Bielorrusia

 


No seguí mucho las elecciones en Bielorrusia celebradas el día 9-8-20, las que resultaron en la cuestionada victoria de Aleksandr Lukashenko. Sí noté más el rifirrafe en redes sociales del patio local por lo que pasó en ese país europeo. 

La oposición G4, desde la altura de asumirse siempre impolutos, resaltó algo como, "ya sabíamos lo que iba a pasar" y "¿qué dicen los bielorrusiólogos?", en ese tono de "corridos en 7 plazas" que los caracteriza. Siempre vienen del futuro y por eso tienen todas las respuestas aunque, al final, siempre les cambian las preguntas. 

Así que Not so fast Mr....No sé mucho sobre Bielorrusia, ni de la URSS, ni de Chernóbil como muchos dicen saber en redes sociales, pero me parece que todavía no se ha cerrado el capítulo de las elecciones en ese país. El llamado de Lukashenko a Rusia me luce que lo hace más desde una posición de debilidad que de fortaleza. Que en las protestas estén símbolos de lo que fue el mundo soviético como los workers de la fábrica de tractores, dice mucho de lo profundo de los agravios. Que 30 ciudades de Bielorrusia estén movilizadas, también dice algo sobre la extensión de las molestias. Así que sería prudente a la hora de afirmar "ya sabía lo que iba a pasar porque aquí ya lo hicimos todo". Al menos en estos momentos. 

Por su parte, la oposición que participará en las parlamentarias también giró en otro de los "paradigmas de la oposición". Una elección como "detonante para producir el quiebre". No fue así en el caso de Bielorrusia y en tuiter -con mucha razón- le reclamaron a Falcón por qué no hizo algo similar a lo de Bileorrusia, pero el 20-5-18, porque a las 11am de ese día llamó, más bien, a la desmovilización, incluso de los que votamos el 18, en tono de desinfle que comunicó no consecuencia con una decisión que tomó, sino con buscar un exit para quedar bien con un grupo que nunca dejará de detestarlo. 

La cosa es más compleja que saber todas las repuestas o buscar -o esperar- el "punto de quiebre" para "el peo". A Svetlana Tijanóvskaya le aplicaron algo parecido a lo que le ocurrió a Jóvito Villalba en 1952: la "invitaron" al ministerio de relaciones interiores de Bielorrusia, y de allí a un avión fuera del país. Si hay "peo" será de otra forma. 

Pienso que el rifirrafe en redes de Venezuela por esta elección en Bielorrusia, evidencia la falla en los "paradigmas" de la oposición para abordar una forma de gobierno autoritaria. A mi modo de ver, la falla es de dos tipos. La primera, poner la carreta delante de los caballos. La segunda, asumir una lógica de transiciones de los 80's. 

En la primera, el mejor ejemplo es la tesis del quiebre, que es un producto, un resultado de un trabajo político previo, pero en Venezuela se construyó como medio, fin, objetivo, meta, estrategia, táctica, resultado, centro; en definitiva, como el todo. Se presentó como una receta. Similar a cuando se habló durante las protestas de 2017 que había que movilizar el 3,5% de la población para producir la "fractura", o los 120 días para vaticinar que en Venezuela pasaría algo, porque así fue en Ucrania. Privó el "síndrome Netflix": la realidad es lo que diga el guión de mi serie o película favorita.

Cada cierto tiempo se toma un autor y se asume como un acto de fe, y no como lo que es: una persona que escribe y hay conclusiones tentativas. Ahora el turno para justificar una decisión política parece que será de Jennifer Gandhi. Efectivamente, esta investigadora concluye que las elecciones en formas de gobierno autoritarias permiten cooptar y dividir a la oposición y estabilizar al gobierno autoritario, entre otras cosas, pero también es contingente a una serie de variables (Gandhi y Lust-Okar, 2009: 406). 

Ahora escucho que lo central es lograr que algún grupo dentro del gobierno decida abandonar a Maduro para producir el cambio. Lo que no escucho o muy poco, es al menos el famoso "mapa de actores" para tener una idea del mundo chavista o madurista o cuáles serían las palancas que harían que "alguien adentro" cambie más allá de generalidades de "no tienen incentivos", el "narcoestado", o los "generales que se llenan y los pobres tenientes que sufren la crisis". 

