumbre desordenada, sin foco, ni siquiera en el tema del encuentro (la
equidad). No tanto porque algunos mandatarios hayan excedido el tiempo para
hablar –que refuerza el estereotipo de los hispanos como personas que son
“buenos conversadores” y no se ajustan a normas para hablar, “se encadenan”-
sino porque muchos de los discursos mostraron poca preparación, sin objetivos
claros, y se mantuvo el “memorial de agravios” hacia los EUA. Salvo puntuales
excepciones en los mensajes, no fue una Cumbre con visión de futuro. Fue una Cumbre
para el Desahogo.
Que la moda ahora sea desahogarse,
quejarse, porque no hemos encontrado un sustituto al modelo liberal o al Estado
de bienestar, o un socialismo viable, está bien. Se entiende la aprehensión
hacia el futuro y la inseguridad del presente que tienen las personas. Que hay que decirse las cosas
porque, como sugiere Lorde, “son muchas las tiranías tragadas día a día” en el
pasado, se comprende, pero ese tono de “quejas y reclamos” parece gastado.
Fastidioso. Si se quiere igualdad, hay que abandonar el tono plañidero, y decir
lo que haya que decir con claridad y sin prepotencia. A los EUA hay que decirle
varias cosas, pero hubiese preferido un tono distinto, menos quejoso y
resentido, propio de países que quieren igualdad en las relaciones y que “aman la
historia”, como expresaron varios mandatarios.
El “memorial de agravios”
justificado fue el de Raúl Castro. También espero que pronto el pueblo de
Cuba pueda presentar su “memorial de agravios” a los Castro. Será muy interesante escucharlo.
No me gustó que Obama se haya ido
de la sesión cuando hablaron varios presidentes. Le restó estatura a él, y no debió
hacerlo. No era difícil pronosticar que recibiría un “memorial de agravios” por
lo que no habría sorpresas en ese punto. Haberse quedado para escucharlo, le
hubiese dado fuerza y autoridad a Obama frente a sus pares de la región. Sí me
gustó el reconocimiento de Obama a “capítulos oscuros” sobre los derechos
humanos que involucran a los EUA. Es un gesto valiente, que ojala sea imitado
por políticos de los EUA y por los de acá, dados la mayor de las veces a no
reconocer, “porque mi orgullo primero”.
No escuché todas las palabras de
los mandatarios. Sé que hubo otras actividades como la Cumbre Empresarial y la
Cumbre de los Pueblos, pero sólo atajé una “muestra” como del 20 por ciento de
la plenaria de los gobernantes. Tal vez mi opinión esté incompleta, pero como se
dice, “la primera impresión es lo que cuenta”, y de las intervenciones que
escuché, ninguna me agradó particularmente.
Mis necesidades existenciales de
hoy son futuro, construir, avanzar, pensar un mejor país (y mundo), pero escuchar un
“llantén” de personas que tienen poder…bueno, no fue la mejor impresión….si eso
pasa con los poderosos ¿Qué quedará para los cachilapos?
La intervención que menos me agradó fue la de
Cristina Kirchner. Me transmitió que estar en el poder mucho tiempo no es
bueno. Las personas pierden el sentido del contexto y de las proporciones. No
sé si Kirchner hablaba hacia sus pares o hacía un monólogo con los lugares comunes de
siempre (el problema de las drogas no es la producción sino el consumo, etc,
que se repiten en cada Cumbre).
La de Raúl Castro me pareció
interesante desde el punto de vista político, por las anécdotas y opiniones acerca de la
revolución cubana, desde la perspectiva de un Castro que no es Fidel.
Las palabras del Presidente de
Guatemala, Otto Pérez, en un tono concreto y sin tanta queja al felicitar el
acercamiento de Cuba y los EUA porque simboliza –junto al diálogo del gobierno
de Colombia con las FARC que se lleva a cabo en Cuba- el fin de la Guerra Fría,
me pareció un enfoque interesante; en esa sencillez verbal, me comunicó que si
en alguna parte de la región se vivió con mayor intensidad la Guerra Fría, fue
en Centroamérica, y el deseo de salir de ella, pero la historia tiene sus
tiempos. Un día pueden ser 10 años, y una década un siglo.
