El atentado contra Maduro



El título original de esta entrada iba a ser, “Incidente con Maduro en el acto aniversario de la GN”, pero lo cambié porque a medida que pasa el tiempo, aparecen elementos que apoyan la tesis que Maduro y quienes estaban en el palco de “personalidades”, eran receptores de un hecho de violencia política. Lo más relevante hasta el momento de escribir esta entrada, es que se descartó la tesis de la “bombona de gas”. Ya hay vídeos de los drones. Uno que choca con una ventana, y cae; otro explota en el aire. También hay entrevistas a personas que viven cerca, hecha por medios no cercanos al gobierno. Algunos de ellos, internacionales. Aparece información, y los hechos lucen distintos a lo que se comentó hace poco más de 24 horas. 


No me luce que sea algo preparado por el gobierno, pero aprovechará sus consecuencias. Veía la cadena antes del incidente, y minutos previos, Cilia Flores y Padrino López miraron hacia arriba. Pensé que era la lluvia –porque en ese momento comenzó a llover- o que les decían o les lanzaban cosas de los edificios, como pasó en un acto con Maduro en abril de 2017 en el estado Bolívar. La actividad siguió, y antes que Maduro finalizara, se oyó la explosión, y luego lo que ya es noticia. Los rostros, más bien, me comunicaron la secuencia siguiente sorpresa-reconocimiento-retirada, no como parte de algo previamente preparado que, además, sería una acción muy arriesgada, porque abre una caja de Pandora de la que el gobierno no tendrá el control. Y si algo se precia el gobierno, es de tener el control político, más en estos momentos (la “paz política” de la que tanto hablan sus principales voceros).

Regreso al por qué del cambio del título de la entrada porque es importante. No iba a escribir “atentado” sino “incidente” porque había poca información. Iba a explicar por qué el término “incidente” –y todavía es válido hacerlo- y es porque el gobierno anuló la posibilidad que le crean –a pesar que los intentos para desalojar a Maduro han tomado más fuerza desde 2017- al manipular eventos de esta naturaleza, y usarlos en contra de la oposición política. Acusa primero, y averigua después, pero nunca se disculpa cuando la mentira o la manipulación es evidente. El día 4-8-18, por su irresponsable manejo de hechos anteriores, le tocó vivir en carne propia lo que otros estigmatizados y acusados por el gobierno, vivieron en otras circunstancias. Muchos no creen hoy, y aunque hay evidencias más sólidas de un atentado, posiblemente esa opinión no cambie, como ya se ve en twitter. Este hecho vuelve a comprobar algo que es un hecho en Venezuela, pero un hallazgo de la psicología social: las personas escuchan y ven lo que quieren oír y visualizar. Más nada. 

A pesar de la poca credibilidad del gobierno, no me ubico en ese grupo, ni voy a justificar el hecho violento del 4-8-18. Aunque Maduro y su gobierno son mis adversarios, rechazo el hecho de violencia política en su contra, y contra los asistentes al acto. 

El vídeo que es noticia más bien podría ser la imagen de la Venezuela en un conflicto civil –que muchos creen no vendrá; primero viene el conflicto civil antes que la esperada “implosión”- que es la opción si no hay política. Que para muchos es aceptable la violencia política porque “nada peor que lo que pasa ahora”; puede ser peor y hay cosas peores. Que es la “paz de la tiranía”; algo como tener que escoger entre Gómez y la Venezuela del Siglo XIX, pienso que la política puede resolver ese dilema. Lo resolvió en 1936 –aunque comenzó antes, digamos en 1928- ahora puede hacerlo con más razón porque hay más capacidades. Por supuesto, sólo si la sociedad quiere. 