Simplemente, se repite la nueva consigna o el nuevo autor para justificar la línea del momento, sin verlo en su contexto: hay que lograr que "alguien allí adentro" decida cambiar. Lo que le queda a la oposición es "presionar" para que en algún momento, alguien "allí adentro" se canse o se convenza y se produzca el cambio. La anécdota de Pompeo con James Baker: "algún día la URSS caerá". 

Hoy la nueva esperanza parece ser la confiscación por parte de los EUA de gasolina con rumbo a Venezuela, en la idea que eso hará difícil la vida a la gente, y por molestia, se "prenda el peo" que lleve a la salida de Maduro o a "forzarlo" a negociar su salida.  

Es una visión a mi modo de ver incompleta que asume que "algo afuera" gatillará "algo adentro". Así como desde 2014 se espera el "quiebre" -ya van casi 7 años- también se pueden pasar otros 7 años esperando "que algo suceda allí adentro" o que "alguien de allí adentro se canse".  

En lo segundo, pienso que parte de la dificultad para comprender y enfrentar formas de gobierno autoritarias es que los análisis y lógicas para enfrentarlo se quedaron anclados en los modelos de los 80's. Principalmente, el enfoque de la agencia, la que abordó las interacciones y preferencias de y entre los actores políticos (Cassani y Tomini, 2019). De aquí viene la propuesta de "los incentivos" de la que tanto se habla en Venezuela como si fuera una gran novedad. 

Sin embargo, el mundo de hoy es "líquido" para usar una expresión trillada, no una "realidad sólida". La gran diferencia entre los 80's y hoy es que los procesos de cambio se dieron en el marco de la Guerra Fría que tenía marcos y límites de acción. Sus niveles de entropía tenían fronteras, y quizás por esto las transiciones de esa época pudieron analizarse bajo el enfoque de la agencia, porque los actores estaban dentro de determinados marcos para actuar. Mandela y De Klerk tenían sus parámetros y marcos para comportarse, y pudieron acordar una transición. Eran líderes "en bloque". 

Hoy es distinto. Predomina lo "líquido" que se "desparrama" -Siria y Libia, por ejemplo- fundamentalmente por la emergencia de las redes sociales, lo inmediato de la información y de lo que sucede. En los 80's, la información era "en bloque", pero hoy no. El embargo de armas contra Pinochet fue todo un proceso (Bawden, 2013). Hoy las sanciones contra el gobierno de Maduro se anuncian en un tuit. 

El día 14-8-20 Pence escribió un tuit en apoyo a Uribe. El trino puede influir en el caso que se le sigue el expresidente de Colombia, que seguro es la intención de Pence. En el "mundo sólido" de los 80's, probablemente el Vice de los EUA hubiese escrito una carta muy "polite" tal vez a algún magistrado del vecino país, o un cable a su Embajada para que el embajador transmitiera esa información al gobierno de, por ejemplo, Virgilio Barco. No hubiese sido una información pública, y quizás ahora nos enteraríamos que ese cable existió, pero Barco falleció en 1997.....Es una notable diferencia entre una época que pasó, y otra que vivimos. El tuit de Pence puede cambiar un hecho político de inmediato y es público. El hipotético cable a Barco en los 80's, tal vez, pero la influencia sería en privado.  

Esta "realidad líquida" influye en los autoritarismos. Lo más importante, es que los autoritarismos aprenden, y tienen diferentes fuentes para estudiar y lo instantáneo de la información los ayuda. Al no existir "Internacionales de las espadas", los autoritarismos pueden ser descentralizados, más autónomos, y más ágiles para aprender porque su homeóstasis no dependerá de un gran mainframe autoritario, sea doctrinario o centro de poder. Pueden establecer alianzas, pero su operación será siempre más local. Por ejemplo, no le doy el peso que la opinión opositora da al "G2" y esa suerte de "automatismo cubano" para explicar todo lo que hace el gobierno de Maduro. El gobierno de Venezuela seguramente aprende de Cuba, pero su operación y desarrollo es criollito, y cuidado si Venezuela no retroalimenta a Cuba a partir de sus propios aprendizajes. El mainframe Castro ya no existe.  

Creo que habría que revisar los enfoques sobre las transiciones. No sé si regresar a los modelos originales de las "condiciones para la autocratización" (o democracia) de los enfoques de la modernización de los 60's. No tanto para repetirlos, sino para señalar que tal vez hace falta entender las condiciones de hoy que hacen posible hablar de "autoritarismos resilientes" o que "aprenden". 

