Nos fregamos todos otra vez



Cerró mal el tema de las primas a docentes con cargos directivos en las universidades públicas. Según leí en la mensajería de mi facultad -Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela- el Ministerio de Educación Superior envió un "instructivo" por medio del cual las reduce o las elimina.

Esta noticia me recordó el cuento muy duro, que no habla bien de nosotros los venezolanos, pero que escucho desde pequeño y todavía me resisto a aceptar. El relato de los "cangrejos venezolanos" que quieren salir del tobo. Para hacerlo corto, los pocos "cangrejos" que se empinan para salir del envase, son empujados nuevamente al fondo por el resto. Es dura la historia, pero existe. El muy venezolano, "La universidad es de todos o no es de nadie", y llene usted el espacio de la universidad con lo que quiera. O nos beneficiamos todos, o nos "jodemos" todos. Pero aceptar que algunos puedan tener una comodidad en una penuria general, nos cuesta. Pero soy severo con los venezolanos. Ninguna cultura lo valida. Están las historias del racionamiento durante la segunda guerra mundial en los EUA, y en psicología social tenemos el llamado Downward comparison psychology -algo como la psicología de la comparación descendente- y el Schadenfreude para explicar la satisfacción y el "fresquito que entra" con la desventura de otros o cuando "todos los cangrejos están en el tobo". 

El aspecto negativo de las primas es que crean una casta de personal universitario gerente. En unas universidades en donde el profesor de mayor acreditación debe ganar cerca de 7$ mensuales, el contaste y la molestia debe ser muy alto cuando las primas pueden estar cerca de los $200 mensuales. En términos internacionales $200 para alguien que ejerce como rector "no es nada", pero en la realidad venezolana si se contrasta con el ingreso de los docentes, es muchísimo. Casi 30 veces el ingreso de un docente titular. Por esta razón comprendo la reacción tan adversa de profesores acreditados frente a las primas. Y la diferencia con los profesores contratados -como mi caso- es un universo. 

El riesgo que veo es una casta de "personal directivo" frente al resto, y como toda casta o grupo que siente que posee un diferencial frente a otros, buscará mantenerse y construir su propia base de poder para consolidar ese diferencial que se convertirá en un privilegio. 

Pero al mismo tiempo, si se ve desde otra perspectiva, un máximo de $200 para un directivo que tiene una posición de responsabilidad en una universidad, no es alto. Imagino el director de mi escuela -la prima es jerárquica, es decir, de arriba hacia abajo, un director de escuela tiene una prima menor a la que tiene un vicerrector, por ejemplo- que tiene que hacer un trabajo diario en una escuela bastante deteriorada, a lidiar con problemas que muchas veces escapan de su control, una prima me parece justificada. Hay un alto costo de oportunidad en ser directivo de una universidad pública. No se despacha tan rápido con el "ellos saben a lo que iban", porque ya las universidades públicas no son esos espacios de poder que fueron, que podían compensar el costo de oportunidad de aceptar puestos directivos. 

Si bien siguen siendo espacios de poder en algunos casos simbólicos -y por eso, a pesar que "están en el suelo" se pelea en ellas- los puestos directivos ya no tienen ese peso. El status se ha mudado un poco a las universidades privadas donde ser directivo sí compensa el costo de oportunidad. Pero en una pública, no. Pienso que los directivos en una universidad pública hacen un trabajo que otros docentes no haríamos, porque tenemos otras vías para compensar el costo de oportunidad y el prestigio, si éste último está a nuestro alcance o es importante para uno.

Por esta razón estoy de acuerdo con las primas, pero hubiese planteado el conflicto o el asunto de sus consecuencias no deseadas de otro modo.

Por supuesto, detrás del conflicto por las primas hay otros problemas. Al menos en la UCV, la gestión García Arocha tiene tiempo agotada. La propia concepción de la universidad está cansada. Decanos que no pueden irse porque no hay elecciones, o que renuncian y vienen los "E"; igual en las escuelas; el conflicto con el IPP, el tema de los seguros, la renuncia del Vicerrector Administrativo, el deterioro de las instalaciones, de los servicios, en fin, diversas situaciones que indican que esa gestión llegó a su "Principio de Peter", pero como no hay elecciones, no se puede abordar. Y como en todo el país, esa situación genera su particular inercia que se traduce en un clima pesado que se respira en la universidad.

En general, pienso que el concepto de universidad pública venezolana como tal, no da para más. Sus relaciones de poder, las luchas entre grupos, su agotada visión jerárquica, su cierto aire patrimonialista que pertenece a grupos o personas. La UCV como el país quiere darle oxígeno a un modelo agotado, que ya no es posible revivir. Requeriría una productividad que no tiene, y para alcanzarla, debería cambiar, pero no quiere cambiar. He allí el gran problema de la UCV y de Venezuela en general.  

