¡Ahijadas! ¡Ahijados!
Finaliza el semestre 2014-I. Quedan exámenes y cursos intensivos. El tradicional "Patiazo" indica que se cierra el semestre y los futuros graduados celebran. Solo faltan las actividades de graduación previstas para noviembre de 2014.
Luego o ya, viene el momento de las decisiones ¿Cuál camino, cuál proyecto de vida? ¿Cómo me veo dentro de 5 o 10 años? ¿Qué hacer?
La vida es exigente. Para todos, seas "rico", "pobre", o de "clase media". No se desanimen en los momentos malos y tengan humildad en los tiempos de felicidad. Piensen siempre en clave de futuro para que las cosas tengan sentido, y los sinsabores -que son muchos- se hagan llevaderos y, más bien, les permitan crecer, prosperar.
Recuerden la anécdota que compartimos en clase, sobre lo que Rómulo Gallegos le dijera a su hijo Alexis Gallegos Arocha, "Conquista un lugar en la vida". Conquisten su lugar, a través del trabajo, estudio, comprensión, preparación, deseos de servir.
Escribí estas palabras para cuando terminara el semestre. Ahora que se acaba, las comparto con ustedes.
Qué mejor afirmación para arrancar este escrito que decirles, de todo corazón, felicitaciones, próximos politólogos y politólogas. Un reconocimiento a sus familias, a quienes sentimos como parte de la comunidad universitaria. Qué orgullo siente la Universidad Central de Venezuela y la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos, porque en noviembre de 2014, sus autoridades impondrán la medalla y le entregarán su título universitario a cada uno de ustedes para que, como profesionales, ejerzan una profesión que hace muchísima falta en la Venezuela de hoy, y diría, en el mundo.
Luego o ya, viene el momento de las decisiones ¿Cuál camino, cuál proyecto de vida? ¿Cómo me veo dentro de 5 o 10 años? ¿Qué hacer?
La vida es exigente. Para todos, seas "rico", "pobre", o de "clase media". No se desanimen en los momentos malos y tengan humildad en los tiempos de felicidad. Piensen siempre en clave de futuro para que las cosas tengan sentido, y los sinsabores -que son muchos- se hagan llevaderos y, más bien, les permitan crecer, prosperar.
Recuerden la anécdota que compartimos en clase, sobre lo que Rómulo Gallegos le dijera a su hijo Alexis Gallegos Arocha, "Conquista un lugar en la vida". Conquisten su lugar, a través del trabajo, estudio, comprensión, preparación, deseos de servir.
Escribí estas palabras para cuando terminara el semestre. Ahora que se acaba, las comparto con ustedes.
Qué mejor afirmación para arrancar este escrito que decirles, de todo corazón, felicitaciones, próximos politólogos y politólogas. Un reconocimiento a sus familias, a quienes sentimos como parte de la comunidad universitaria. Qué orgullo siente la Universidad Central de Venezuela y la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos, porque en noviembre de 2014, sus autoridades impondrán la medalla y le entregarán su título universitario a cada uno de ustedes para que, como profesionales, ejerzan una profesión que hace muchísima falta en la Venezuela de hoy, y diría, en el mundo.
Los profesores Julio César Fernández Toro y Carlos Luna, como padrinos de las menciones Administración Pública y Relaciones Internacionales respectivamente, y mi persona, como padrino de toda la promoción, nos sentimos orgullosos de ustedes y celebramos que hayan llegado a este punto en su vida académica. Los invitamos a concluir su carrera con el mayor esfuerzo, la mejor entrega, y las máximas ganas para servir al país, una vez graduados.
Luego de 5 años de estudios, Venezuela cuenta con más de 130 licenciados en Ciencias políticas y administrativas, en sus tres menciones: Administración Pública, Politología, y Relaciones Internacionales ¡Dios mío, tantos ahijados y ahijadas! ¡Qué responsabilidad!
¡Felicitaciones integrantes de la LXXII Promoción de Ciencias Políticas y Administrativas "60 Aniversario de la inauguración de la ciudad universitaria de Caracas"!
La última vez que fui padrino de una promoción de politólogos fue en noviembre de 2007, de la LVIII Promoción “50 aniversario del día del estudiante universitario”.