Los estudiosos hallan que las transiciones a la democracia hoy día son menos. Hay más transiciones de "autocracias a autocracias" (una élite autoritaria reemplaza a otra élite autoritaria) o "autoritarismos resilientes" (cambios dentro del mismo grupo de poder), y posiblemente sea porque los autoritarismos generan sus propios equilibrios y dinámicas de cambio, propias, que no necesariamente pueden replicarse de uno a otro autoritarismo (Cassani y Tomini, 2019), y producen las variedades autoritarias (Gandhi y Lust-Okar, 2009). 

De aquí que, por ejemplo, Del Panta (2019) al estudiar los "regime change" en 32 países mayores a un millón de habitantes entre 2000-2015, halló que 21 casos (66%) fueron transiciones de un autoritarismo a otro, y 11 países (34%) transiciones hacia la democracia. Hadenius y Teorell (2007 c. p. Del Panta, 2019) concluyeron que el 77% de las transiciones entre 1972 a 2003 fueron de un autoritarismo a otro autoritarismo.  

Es decir, las formas de gobierno autoritarias no son bloques cerrados, sino abiertos a los cambios del ambiente que metabolizan para darle forma al autoritarismo y hacerlo más duradero, al tiempo que se hace "normal" en la sociedad (Morgenbesser, 2020).

Tal vez esto explique lo que pasa en Bielorrusia y en Venezuela, autoritarismos pero distintos, que pareciera que no se les puede entrar. Lucen impenetrables o desconocidos, sin poder analizarlos porque no se sabe qué son. 

Lo que quiere decir es que el estancamiento para lograr un cambio político desde una forma de gobierno autoritaria, se debe a que las variables estructurales que influyen en los nuevos autoritarismos no se conocen bien, pero se asume son las mismas condiciones de los 80's, por lo que los actores actúan de forma "racional" con base en la lógica de la agencia. 

Hoy es insuficiente, porque la agencia depende de variables más inmediatas, coyunturales, que no responden a una lógica principal, sino que pueden venir por situaciones del momento que generan un aprendizaje en el autoritarismo, que a su vez cambia la lógica del sistema, que puede ser estimulado por factores exógenos. Por ejemplo, las sanciones y cómo el gobierno de Maduro responde a ellas para canalizarlas dentro de la forma autoritaria, no para quitarlas porque no puede, sino para que normalicen una nueva situación pero no sean factor de inestabilidad política. Por ejemplo, la salida y regreso de DIRECTV a través de una nueva empresa.

Estudiosos en el tema dejan ver que hay que revisar los enfoques para abordar los autoritarismos. En un reciente trabajo, Erica Chenoweth (2020) se pregunta sobre el "futuro de la resistencia no violenta". 

La docente de Harvard reconoce que la protesta contra gobiernos autoritarios bajó tanto en participación como en eficacia, de un pico de éxitos en cambiar gobiernos autoritarios de 65% en los 90 a 34% en la actualidad, y el porcentaje de movilización de la población en los países donde ocurrió la resistencia civil, bajó de un 2,7% a 1,3% (Chenoweth, 2020: 75 y 78). 

Tal vez las razones que Chenowet desarrolla para explicar el resurgimiento de las movimientos no violentos en los 80's, sean las mismas para explicar porqué su eficacia es menor en la actualidad. Principalmente, las tecnologías de información que en mi criterio hacen la diferencia para hablar de "autoritarismos resilientes". Morgenbesser habla de un "menú de la innovación autocrática" con 20 "platos", clasificados en 5 grupos, uno de los cuales en el tecnológico (Morgenbesser, 2020: 4). 

El texto de Chenoweth es valioso porque reconoce las limitaciones y que los autoritarismos aprenden, aunque es insuficiente en sus explicaciones para abordar este fenómeno, pero hasta donde he leído cosas de ella, su marco de análisis no es para ver el contexto o la estructura; algo como una "meta estructura de los movimientos no violentos", sino para abordar razones próximas que expliquen, por ejemplo, porqué la protesta no violenta es menos eficaz hoy para derribar a gobiernos autoritarios. La estudiosa sugiere volver al trabajo de base, porque la protesta encandila, tiene un áurea que atrae, de épica , pero en sus resultados recientes, la eficacia es menor.

Posiblemente los movimientos sociales han estado mucho tiempo en el mostrador -donde está el reconocimiento y la fama- pero descuidaron la cocina, donde se prepara el éxito o fracaso del movimiento. El llamado es a volver a la cocina de la organización de la base social.