Desde hace años, pienso que la sociedad venezolana, ante su incapacidad para cambiar, busca la muerte. Morir no es sólo dejar de respirar. También hay muertes metafóricas, como los tuits sobre “las chiripas y el Baygón”, para celebrar la estampida de la formación militar en la avenida Bolívar –un “momento alegre”, leí en varios tuits de “gente decente y pensante”- que muestra muy bien esa “pulsión de muerte”. En ausencia de política, cada quien fantasea con su propia versión de una “solución final”, que tiene sus “chiripas” y su “Baygón”. Esa es Venezuela. Somos una sociedad que tenemos, por la medida chiquita, 30 años en una auto-destrucción exitosa. De aquí que marque distancia con la violencia política –ésta, como enseñó Mandela cuando vivió su etapa de violencia política, no se hace a distancia; es algo personal, que se hace en contra de algo pero con uno mismo; no con encendidos tuits que funcionarán como catalizadores en el mejor de los casos, pero hasta allí; en dos platos, la violencia política hay que asumirla personalmente como proyecto, y responsabilizarse por esa decisión- no sólo porque no creo en eso –son los medios los que justifican los fines- sino porque soy testigo de sus devastadores efectos desde finales de los 70, viendo como nos destruimos por cuotas.

Tampoco me voy a regocijar con la espantada de la formación militar. No debieron hacerlo. No sé si sus comandantes dieron alguna instrucción en ese momento, pero lo que se ve en el vídeo es que el dron que cae y explota, generó pánico en los laterales de la avenida y como pasa en los comportamientos colectivos, se contagió a la formación militar. Esto no justifica la carrera de los militares, porque pudo ocurrir una verdadera tragedia de gente huyendo y aplastada por una turba llena de pánico. No esperaba unas personas imperturbables, sin moverse en ese caos, pero sí con manejo de situaciones en desmadre. También lesiona la ya maltratada imagen de las FAN porque si bien en la tribuna no observé nada como una estampida de los oficiales militares –más bien, una pasmosa tranquilidad; siempre he pensado que al final Chávez optó por Maduro por eso: su pasmosa tranquilidad, que no deja de ser llamativa para mi- se esperaría un comportamiento distinto o un mayor auto control de los uniformados en situaciones de confusión. 

Sí quisiera concentrarme en la dimensión política de este hecho, más allá del recuento de lo que pasó, o las famosas anécdotas que aparecerán. Por ejemplo, antes de este evento, una “bola” que corrió con fuerza luego del apagón del martes 31-7-18, era que el lunes 30 en la noche, fue robado un parque de armas en Fuerte Tiuna. 

Las aristas políticas las veo en dos niveles: la naturaleza de las amenazas que enfrenta Maduro, y las consecuencias políticas, principalmente para el gobierno pero también para la oposición.

Lo primero, este atentado es el primero que se manifiesta en acciones que afortunadamente no concluyeron. Las conspiraciones previas, lograron ser desactivadas antes de manifestarse. En esta ocasión no, y además, se vio en cadena. Lo que se puede concluir es que la intensidad y preparación de quienes conspiran contra Maduro & Cía, es mayor.

Lo segundo, se vuelve a demostrar que no es la oposición política como lo denuncia el gobierno, la que está detrás de estos hechos violentos. Al analizar la información dada por Reverol el 5-8-18, el perfil de los detenidos es muy similar al perfil de los arrestados en el caso Oscar Pérez. Mi interpretación es que son personas de una clase popular y clase media “no del este”, totalmente despartidizados y anti partidos –seguramente también son anti-oposición como fue el grupo de Pérez y el grupo Caiguaraipano- de ese sector de la población que asumió el discurso que la “política y los políticos no sirven para nada”, y lo que pudo catalizar su paso a la violencia política, es la pobreza y destrucción familiar que trae el gobierno de Maduro, junto al cierre de las vías institucionales para expresarse y la difusión de un discurso que hace aceptable la violencia política. Estas personas seguramente concluyeron como muchos, que “esto no tiene solución pacífica”, pero a diferencia de los que farfullan en redes digitales sobre el tema, dieron el paso. Pero no hay vínculos con las organizaciones políticas. Hasta ahora, el gobierno no ha podido probarlo de forma clara. No en el caso Pérez, y estoy seguro que tampoco ocurrirá en este caso. 