Después de 7 años, por decisión de ustedes como promoción, me toca el honor de ser su padrino. Para serles honesto, no lo esperaba y no lo buscaba. Había sido padrino en otras ocasiones, y pensaba que ya me había tocado mi parte, como un profesor más de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos, junto a otros docentes e integrantes de la comunidad de la EEPA, que también han sido padrinos de otras promociones.
La falta de tiempo por el trabajo, la situación política en nuestro país, tantas cosas, me llevaron -y llevan- a una suerte de exilio interno, a limitarme a cumplir con mis actividades profesionales, sin ir más lejos. Hago algo parecido a lo que describe Mariano Picón Salas hizo Alberto Adriani durante el gomecismo o Willy Brandt, quien fue Canciller de la extinta República Federal Alemana (RFA) entre 1969 y 1974. Brandt le confesó a la escritora italiana Oriana Fallaci: "A veces, hay que reducir la marcha o parar el automóvil para tomar velocidad".
Cuando me dijeron que estaban considerando mi nombre para ser su padrino, me sorprendió mucho. Cuando me informaron que había sido escogido como su padrino, me alegré mucho más, a pesar de mi "marcha reducida", y a pesar que una crisis -cualquiera sea- nos quita la espontaneidad. Siempre es un honor ser escogido por los alumnos, a pesar que uno no lo busca ni tampoco lo espera. Agradezco poder "tomar velocidad" con ustedes en su tránsito hasta la graduación en noviembre de 2014 y después.
Cada promoción que se gradúa tiene su particularidad, lo que la marca, lo que la identifica ¿Cuál puede ser la identidad de su promoción, junto al acertado nombre que han escogido para llamarla?
Diría que es la promoción de las dificultades, de las oportunidades, y de la inspiración.
Como dicen los chinos, en su weiji, el cual sugiere que la crisis supone el encuentro con un punto crítico, para superarla. Hemos aprendido en las dificultades. Una razón por la que acepté tan distinguido honor es esa: haber trajinado con ustedes las dificultades que nos ha tocado vivir en los últimos años, tanto en la UCV como en el país.
Como dicen los chinos, en su weiji, el cual sugiere que la crisis supone el encuentro con un punto crítico, para superarla. Hemos aprendido en las dificultades. Una razón por la que acepté tan distinguido honor es esa: haber trajinado con ustedes las dificultades que nos ha tocado vivir en los últimos años, tanto en la UCV como en el país.
Tengo entendido que quienes conforman la promoción cursaron psicología social en momentos diferentes, que pueden llevarse a los últimos tres semestres y, en algunos casos, hasta más atrás. Año y medio marcado por retos, por desafíos. Los hemos superado juntos. Algunos momentos fueron tranquilos, otros de tensión, otros de expectativas; unos mejores, otros no tan buenos, algunos de esperanza, otros de complicaciones, pero como grupo, pudimos cumplir nuestra tarea con responsabilidad, no solo para satisfacción personal, sino para bien de la Escuela y la UCV.
Acepté su distinción porque en cada uno de ustedes veo el retrato de una generación que debe afrontar momentos difíciles, y que lo hace con entereza, no exento de errores, pero con aprendizaje. He aprendido de ustedes y siento que hemos compartido vivencias más allá de la clase en plena clase. Eso hace de su designación como padrino un vínculo importante y permanente, en estos momentos en la vida de nuestra UCV y de nuestro país.
Ingresaron a la UCV en momentos que ya eran de dificultades, aunque no estaban a la vista o no querían ser vistas por la mayoría, atenta a cómo exprimir la renta mientras se pudiera. Se gradúan en un momento de definiciones. Venezuela espera de ustedes la visión para identificar el punto crítico que como sociedad debemos abordar y superar los desafíos que tenemos por delante como país.
¿Cuál será el o los puntos críticos a los que la ciencia política y sus profesionales están llamados a encontrar en la Venezuela de hoy? Les va a tocar a ustedes ser los protagonistas de esa urgente y necesaria búsqueda.
Esto nos lleva al tema con el que abrí las palabras: la falta que hace en Venezuela de la ciencia política y el tamaño de la promoción. Tal vez es, si no la más grande, una de las de mayor tamaño egresada de la EEPA ¿Por qué más de 100 profesionales de la ciencia política? ¿No hay un mensaje en esto? ¿No hay una demanda, principalmente de las personas contemporáneas a ustedes, por una mejor política o una política más sensible?