Considero que esto es clave al venir de una defensora de las protestas y de los movimientos no violentos; el overemphasis on public demonstrations and marches (Chenoweth, 2020: 78) la lleva a revisar su propia teoría. Quizás para comprender los "autoritarismos inteligentes" hay que regresar a estudiar las variables estructurales que definen a los movimientos sociales, y no sus manifestaciones que encandilan, traen épica y fama a sus organizadores, pero que hoy son menos eficaces que durante los 80's y 90's. Indirectamente, creo ese es el mensaje de Chenoweth. 

Bielorrusia hoy es el laboratorio para probar estas teorías. Como dije, no sé mucho de ese país, pero me luce que las protestas transcurren en el modo "tradicional" de la teoría sobre movimientos no violentos, para el caso de un país ex soviético: unas elecciones cuestionadas catalizan los agravios acumulados de un gobierno autoritario con casi 30 años en el poder. Svetlana Tijanóvskaya galvanizó el malestar. También ayudó mucho en esa tarea, la forma cómo se construyó el trío de mujeres. No solo por ser mujeres, sino los posters de las 3 damas realmente me parecieron muy atractivos y con mucha carga simbólica, especialmente naciones con herencia soviética donde la gráfica pesa mucho. 

Luego vinieron las protestas con violencia una vez anunciados los resultados electorales, También lo esperado dentro de la teoría psicosocial sobre los comportamientos colectivos, que sugieren que la primera etapa de una protesta es lo que se conoce como la "fase expansiva de la protesta". Es decir, ésta se irradia -en 30 ciudades de Bileorrusia- y generalmente es violenta porque busca afirmarse ante las instituciones que se perciben opresoras o causantes del agravio, normalmente organizaciones del Estado (puede verse para este punto, la escuela inglesa acerca de comportamiento colectivos y protestas políticas; vid. Stephen Reicher).

Posteriormente y pienso por influencia de Tijanóvskaya quien llamó a protestar pero no a la violencia, las protestas toman la vía de los movimientos no violentos, y ahora todo depende cómo la oposición sostenga su protesta y lo que ocurra dentro del bloque de Lukashenko. Hay un forcejeo allí, y no es fácil hacer un pronóstico. Las debilidades que veo en Lukaschenko es la soledad del poder. No he registrado alguna manifestación a favor de su victoria o su gobierno, y la otra debilidad para el gobernante es que las protestas se mantienen en la lógica de la manifestación no violenta, luego de la "fase expansiva de la protesta". La teoría sugiere, dada esta trayectoria en el país europeo, que debería haber una organización de la sociedad civil. Es lo que se verá en el tiempo.  

Pero Bielorrusia no es Venezuela. Nosotros estamos más cerca del "modelo boliviano" cuya lógica es la clásica de nuestros países -Chávez en 2002 y Zelaya en 2009, por ejemplo- las elites que buscan el poder aprovechan una movilización popular para desalojar a un gobierno con ayuda de los militares. Los "interinatos" -como se ve en Bolivia- le agarran el gusto al poder -ahora el motivo es la pandemia- porque hay que hacer una "transición" que "limpie todo lo "malo" que dejó el "antiguo régimen". 

Nosotros estamos más en este modelo que en el de Bielorrusia, aunque no deja de ser interesante mencionar éste último porque pudiera ser el modelo más puro en el sentido de ver la movilización ciudadana. Los forcejeos se darán dentro del grupo de Lukaschenko y como era en la época soviética, se sabrá quien está en el poder si alguien sube o baja en el estrado. Puede ser el caso de Lukaschenko, puede ser que siga otra tradición de esa cultura política ex soviética -ser enjuiciado- o que se mantenga con un descontento que ahora es público y que debería organizarse. No sé si el gobernante saldrá o no del poder. Si Lukaschenko cae, será la transición de un autoritarismo a otro autoritarismo. 

No sé si en Bielorrusia se pueda dar el caso de Sudán o Túnez, porque allí la diferencia la hizo la Asociación de Profesionales Sudaneses; por lo menos seguí su cuenta tuiter cuando la caída de al Bashir, y sus mensajes me comunicaron gente organizada pero sin estridencia verbal, aunque hay que decir que fue el ejército el que sacó a Omar, pero aun así, creo que este grupo de la sociedad llevó el agravio que culminó en la salida de al Bashir. Igual en Túnez con el "cuarteto" que también pudo manejar las tensiones con un sentido de misión, de llegar a una meta, que fue evitar una situación parecida al caos o autoritarismos en los que terminó la "Primavera árabe". No creo que en Bielorrusia haya algo parecido como en Sudan o Túnez, y no sé si Tijanóvskaya podrá organizar a la sociedad desde afuera. Ella reconoce que no es una política profesional, pero eso puede ser una ventaja, porque le da un estilo menos interesado o "maquiavélico". Fue la ventaja que tuvo durante su campaña, y posiblemente pueda ayudarla ahora en esa tarea de organizar a los grupos sociales de su país.  