Mientras lo escuchaba, pensaba en
el “tiempo de la historia” y lo fuerte que debieron ser esos años para esos
países; en contraste, Venezuela tuvo una mejor vida que decidió “mandar al
carajo” y, no conforme con eso, escogió el camino político más largo y doloroso
para superar los retos que tiene toda sociedad. Me quedó un sabor malo que esos
países quieren salir de la Guerra Fría. Nosotros, queremos entrar. Pero este es
el camino que escogimos, y no hay regreso. Tal vez la experiencia
centroamericana –incluso los “mensajes entre líneas” que envió Castro- nos de
luces para transitar esa ruta con el menor costo posible, y no tener que
decir algo parecido a lo de Otto Pérez en la Cumbre de las Américas de 2070.
Las palabras de Maduro no me
gustaron. No porque esté a favor de la orden ejecutiva de Obama –en otras
entradas de este blog he escrito mi rechazo a esa decisión- sino porque
comunicó que no fue preparado para esa cita. O si se preparó, la estrategia fue
errada o el ambiente lo descolocó (tal vez el discurso de Raúl Castro, que
imagino en los socialistas debió y debe producir alguna disonancia, especialmente
cuando dijo “Obama es un hombre honesto” porque “nombró la soga en casa del
ahorcado”).
No sé si se confió en las firmas
recogidas, del apoyo de gobiernos de la región, o Maduro solo habló para “los
chavistas”, o como buen político venezolano, las encuestas se le fueron a la
cabeza porque varios encuestadores han dicho que Maduro subió por la orden
ejecutiva Obama, y algunos que aumentó “estadísticamente de forma
significativa”, pero si se comparan las palabras de Maduro en la Cumbre de
Panamá con las que dijo en la Asamblea General de la ONU en 2014, su desempeño
fue pobre en la primera.
Dos razones que explican el bajo
desempeño en Panamá.
La primera, Maduro no halló un
equilibrio entre acercarse a Obama y criticarlo. El no ha definido su relación
con Obama, y esa indefinición se notó en sus palabras. Se observó tensión
conflictiva, en un lenguaje provocador, pero contradictorio con su objetivo:
acercarse a Obama, que parece ser su objetivo, a veces manifiesto, a veces
latente.
Aunque lo quería y quiere, Maduro
hizo imposible el encuentro con el Presidente de los EUA en mejores términos:
cuando Obama afirmó antes de la Cumbre que Venezuela no es una amenaza para los
EUA posiblemente enviando una señal de distención, Maduro la interpretó como
una señal de debilidad y lejos de atajarla, la desaprovechó con el cuento de
“No confío en Obama”, el cuento que "los asesores lo engañan", y la bufa amenaza
tradicional de Venezuela de “yo sé quién le dijo a Obama, no me hagan hablar”.
Ese momento de distensión, lo tiró por la borda en un tris.
Lo alejó todavía más por la forma
cómo expuso su visita a El Chorillo, al presentarla como un desafío a Obama.
Así, era esperable que Obama no le prestara atención. Le faltó más estrategia a Maduro. Está
bien que haya ido a El Chorrillo –es uno de los “capítulos oscuros” de
los EUA- pero tener más visión, ser menos acomplejado; por ejemplo, ir a El
Chorrillo, pero reservarse la opinión para el encuentro con Obama, y decir algo
como, “Le planteé al Presidente Obama la deuda que los EUA tienen con El
Chorrillo, el pueblo de Panamá, y los pueblos de América por ese capítulo
oscuro, y le formulé ….” O algo por el estilo.
Pero algo así es improbable. Los
líderes venezolanos están presionados por los públicos extremos, que piden más
y más radicalismo, y temen no dar señales de fuerza, por miedo a que les digan
“traidores” o “colaboracionistas”, de manera que todo lo que hacen es para
complacer al público extremo que debe ser –de acuerdo a los Bloques políticos
de Seijas en 2014- el 50% de la población, aunque eso los hunda más o los aleje de lo
que realmente quieren.
Los políticos venezolanos de
cualquier laya escogieron complacer a los extremos y sacrificar a los
moderados. Es una decisión válida, pero con consecuencias. Una, las contradicciones
entre radicalizar y normalizar, vistas en el discurso de Maduro hacia Obama que
lejos de acercarlo, lo alejaron, aunque no quiere eso.
