¿Cuál partido político?



Recientemente, algunos lectores del blog a quienes encuentro en la calle, me preguntan por qué no aventuro cuáles atributos debería tener una nueva organización política, tal vez estimulados por otros artículos del blog en los que comento la inercia, el conservatismo, y la poca innovación de la política y de la sociedad venezolana en general.

En el trabajo, también hay una inquietud similar, cuando el asunto se aborda entre compañeros de trabajo. Al final de la cháchara, queda la idea ¿cómo sería esa nueva organización, se puede hacer algo distinto en la Venezuela de hoy? con el tradicional final de las conversaciones de este tipo, "bueno, vamos a ver qué pasa". 

No sé si la repentina demanda por este tema responda a un sustrato social que se infieren de los datos de estudios de opinión recientes, algunos comentados en otras entradas del blog

La última encuesta en esta línea, los guarismos de Datanálisis –con campo entre el 18 al 30 de mayo de 2015 y N = 1.000 entrevistas- que invitan a una interpretación acerca de los resultados en la intención de voto. 

Una hipótesis de interpretación para mi sugerente, es el agotamiento de unas políticas –del gobierno y de la oposición- porque no trascienden las rutinas de la política venezolana (el insulto, el chantaje, la espectacularidad, la repetición de guiones y el coro, "verse el ombligo", pensar que "el mandao está hecho", por nombrar algunas), que muestran que si bien en lo electoral se mantiene la diferencia de 20 puntos a favor de la Unidad (aunque en mayo la diferencia es de 18,8% y en abril fue de 20,8%), ésta registró una caída de 5,7% en la intención de voto en apenas un mes (el gobierno igual aunque más discreta la baja, de 3,7%), y aumentaron en 5,4% y en 3,8% el “No votaría” y “Candidatos independientes”, respectivamente, para colocarse en dos dígitos bajos (11,9% y 10% que vienen de 6,5% y 6,2% en abril, respectivamente).

Tal vez estos números sean pasajeros y cambiarán luego del anuncio que las parlamentarias serán el 6-12-15, o revelan un fondo más estructural de cambios en el país frente a la política, que están allí, de fondo, que se perciben o "huelen" en la calle, pero no terminan de tomar forma o manifestarse claramente. Tiendo a inclinarme hacia la segunda opción.

Para responder a las preguntas de quienes leen el blog en la convicción que su inquietud no es pasajera sino que responde a una inconformidad con la política venezolana, se me ocurre lo siguiente, a partir de lo poco que conozco sobre lo que hacen o han hecho partidos políticos en Venezuela y en el mundo, sin que sea algo denso o exhaustivo. Son 7 atributos "los primeros que se vinieron a mi mente", cuando pensé en la pregunta:

1.-Un partido abierto y con participación popular en su fundación y formación. No se trata de un partido formado por un grupo de personas, y que de repente aparezca en público con programa, estatutos, organización, todo "llave en mano". De lo que se trata es que el grupo promotor seguramente tendrá todo eso listo, pero en vez de ser algo definitivo o dado al público sin más, se abra de cara al público. Por ejemplo, se pueden tener lineamientos doctrinarios, pero colgarlos en la web para tener una discusión o contraste en línea con el público, y ese documento se vaya haciendo con el aporte ciudadano. Así con las demás cosas. Usar la tecnología para un debate horizontal a partir de una creación inevitablemente “de arriba” -de los promotores- pero que es horizontal en virtud de la tecnología, para enriquecerla y que la innovación política sea colectiva.

2.-Un partido que no tenga dueños detrás y caras que gustan al frente, para comunicar una fachada aceptable, "porque eso es lo que quiere la gente".
Quienes promuevan esos partidos, pues esos son, y no ser fachada de políticos de la “vieja guardia” o “conocidos”, que están detrás, que no quieren aparecer porque intuyen la respuesta del público. Aquí la idea es que no haya “poderes detrás del trono”, solo integrantes en condiciones de igualdad, y que representan la doctrina del partido o sus tendencias, sean personas "nuevas" o "menos nuevas". Si quieren estar detrás, entonces es mejor formalizarlo. Algo como un "Consejo asesor", "Grupo de consulta", o una instancia clara y formal. 
Lo que se busca es que la relación de los actores puertas adentro sea transparente puertas afuera: no es solo "darle a la gente lo que quiere", sino que los actores políticos menos nuevos y las caras nuevas, tengan su espacio y sus roles establecidos, de manera de acabar con el cuento de los “payasos y los dueños del circo”, de muy grata aceptación en el mundo de poder venezolano, muy acostumbrado a las jerarquías y a las relaciones verticales y sectarias, a pesar que presume mucho de su “civilismo” frente al odioso “militarismo” que les quita el sueño.