Por supuesto, todo lo anterior son conjeturas. Reflexiones. Tampoco tengo muy claro mi modelo "autoritarismos que aprenden". Lo único que tengo claro es que los autoritarismos se cuelan en las grietas de la "realidad líquida", y allí ocurre su aprendizaje para la resiliencia en el poder. También tengo claro que los modelos que se emplean para estudiar estos autoritarismos son limitados, y por eso una vía para comprenderlos es regresar a la lógica estructural de los movimientos sociales de los 80's. Al tener una "variable dependiente" -los movimientos sociales de los 80's- tal vez se puedan comprender las variaciones en los autoritarismos "inteligentes" de hoy. 

Aunque en tuiter muchos afirman que el gobierno de Maduro es peor que el de Lukaschenko, Mao, Pol Pot, Stalin, Castro -Fidel- Gómez, etc aunque lo dicen desde la comodidad de tuiter y no parecen estar en un killing field aunque llevan lentes, pienso que en Venezuela todavía hay maniobra política a diferencia de Bielorrusia, que luce un modelo más cerrado, aunque en crisis.

Por esta realidad de "autoritarismos que aprenden", más que buscar el "momento para el peo", es construir el "momento para el reconocimiento" porque el chavismo es una fuerza política, se quiera reconocer o no. No veo viable un "momento 1958" sino lo posible es un "momento Chile 1988". Es mi wishful thinking por supuesto, porque es lo que me gustaría, ya que el presente venezolano se sabía desde 2016, aunque muchos lo descubren ahora: un "conflicto intratable" donde dos grupos buscan reducirse pero pueden mantener el conflicto de forma indefinida, no importa el deterioro de Venezuela. El gobierno tiene recursos, y la oposición también, al menos sus élites. El resto del país, que "corra o se encarame". Esto puede explicar la autonomía y separación de la sociedad hacia la política y los políticos. Es una manera de rechazarlos y rechazar esa "política".  

Al ver viable y deseable el "momento Chile 1988" supone construir el "momento para el reconocimiento". Esto me acerca más a la tesis de las "dos incertidumbres" de Andreas Schedler (2013). En "dos platos", Schedler plantea que las "autocracias electorales" tienen dos incertidumbres que son pugnaces con la oposición y su "campo de batalla" preferente son las elecciones. La primera es la "incertidumbre institucional" -el poder que se tiene nunca es seguro- y el segundo la "incertidumbre informacional" -el cuadro dirigente no tiene la certeza sobre lo seguro de su poder. Gobierno y oposición luchan en las elecciones por estas incertidumbres, para moldearlas y sumarlas a su favor. Al ser una lucha estratégica porque supone acciones que influyen y cambian el comportamiento del otro (gobierno u oposición), allí veo la capacidad de maniobra que todavía hay en Venezuela ¿Puedo insertar el documento del CEV en esta lógica? (mejor dejamos ese "avispero" tranquilo, el cual le movió el piso a mucha gente importante).  

En mi análisis, Maduro tiene menos "incertidumbre institucional" y más "incertidumbre informacional" porque el mundo chavista de base se mueve, aunque con Maduro siempre se ha movido. Creo que éste capta lo anterior y en sus actos de la semana pasada, resaltó mucho el asunto de aceptar la crítica. Considero que Maduro con las parlamentarias, busca reducir las "asimetrías de información" que tiene con su base, característica de los nuevos autoritarismos (Boix y Svolik, 2013). 