La segunda razón, me parece que
Maduro mostró sus cartas muy rápido en el “póker” con Obama. Debió mostrar una
cara tipo “Tengo confianza”, relajada, y jugar su partida tranquilo. Pero su
discurso a ratos parecía implorar a Obama para que lo atendiese y se reuniera
con él.
Ni siquiera pudo colocarse como
el portavoz de la región –eso requiere de altura y olvidarse de los extremos-
la que manifestó apoyo a Venezuela para derogar la orden ejecutiva, tal como se
expresó en la Cumbre, sino optó por ser uno más que también dice le “vainas
arrechas” a los EUA.
El efecto fue el contario: mostró
muy rápido su objetivo -derogar la orden ejecutiva y conversar con Obama- pero
sin hacerse esperar y, además, molesto. Tan rápido dejó al descubierto su
posición, que los EUA lo captaron e inmediatamente, la Jacobson dio una
declaración afirmando que la orden ejecutiva no sería derogada.
El juego poco sereno de Maduro no
logró nada más allá de lo que ya había conseguido –el apoyo de los países de la
región y movilizar a su base en Venezuela- y quedó la sensación que se iría sin
nada…..de repente, cuando esa idea estaba en la información, se anunció el
encuentro Maduro-Obama, que comunicó que, al menos, no se fue sin nada en las
manos, pero pudo irse con más.
Creo que Maduro está consciente
que su papel en esta Cumbre no fue el mejor. Cuando salió la información del
encuentro con Obama, Maduro indicó que le dijo al mandatario de los EUA que él
no es antiestadounidense, sino un revolucionario que quiere la paz.
Pero cuando Maduro regresó a
Venezuela el día 13-4-15, cambió la versión e indicó que le dijo a Obama los
mismos 4 puntos que le expresó a Thomas Shannon, versión que ratificó en su
programa del día 14-4-15, y el tono de su mensaje en el
programa, fue recuperar el espacio perdido en la Cumbre, con señales de
disonancia por lo vivido allá (cuando pidió a la gente que opinara por tuiter
y Facebook sobre la Cumbre y qué hacer con los EUA, algo que no acostumbra a
hacer en su programa, aunque si las leyó, no escuché las respuestas de las personas).
Explico este cambio porque intuyo
que Maduro sabe que no lo hizo bien en la Cumbre, y necesita comunicar en
Venezuela que en Panamá hubo victoria y no un revés.
En síntesis, una Cumbre “histórica”
por la foto Castro-Obama, pero que sirvió de desahogo; y que tal vez inicie
algo como la “diplomacia focalizada”: reuniones bilaterales y cada país logrará
acuerdos u objetivos políticos, como pareció aquí: el inicio de la
normalización en las relaciones Cuba-EUA, que tendrá efectos en la región y en
el mundo, pero es algo entre Cuba y los EUA.
Que no haya habido Declaración
final porque no hubo consenso en uno o varios puntos (solo el 3% según Daniel
Ortega), revela el punto muerto o lento de las relaciones, más allá de los lugares comunes que se dicen en cumbres.
Hay desahogo, pero no construcción en conjunto. Si hubo, fue focalizada o
bilateral.
No sé si en las otras
intervenciones que no vi, hubo algo como una discusión entre los países acerca
de las medidas o teorías de políticas públicas para, por ejemplo, promover la
equidad en los países. Ese era el tema de la Cumbre, la equidad ¿Se habló de
ella?
Para Venezuela,
el gobierno (y el país de forma
indirecta), tendrá (y tendremos) que aprender a vivir con la orden ejecutiva y si lo que
buscaba Maduro era una relativa distensión con los EUA no lo logró en los términos que quería, más allá de
hacer saber a Obama el rechazo mayoritario a la orden ejecutiva, como lo
expresó la Primera Ministra de Trinidad y Tobago, al afirmar que de 35 países allí, 33 no estaban de acuerdo con la
decisión de Obama.
Considero que el
gobierno agotó su estrategia de cohesión por la vía del nacionalismo -aunque queda la incógnita de las aguas venezolanas en la diferencia con Guyana o el nuevo escarceo verbal con España- y le
queda reflexionar si sigue una “ruta Castro 2015” o una “ruta Castro 1962”.
Será para otro momento escribir acerca de esto.
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