Igual patrón se nota en las conspiraciones militares. El expediente militar en el caso de las detenciones hechas el 20-5-18 –es mi interpretación, no lo que dice el expediente- es que son conspiraciones con organización limitada, más tipo “tirar una parada”, pero suman más personas, principalmente la de marzo y mayo de 2018. En la de mayo, están involucradas unidades muy importantes de las FAN, y también del CICPC. El procedimiento para conspirar pareció ser que los cabeza contactaron a oficiales, que a su vez, ubicaron a otros oficiales, y así, pero sin construir organización, porque la acción prevista era quirúrgica. 

Esto permite afirmar que las amenazas que enfrentará Maduro serán de grupos muy focalizados, no con una organización política, de reclutamiento ad-hoc, y con armas también muy focales. Un dron, por ejemplo, el que de acuerdo a Homeland Security de los EUA, no puede subestimarse su capacidad para ataques muy limitados, y se prevé que sean empleados así en el futuro, “Los límites para el uso de drones en situaciones así no son técnicos, sino lo que la imaginación humana permita”. ISIS ya los emplea. Para Maduro, puede ser la violencia política de grupos dispersos, que no trascienden en su organización, sin conexiones más allá de estos grupos, con la meta de un hecho de violencia puntual pero desencadenante de una ruptura.

Si estos grupos pueden evolucionar hacia grupos más organizados –por ejemplo, un ejército insurgente- el tiempo lo dirá. Por los momentos, los grupos actuales pueden ser los precursores de formas más organizadas de violencia política.

Lo segundo, son las consecuencias políticas. El gobierno ya le saca partido. Luego del “guión” para estos casos –como pasó el 11-4-02- “silencio”, y posterior contra ataque; aquí fue igual. Hasta que Jorge Rodríguez habló, silencio en los voceros del gobierno. Sólo los periodistas oficiales comentaron el suceso. De las personas que sigo en twitter, sólo Pérez Abad comentó. Luego que habló Rodríguez, y más después de Maduro, aparecieron los mensajes en twitter de dirigentes políticos de todo tipo del PSUV. El canal 8 bastante alineado en el mensaje, con un programa especial esa misma noche. El mensaje, el de siempre: un gobierno fuerte y cohesionado, capaz de responder con éxito a las adversidades. También así transcurre el 5-8-18. 

Pensé que el discurso de Maduro, por su estilo de “guapo de barrio”, sería más agresivo. Creí que nombraría a los dirigentes opositores como lo hace siempre, pero no, habló de la “ultraderecha” –no “derecha”- de “Bogotá y Miami”, y la cargó contra Santos. Vamos a ver cuánto pasa hasta que nombren a un dirigente de la oposición. Sin embargo, no veo al gobierno con la fuerza para una purga, civil o militar. No dudo que en la constitución Maduro se incluyan tipos penales vinculados a eventos así, y que se refuerce toda la doctrina militar, me atrevería a decir, con algunos ribetes de la doctrina de seguridad nacional, pero con todo, no veo en el gobierno la fuerza para hacer purgas. Ni siquiera en las conspiraciones militares de marzo y mayo de 2018, se escucha hablar de purgas, y eso que fueron movimientos insurgentes importantes. Maduro no es Erdogan, ni Venezuela es Turquía. No lo veo vulnerable, pero tampoco con la fuerza para hacer purgas masivas. Creo que el gobierno, más bien, quiere bajar la presión en todo. Una purga puede tener el efecto contrario: abrir una reacción que desestabilice al gobierno de forma definitiva, y se acabe la “paz política”.

También el evento ha sido empleado para reforzar la cohesión en torno a la figura de Maduro en el público chavista. Aunque Maduro nunca ha tenido malos números en el público chavista, este evento –que no se haya movido del palco, y que haya hablado en la noche- puede potenciar su imagen en su público, al comunicar que hay dirección en un evento real, de verdad, que fue transmitido en cadena. Seguramente, vendrán los actos y marchas en apoyo a Maduro y a la “revolución”. 