El campo preferente para disputar estas incertidumbres y, por ende, un gobierno autoritario, son las elecciones, incluso en condiciones adversas, porque movilizan y agrego, porque se está ante un electorado con un alto porcentaje de Ns/Nr que a mi modo de ver, indica la incertidumbre. Puede ser un 2007 o 2010 venezolanos o un 2015, aunque esta fecha estaba en cierto modo prevista por los resultados de los estudios de opinión desde marzo o junio de ese año. Pero el 2010 encaja más en la incertidumbre que se disputó entre el gobierno y la oposición (Aveledo esa noche de 2010, con "sabemos lo que pasó, y sabemos que ellos saben lo que pasó", pero lo dijo sustentado, no como bluff, que es importante decirlo). Pero la disputa se quedó solo en el resultado logrado porque no había la capacidad para organizar a la sociedad y convertir esa fuerza en poder de negociación frente a Chávez, aunque éste debilitó mucho a la AN de entonces -algo que no se quiere recordar, se piensa que 2015 fue "la primera vez"- lo que planteó el terreno de lucha política en otro nivel. Pero este análisis será para otra entrada.

Tal vez por lo anterior, hubiese llevado las negociaciones de 2019 -cuando comenzaron, ya era claro que no habría "quiebre"- a atar las parlamentarias a algún tipo de decisión política posterior o acuerdo para reglas. Por ejemplo, que en función de los resultados esa elección llevara a una presidencial, o renovar poderes y acordar aceptar sus decisiones que tendrían como piso las normas, principalmente la constitución. 

Claro, lo previo tiene algo como su meta-política que es el reconocimiento de fuerzas en igualdad. Aquí reitero una entrada de 2014 cuando las protestas de 2014 -por cierto, la entrada más leída de las 177 que he escrito hasta el momento, se llamó ¿Hay salida?- en donde afirmo que reconozco al chavismo como fuerza política, y que en el fondo del conflicto venezolano está este reconocimiento que no se quiere hacer porque la lucha es existencial, al ser dos modelos de país excluyentes. 

Más allá de la tesis de la "no posibilidad de equiparar uno con el otro" -la tesis de la "equivalencia moral"- la realidad política es que son dos fuerzas que están allí. Sus dirigentes y públicos quieren un reconocimiento a su medida, que no es posible lograr justamente porque son fuerzas. Al no ser posible imponerse, se optó por el conflicto existencial que se parece a cualquier conflicto existencial del mundo: los cuadros dirigentes pueden resistir y el resto de la sociedad que se las arregle. Por eso son conflictos que pueden ser eternos. También se crea un status quo como es el caso de la Venezuela de hoy. En una crisis, también hay ganadores. 

De manera que lo que veo posible es construir unas reglas para la diferencia y el conflicto que estén soportadas por instituciones lo más neutras posible en sus capacidades no sé si en su afiliación, pero aceptadas por las partes, y tener como intangible a la constitución de 1999. La dinámica política será conflictiva porque los agravios acumulados son demasiados, pero que tenga unos marcos para que el conflicto no se salga, que darán las instituciones acordadas. Es decir, reglas para canalizar las profundas diferencias. 

A pesar que el clima y situación de Venezuela cada día es más sectario, todavía pienso que es posible lograr un acuerdo de ese tipo. Bielorrusia pone a prueba mis hipótesis y reflexiones. Veremos. 

Referencias  

1.-Bawden, J. R (2013). "Cutting Off the Dictator: The United States Arms Embargo of the Pinochet Regime, 1974–1988". Journal of Latin American Studies, 45: 513-543. 

2.-Boix, C, y Svolik, M. W. (2013). "The Foundations of Limited Authoritarian Government: Institutions, Commitment, and Power-Sharing in Dictatorship". The Journal of Politics, 75, 2: 300-316. 

3.-Cassini, A. y Tomini, L (2019). "Authoritarian resurgence: towards a unified analytical framework". Italian Political Science Review, 49: 115–120. 

4.-Chenoweth, E (2020). "The Future of Nonviolent Resistance". Journal of Democracy, 31, 3: 69-84. 

5.-Del Panta, G (2019). "The stubbornness of authoritarianism: autocracy-to-autocracy transitions in the world between 2000 and 2015". Italian Political Science Review, 49: 139–155.

6.-Gandhi, J. y Lust-Okar, E. (2009). "Elections under authoritarianism". Annual Review of Political Science, 12: 403-422. 

7.-Morgenbesser, L (2020). "The menu of autocratic innovation". Democratization, 1-20. 

8.-Schedler, A. (2013). "The Politics of Uncertainty: Sustaining and Subverting Electoral Authoritarianism". Oxford University Press.

Comentarios

mariantonia 77 dijo…
No se logra identificar quien es la autora o el autor de este excelente escrito....swing
mariantonia 77 dijo…
No se logra identificar quien ha escrito este excelente artículo.....
Saludos María Antonio. La autoría está en el blog. Gracias por leerlo