En las diferencias con las primas entra este problema y la lucha por la "hegemonía de la universidad". Pero el agravio lo hubiese planteado de otra forma.

En primer lugar, evitaría las acusaciones públicas, no el conflicto, que es inevitable porque hay demasiadas diferencias en el país, no pensamos igual en muchas cosas por lo que el conflicto es real. Sí sería ideal que ese conflicto buscara sus espacios naturales para tratarlo. Da qué pensar las acusaciones mutuas en medios de comunicación y redes sociales, los "chismes" -inevitables en Venezuela, que se caracteriza por una política para destruir al otro- o cosas si se quiere infantiles, de denuncias que tal persona que tiene una posición bloqueó a otra en tuiter, cuando lo menos que cabe esperar en personas con responsabilidades, es que si no se quieren tratar, perfecto, pero bloquearse en tuiter es como infantil, y más cuando se trata de "un par de viejos". 

Trataría de mostrarle al país y consciente que se está ante un gobierno autoritario que no entiende de esos mensajes, pero evitaría un espectáculo frente al gobierno. El resultado está a la vista: un "instructivo" para limitar o eliminar las primas. Tiene que venir "papá Estado" -al que dicen "no reconocer"- a imponer una norma que se acata. Honestamente me daría "pena organizacional", que si me precio de ser una universidad nacional, permitir que el ministerio me "regañe" y aunque consciente que el gobierno no cree en la autonomía universitaria, trataría de mostrar que la institución es capaz de manejar una controversia interna.

En segundo lugar, plantearía el contencioso frente al Estado. Es decir, no que todos nos quedemos "jodidos" en el tobo, sino demandar las condiciones para que todos salgamos del tobo. Estoy consciente que el Estado no puede darle primas a todos -no sé si todos las merezcamos, yo no creo merecerla- y lo más importante, es que la solución no es "primarizar" al personal universitario, sino acordar políticas para que ese personal pueda tener una calidad de vida, y la lógica de una prima se justifique más, si se aplica y no produzca el rechazo. Por supuesto, muchas de esas políticas no son universitarias, como lograr precios estables, por ejemplo.

En tercer lugar, demandaría a las personas en posición de dirección que reciben primas, una contraprestación, que no es otra que resultados de gestión. 

Que la prima no se convierta en un elemento estático de diferenciación y status, que es lo tradicional en Venezuela. Es nuestra historia. El cuento de Depons y los visitantes extranjeros que vinieron a la entonces capitanía general y pasearon por tierras venezolanas con los "grandes cacaos". A uno de los "musiús" se le ocurrió preguntar por el trabajo en las tierras, y sale uno de los clásicos parejeros o jalabolas que tienen los poderosos de Venezuela, y regaña al foráneo, "¿cómo se le ocurre hacer esa pregunta sobre el trabajo?", y esa es nuestra historia. Ser "noble" pero sin ensuciarme las manos. Los impolutos de Venezuela, que hoy gozan de muy buena salud. 

Evitar que esas primas se conviertan en una "nobleza". Entonces, a mi director de escuela, le exigiría mejores salones, con luz, suficientes pupitres, etc, y sería menos válida la excusa que no se puede hacer nada "por la situación del país". Ahí le diría, "para eso es gerente, tiene una compensación, y unos incentivos, por lo que esperaría unos resultados". No es una prima solo por ir de lunes a viernes a un ambiente que no estimula mucho. Es para sobreponerse a eso, y ofrecer resultados. Como dice un gerente, Mike Bloomberg, "lo que no se mide no se puede administrar". Aunque una universidad no es una empresa, por analogía, se aplica la lógica. Si dan incentivos en unas primas, tiene que corresponder a una gestión. No simplemente porque "soy autoridad", que es la visión venezolana del status. 

Pero el conflicto por las primas en la UCV se inscribe en lo que creo será una tendencia a futuro: conflictos distributivos. Hay algunas señales que comenzaron en el chavismo. La polémica entre Pascualina Curcio y Jesús Farías o las protestas de los trabajadores petroleros, con críticas a personas que parecían intocables en el mundo petrolero socialista: Wills Rangel, por ejemplo. 