Donde pienso que el gobierno buscará sacar el mayor provecho, es para su ajuste económico. Este hecho puede crear un clima de “Nadie quiere peo”, por la purga como profecía que se auto realiza –como muchos creen que vendrá, vendrá metafóricamente, por lo que “Nadie quiere peo”- y a lo mejor Maduro podrá llevar con más distensión un complicado ajuste que él mismo dejó ver en sus palabras la noche del 4-8-18, con un reconocimiento importante, “Por primera vez en 5 años, tenemos un plan económico”, luego de reconocer que “hemos fracasado”, y que de una muestra de empresas del Estado analizadas, “todas están quebradas”. Este hecho de violencia política puede allanarle el camino para que el ajuste tenga menos obstáculos en su aplicación. 

Domésticamente, no sé si el gobierno pueda sacar rédito más allá de su público y de cierto clima de “Nadie quiere peo”. Por el rechazo al gobierno y a Maduro, hay que ver si la versión oficial tiene credibilidad en el público. El sábado ocurrió el hecho, pero el domingo pareció un día normal, a pesar que sucedió un intento de magnicidio contra un presidente y altos funcionarios. El clima era como de indiferencia y cautela, “No vaya a ser otra jugada del gobierno”.

En el campo internacional, tampoco tengo claro si el gobierno podrá sacar mucho provecho. Se han expresado los amigos del gobierno. Fuera de este grupo, Ecuador rechazó, España también, pero dejó la coletilla de la era Aznar: “una solución política y negociada”. Los EUA rechazaron estar metidos, pero Bolton dejó una puerta abierta al gobierno, “Si éste tiene pruebas sólidas, las evaluaremos con mucho interés”. 

El efecto mayor será que muchos países verán que efectivamente atentaron contra Maduro, que hay fuerzas insurreccionales desconocidas, que no es lo que se busca para Venezuela. Al final, el hecho del 4 de agosto, puede reforzar lo que estimo es el comportamiento de los países luego del 20-5-18: observación condicionada hacia el gobierno. 

Están las consecuencias para la oposición política. Hace días hablaba con un dirigente político que no estaba de acuerdo con mi tesis, que es que el vacío que dejó la MUD al abandonar la política y sustituirla por la tesis de la “fractura de la coalición dominante” a través de la “presión internacional” (ahora descubre la “presión interna”), que llevará a Jorge Rodríguez como representante del gobierno a aceptar en un diálogo la salida del gobierno mediante unas elecciones acordadas, ese vacío abrió la puerta a otras expresiones políticas que dejan a la Mesa en una postura algo irrelevante: la “oposición endógena” en el gobierno, a figuras como Bertucci, y le dio potencia –porque vienen desde 2013- a grupos que asumieron la tesis de la “salida por la fuerza del régimen”, mientras la MUD languidece, sin solución, aunque se habla que hay reuniones “entre los 4”. 

Con esto vuelvo a punto que he tocado en las últimas entradas ¿Cómo la oposición agarra la política? En mi opinión, al volver a las elecciones lo hace. Las protestas sociales son de la sociedad, no de los partidos; estos pueden representar y canalizar para ayudar a un clima pugnaz –que es lo que veo posible en Venezuela, no más, y es la mejor situación- que no sustituye a las elecciones.

Finalmente, el problema de fondo: cómo pasar de la lucha existencial a lucha agonal. La lucha por las versiones del hecho violento del 4, es ejemplo de una sociedad en lucha existencial. Ninguna versión será creíble. Cada quien creerá en lo que quiere creer. Un país totalmente incomunicado, y no creo eso tenga solución, ni con Maduro ni con un “gobierno de transición”. Por eso no creo mucho en “transiciones”, porque comunican la imagen de una Venezuela que no existe. No es la Venezuela de 1957 –como deja ver el documento de la MUD de fecha 19-7-18- sino la de 2018, es decir, la Venezuela antagónica. Si hay un consenso, es para reconocer ese carácter antagónico y pensar cómo construir las instituciones para el antagonismo, sin que el sistema político perezca. No creo que los hechos de violencia en la avenida Bolívar ayuden a cerrar el antagonismo.

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