3.-Un partido con una doctrina y que la explicite al público, que sea su eje, y pueda tomar posiciones con base en su doctrina.
Salvo episodios muy puntuales tipo #TodosSomosVinotinto, me luce que la Venezuela del futuro se construirá sobre las diferencias. Tal vez puedan existir algunos consensos mínimos para la sociedad –el que me gustaría, respetar la constitución, por ejemplo- pero la época de los “grandes consensos” para todo me parece lejana, y no sé si deseable en la Venezuela actual. 
Si esto es así, una doctrina ayudará a entender a la sociedad y al mismo tiempo ofrecerle una visión de país, de sus organizaciones, y de sus grupos.
También permitirá que el ciudadano pueda elegir realmente entre opciones que compitan entre sí y que en diversos temas seguramente tendrán posturas diferentes. Posiblemente en la Venezuela del futuro tampoco sea deseable los catch-all-parties o la ambigüedad doctrinaria con la justificación de capturar a los swing-voters.
En política no se excluyen los giros para captar a los votantes menos comprometidos -algo común en una elección- pero mi punto es que se parte de una posición, no de no tengo una o buscar alguna cómoda etiqueta para "pasar agachao" y evitar fijar una postura.  
Es el “policlasismo comprometido”. Hay que decidir y no siempre se puede complacer a todos, pero hay que argumentar por qué la sociedad en general se puede beneficiar de decisiones que tengan un sesgo doctrinario (por ejemplo, tener una clase media sólida beneficiará a toda Venezuela, y eso supone tomar decisiones para este sector y no otros, y eso habrá que explicarlo a la sociedad).
Ser de centro o “ni ni” no significa middle of the road o no tener opiniones. Ser moderado es algo más que perseguir ser "interesante" para los medios o pundits. Si una postura exige creatividad y densidad es ser moderado. Ser radical es sencillo y "popular": seguir la corriente, decir "vainas arrechas", y sentarte a esperar que los moderados te "vean con nerviosismo". Y listo ¡ya controlas a "la manada"! 
Ser moderado, por el contrario, demanda ir más allá de etiquetas y tener densidad porque debe argumentar mucho para explicar por qué no va con la corriente o por qué no dice "vainas arrechas". 
       
4.-Un partido moderno, innovador en su organización, estructura, y normas. Por ejemplo, los derechos de los militantes, o formas de vincularse al partido que no sean las tradicionales, y también redefinir lo que es ser militante de un partido.
No es solo el uso de la tecnologías –por ejemplo, MOOCs para la formación de los militantes o nubes con el acervo doctrinario del partido o sus posiciones en asuntos en diferentes momentos- sino en decisiones que minimicen la famosa “Ley de hierro de la oligarquía” de Michels (¿term limits para los puestos de dirección? ¿oficializar las tendencias internas en sus estatutos? por ejemplo).

5.-Un partido capaz de dar a la sociedad más allá de sus intereses y tener paciencia para el logro de sus objetivos. Que comunique que es capaz de criticar sus propias motivaciones. Que trascienda el tradicional "tenemos vocación de poder", que está bien, pero hoy no es suficiente; eso es Lenin 1.0, que comunica una sociedad patrimonial y lenta que todavía no supera la etapa del centralismo democrático.    
Puede ser desde optar por no competir electoralmente en una elección a pesar de lo apetitoso que pueda ser la perspectiva electoral para dedicarlo a la organización o para difundir su narrativa a la nación, lanzar candidaturas simbólicas pero para comunicar con esas figuras, cuál Venezuela se quiere; ser plataforma para la sociedad (que puede ser un oximoron en un contexto maquiavélico como el de hoy), o cosas más complejas como decidir el uso de métodos no violentos en un contexto político determinado. Lo importante es que la sociedad perciba a un partido que es capaz de cuestionar su propia estrategia, que es capaz de ser canal para que otros expresen sus cahiers de doléances; una organización con contenido, pero continente para otros, con la capacidad para que los intereses de quienes lo forman, se pongan a un lado para ser voz de otros.

6.-Un partido independiente de poderes fácticos que busquen su control o influir en su devenir, en sus posturas o acciones.
Tal vez una de las cosas más primitivas de Venezuela es que no hay algo como especialización funcional en política. Por supuesto, una democracia no es una fábrica o una unidad militar, sino un espacio plural, pero que tiene límites. Y esos limites orientan la acción de quienes hacen democracia. En nuestro país esos límites no están claros: por ejemplo, los políticos son encuestadores, éstos políticos, los asesores las dos cosas, y los poderes fácticos son todo al mismo tiempo. 
En lo social, que sea una genuina representación sociológica de un clivaje real que haya en Venezuela, no inventado -por ejemplo, un partido de clase media, sector estigmatizado en el discurso en "ambos bandos" o uno que promueva la organización de la franja de edad 25-40 años que es donde veo se siente más la intensidad de la crisis, no solo en Venezuela- con una narrativa propia de país, de su historia, de su momento actual, de su futuro.

7.-Un partido que no se deje acomplejar por el discurso dominante o las corrientes de opinión, y calle lo que piensa. Que sea capaz de decir lo que piensa con educación y saber el "cómo y el cuándo" del que habla el poeta Havel, pero que lo haga claramente. La consistencia y la coherencia es fundamental en la política (y en la vida), sin que eso implique negar que la vida también es cambio. Aquí la consistencia es ser consecuente con una propuesta y una acción en el tiempo, honesta y transparente, y evitar la comodidad de no comprometerse con afirmaciones tipo, “Hay que jugar en varios tableros” (seguro ¿pero cuál es el “tablero” preferente?), o cambiar en función de "hacia donde sople el viento de los aplausos".
Por ejemplo, si se cree en las elecciones como la vía ciudadana por excelencia; un principio para cambiar un gobierno “sin derramar sangre”, o un mecanismo para promover la innovación en la sociedad a través de mejores programas, pues hay que ser consecuentes con esa idea. No es, por ejemplo –como se observa en algunas personas- desmeritar a las elecciones como ocurrió en 2014, y hoy en 2015 “se tiran al piso” por los comicios. Ojalá que quienes lo hacen, mantengan esa posición cuando el viento no sople a favor, como pasa con frecuencia en la vida.    

En resumen, mi respuesta a los amigos que me preguntan, “¿Cómo debería ser ese partido nuevo?”, les diría que debe:
a.-Ser transparente y promover la participación interna y externa
b.-Ser auténtico
c.-Tener claridad en su doctrina, y expresarla en una narrativa
d.-Innovador en cuanto a su organización y estructuras
e.-Capaz de cuestionar, cuestionarse, y dar más allá de sus intereses
f.-Que tenga independencia de poderes fácticos, funcional y socialmente hablando
g.-Decir lo que piensa, así no sea “popular” hacerlo

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