Me parece que en el mundo chavista hay conciencia que en este ajuste "liberal a lo Maduro" hay "ganadores" y "perdedores". Quizás sea un efecto no deseado de la dolarización, que generó una Venezuela a dos velocidades, la del dólar -cada vez con mayor terreno, según Datanálisis ya el 60% de las transacciones se hacen en monedas foráneas- y la de "los soberanos", del que cada día se habla menos. Poco a poco pasa al olvido, pero buena parte de Venezuela todavía emplea sus "soberanos".

¿Por qué en el chavismo la molestia? Tal vez porque están más organizados, posiblemente porque como sugieren estudios de opinión, son los que afirman estar menos dolarizados y no quieren irse de Venezuela a diferencia de, por ejemplo, las personas de la oposición que reclaman usar más el dólar y el deseo de irse del país. En otras palabras, tienen menos posibilidades de salir del sistema, sea al construir mi mundo protegido por el dólar o porque me puedo ir. 

El conflicto distributivo comenzó por este grupo que no significa que vayan a "saltar la talanquera", sino que siendo "leales al proceso", van a reclamar sus agravios al Estado. Por supuesto, aquí se abre un filón para una política para la oposición, pero eso escapa a esta entrada. 

Hace 10 años, de acuerdo al Banco Mundial, el PIB de Venezuela se acercó mucho a los 500 mil millones de dólares. Hoy, algunos afirman que es 30 mil o 70 mil millones de dólares. Sea cual sea la cifra, es una severa disminución. Es razonable que se presenten conflictos distributivos cuando grupos ya tienen conciencia que son los "perdedores" de este ajuste que hace el gobierno de Maduro, no necesariamente los "perdedores" están en la oposición.

Este cambio en el PIB re-define las relaciones de poder en Venezuela. Por ejemplo, que Polar esté en el supermercado iraní Megasis lo veo como un símbolo de este reacomodo de poder interno entre grupos que salen, que entran, o que se re-definen en este espacio de poder que se construye. Me parece que Polar actúa correctamente al estar allí. Mendoza es capitalista de verdad, no "capitalista de tuiter" que se limita a exhibir un modo de vida porque vive de sus rentas -obtenidas en Recadi o Cadivi- o el "talento" que se vende ahora -que no es más que mudar la facturación de bolívares a dólares y, por supuesto, la vida cambia cuando se hace esa mudanza- pero no a crear, no a valorizar que es lo que hace un capitalista de verdad. Tal vez Mendoza ponderó que si "abandona sus espacios" y hace una proclama "a lo tuiter", podrá vivir de sus rentas y publicar suculentos platos o un buen estilo de vida, pero quedará fuera de la historia y del poder futuro en Venezuela, limitado a su burbuja digital sin ensuciarse las manos, por supuesto. Solo a contemplar y a denunciar.

Pero optó por meterse en la cueva del lobo, como hace un capitalista de verdad, en un riesgo muy alto. Puede perder, puede ser absorbido por un sistema autoritario que no controla y que quiere reducir a Polar a cero. Pero decidió dar la pelea. Estando en sus zapatos, haría lo mismo. Prefiero no una gran calidad de vida y tal vez sufrir en parte, pero pelear mi espacio en la historia o en mi actividad profesional para no ser desplazado. No ser el "gran cacao" de Depons que solo contempla el trabajo de los otros, sin crear o transformar. No vivir de la contemplación, que pareciera ser la aspiración de muchos en la Venezuela de hoy. 

Maduro también reconoce el descontento social. En varias de sus últimas intervenciones, llamó al "unionismo" (sic). Creo está consciente que le viene un escenario de una política pugnaz que no significa que vaya a salir del poder -no veo la molestia social en clave de noviembre de 1957 en el equivalente de Pérez Jiménez, que fue la antesala para el 23-1-58- sino protestas dentro del sistema político autoritario. Quizás por esto los llamados de Maduro a la actualización del "bloque histórico". Posiblemente Maduro con conciencia o sin conciencia llegó al meollo de los gobierno autoritarios modernos: resolver las "asimetrías de información" entre el ejecutivo y los diferentes grupos, para reducir la tensión dentro del sistema (Boix y Svolik, 2013). Me luce que Maduro está consciente que debe abordar las "asimetrías de información" que hay dentro del chavismo, y que los debates y conflictos en el mundo chavista de base revelan.

Por lo pronto, con el tema de las primas, algunos "cangrejos" jalaron a los que subían y todos, otra vez, estamos en el tobo ¿Me "entró un fresquito" porque estamos igualados en las penurias? No. Más bien, "nos fregamos todos otra vez".


Referencias
Boix, C. y Slovik, M. W. (2013). The Foundations of Limited Authoritarian Government: Institutions, Commitment, and Power Sharing in Dictatorships. The Journal of Politics, 75, 2: 300-316. 


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