La propuesta de Lenín Moreno





En el marco del debate de la OEA del 4-6-18, Ecuador propuso “(…)Una consulta popular en Venezuela, en la que se decida si se deben refrendar los resultados del proceso electoral del 20 de mayo o si se convoca a nuevas elecciones en un plazo cercano”. Aunque la propuesta habla de nuevas elecciones, la noticia se concentró en lo primero: refrendar las elecciones del 20-5-18.

La propuesta del gobierno de Moreno tiene el mérito que ofrece una vía electoral para encauzar el conflicto político de Venezuela. No es poca cosa, cuando se impone la “narrativa” que “esto no tiene solución por vía electoral”, y cuando el diálogo tampoco es percibido como eficaz, como expresó la Canciller Holguín al finalizar el encuentro regional. Sólo queda la tesis de “aumentar la presión”, y en mi opinión, si se cumple, terminará en un conflicto civil. Por eso la propuesta de Moreno tiene méritos para ser apoyada.

Sin embargo, tal como está, es incompleta y no pertinente para el momento político actual. Básicamente, porque se consultará sobre un evento que ya pasó. Como dirían los abogados, es “cosa juzgada”. La oportunidad para producir el cambio fue el 20 de mayo; para generar la alternancia –alternativa en la que creo- y un cambio de gobierno por los votos. Incluso, para quienes creen en una salida de fuerza, el 20 había una conspiración militar en marcha, que pudieron encabezar o aprovechar, pero no lo hicieron. Esa oportunidad se perdió, y regresar a ese momento ya no es posible. Por lo demás, la propuesta también tendría que solventar varios puntos operativos ¿Cuál tipo de referéndum: consultivo, aprobatorio, o abrogatorio? ¿Quiénes participarán? Porque los que se abstuvieron expresaron su opinión al no ir a votar ¿Se les va a preguntar si están de acuerdo con su abstención? La propuesta Moreno, si bien políticamente busca ser aceptable para el gobierno, en el fondo es más complicada. Sería mejor pedir nuevas elecciones. Es menos burocrático y más directo para afrontar el conflicto existencial que hay en Venezuela. Para colmo, la propuesta nació sin suerte. Ya es rechazdaa por Jorge Arreaza y Eleazar Díaz Rangel desde el lado oficial; y en la oposición, tuvo tímidos apoyos en el grupo cercano a la MUD, y un fuerte rechazo en el sector de Soy Venezuela.

Aunque no me gusta la formulación original de la propuesta, sí valoro el fondo que toca: una salida electoral. Y esto lleva al meollo del asunto: hay dos formas de abordar la crisis política de Venezuela en el mundo opositor. Quienes se decantan por una “solución de fuerza” –sea la “intervención humanitaria” o la llamada “implosión”- y los que plantean la vía electoral, sea por una elección presidencial –ya pasó- u otra consulta, que muestre la fuerza de la oposición, aún en condiciones de desventaja. Me ubico en el grupo a favor de las elecciones. Como expresé, ya el 20 de mayo pasó. Revivirlo, así sea “con garantías”, no tiene sentido, salvo que los dos grupos lo acuerden, cosa imposible hoy día. 

No obstante, la propuesta Moreno pudiera reformularse para hacer posible la política, que no es la situación actual. Por “hacer posible la política”, entiendo una relación pugnaz gobierno-oposición que derive en construir relaciones conflictivas, con sus instituciones, que tengan como punto central la no hegemonía. Esto lleva a tocar el tema tabú, la soga en casa del ahorcado ¿Se reconocen los grupos o no? Hoy el comportamiento en los hechos es a no reconocerse. Por eso la inercia. Cada grupo cree que el final está cerca, y que esperar vale la pena, porque será recompensado; “nunca el día está más cerca sino cuando la noche es más oscura”, es el motivador tanto del gobierno como de la oposición. El primero apuesta a la “pacificación” versión Maduro. El segundo, a la “comunidad internacional”. Pero un detalle: la inercia favorece el gobierno. Los sistemas en general, y el político en particular, tienden hacia el equilibrio, perverso o no. En Venezuela, hay un status quo perverso, pero que hoy tiene un equilibrio. Esperar al desenlace refuerza el status quo. Hacer que no te reconozco –cuando no hay fuerza para hacer valer ese no reconocimiento- fortalece la inercia. Y esta es la situación de la Venezuela actual. Se debe romper esto para apuntar a una situación Chile post-1988, en el sentido que dos modelos que lucharon existencialmente, optaron por una lucha agonal. Eso se ve difícil en la Venezuela de hoy, donde el “memorial de agravios” cada día crece más, y una solución imperfecta pero viable como el reconocimiento mutuo, se aleja más. Me ubico en el grupo a favor del reconocimiento de fuerzas antagónicas. 

Hoy en Venezuela domina una política en la que se puede esperar para ver “pasar el cadáver de tu enemigo por la puerta de tu casa”. Tal vez por esto la violencia estructural de la sociedad venezolana. Prefiere vivir su fantasía de no “ensuciarse las manos”, a hacer el trabajo político. Las elites pueden esperar. Tienen los recursos para eso. Con Chávez tenían la “Pax Cadivi”. Con Maduro, el “Monitor Dólar”. Las elites ueden esperar años. Décadas, mientras esperan ver “pasar el cadáver de su enemigo”, que nunca pasará. Y pueden terminar como el exilio cubano: con un “gobierno en el exilio” desde los 90, pero el PCC sigue al mando, y tiene nuevo líder: Díaz Canel. Algo así pudiera ocurrir en Venezuela, porque las elites adoptaron la política de no “ensuciarse las manos” -eso que lo hagan Trump, Pence, y Pompeo- para hacer política desde sus burbujas. Parece que Maduro aceptó este trato. Sabe que las burbujas son inofensivas, y pueden darle un matiz hacia afuera de esos “para ingleses ver”. Como se puede esperar; las elites juegan al 19 de abril de 1810, y el pueblo se autonomiza de la política, porque es el que paga el precio de la espera. Para protegerse, lleva su vida al margen de la política. Esta separación en su forma más cruda y trágica, la retrató el documental “Tiempos de dictadura” de Carlos Oteyza: los líderes políticos en su lucha –a diferencia de los actuales, los de ese tiempo sí se “ensuciaron las manos”- mientras el pueblo, inocente o haciéndose el, disfrutaba de sus carrozas y sus Carnavales, hasta que se cansó el 23-1-58. Hubo que "esperar" cerca de 10 años. Estoy seguro que las elites hoy, prefieren esperar 10 o más años, y no asumir el trabajo político para hallar una solución al conflicto venezolano, porque la solución supone el reconocimiento mutuo. Eso no es aceptable. En ausencia de fuerza para producir la “rendición”, mejor no hacer nada. Esperar a que haya un desenlace por la Fortuna. 

La propuesta Moreno rompe con este guión histórico venezolano, porque invita a “ensuciarse las manos” y hacer un trabajo político. Pienso que la propuesta puede re-elaborarse en dos formas. La primera, comentada en la entrada El gran problema de la MUD: hacer una consulta, pero a lo interno de la oposición. La segunda, es buscar una elección próxima que puede ser construida en los términos que planteó Moreno en su idea. La que se me ocurre es la consulta para aprobar los cambios a la constitución, que se discute en la ANC. Si ésta es “fraudulenta”, para mi es otro asunto. Está allí. Decide, y el país habla y discute –a favor o en contra- sobre cosas que ese cuerpo decide. Pudiera plantearse que esa consulta encierre un acuerdo político, que es lo que el pueblo votará en el referéndum para tal fin. Lo primero, es que la consulta tenga las garantías electorales para ser una elección libre y justa. Lo segundo, si gana el Sí, que se vaya nuevamente a la elección de todos los cargos ejecutivos durante el primer semestre de 2019. Si gana el No, queda la constitución de 1999, y se acuerda elegir a los titulares de los poderes no ejecutivos de acuerdo a lo que establece la carta magna, que pasa por la Asamblea Nacional. 

Esta idea es ambiciosa, y complicada para lograr, pero creo tiene el mérito que no busca revivir un momento que se perdió o no volverá. “Chivo que se devuelve, se esnuca”. Su mérito es, entonces, permitir que el conflicto político fluya dentro de marcos institucionales pugnaces, al poner el costo en la consulta para la nueva constitución, y no en el gobierno o en la oposición.  

La propuesta Moreno es valiosa, pero pienso debe ser reformulada para hacerla viable desde el punto de vista político, y eficaz: que pueda canalizar el conflicto, no eliminarlo, para hacerlo agonal o lo menos existencial posible. La decisión estaría en manos de los venezolanos si quieren o no.

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