La Encuesta Nacional de la Juventud 2013 realizada por la Universidad Católica Andrés Bello en jóvenes entre 15 a 29 años, reveló que cerca de 6 de cada 10 tienen “poco” interés en la política. Dos de cada 10 tienen “mucho” interés y dos de cada 10 tienen “ningún” interés en la política. Si sumamos a los que tienen “poco” y “mucho” interés, tenemos que cerca de 8 de cada 10 jóvenes entre 15 a 29 años tienen interés en la política.
Aprendemos apenas ingresamos a la EEPA, que la política nos afecta a todos, que tiene que ver con lo público, y que somos “animales políticos”. No olvido las clases del profesor Pedro José Martínez, de Filosofía Política, cuando citaba a Aristóteles, “El hombre que no vive en la polis, o es algo más que un hombre o es menos que un hombre, pero no es un hombre” ¿No será que hay un llamado a reencontrarnos como hombres, es decir, con el orden político, a partir de nuestras coincidencias pero también de nuestras diferencias, que son muchas, y eso no debe asustar? ¿No es el llamado a la política el que se hace hoy en Venezuela, porque nuestras diferencias son muy visibles y requieren de la mano política para construir un orden político armónico e incluyente, capaz de procesar las diferencias sin matarnos o tener las ganas de hacerlo?
Que un 60 por ciento exprese tener “poco” interés por la política es un desafío para cambiarlo, no una cifra para lamentarse o desahogarse, comportamientos muy comunes en Venezuela. El otro caso, que no les interese o les interese poco -porque esta suma también puede hacerse, y resulta igualmente en que 8 de cada 10 tienen poco o ningún interés en la política- no significa que la política no se haga o no exista. El poeta español Antonio Machado decía a los jóvenes sobre la política, “Si no la hacen ustedes, puede que la hagan contra ustedes”.
Los invito, entonces, a hacer política no en contra sino a favor, recordando siempre lo que otro Canciller de la RFA entre 1949 y 1963, Konrad Adenauer, dijera sobre la política, “En política, uno se enfrenta con adversarios políticos, no con enemigos políticos…y con compañeros de partido”. Lo último ¡vaya que si no!
¿Cuál política puede hacerse en un momento de definiciones como el que vive Venezuela en la actualidad? ¿Por qué no regresar a los significados de las palabras para responder a esta interrogante?
Recordemos: hay política porque somos humanos, si no fuéramos humanos, no existiría política. Existe porque no podemos ponernos de acuerdo en todo, sobre todo, y en todo momento. La política existe porque somos diferentes.
Recordemos de nuevo: la palabra política deriva de la matriz griega polis, politikós, que significa relativo a la ciudad. Es decir, que cuando hablamos de política, nos referimos a una actividad que se hace de forma pública, en sociedades, y que implica la construcción de un orden político tanto interno como externo, que haga posible el desarrollo de una comunidad.
¿Cómo hacerlo? No es lugar en este escrito para abordar la interrogante, pero lo que quiero destacar son los aspectos humanos, relacionales de la política, que hoy hacen falta y que el significado etimológico de la palabra remite.
Su promoción es de las dificultades y de las definiciones pero, también, está llamada a ser la promoción de la sensibilidad, de recuperar el sentido de relaciones que hay en la política y que la constituye. Para inspirar.
Recordemos con Aristóteles, la distinción que hace de las tres formas de poder con base en la sociedad en las que se aplican, como explica Norberto Bobbio.
Aristóteles asume el criterio de las personas sobre las cuales se ejerce el poder para su bien: el paternal en provecho de los hijos; el patronal para ventaja del amo; el político en atención de ambas partes, que es el llamado "bien común" (bonun commune). Aristóteles, en su Política (libro III, capítulo 6) dice que, "Los gobiernos que tienen un interés en el bien común están constituidos de acuerdo a estrictos principios de justicia y son, en consecuencia, formas puras de gobierno. Aquellos gobiernos que su objetivo es el interés de quienes gobiernan, son formas perversas y degeneradas de gobierno, porque son despóticas, mientras que el Estado es una comunidad de hombres libres".
Aristóteles asume el criterio de las personas sobre las cuales se ejerce el poder para su bien: el paternal en provecho de los hijos; el patronal para ventaja del amo; el político en atención de ambas partes, que es el llamado "bien común" (bonun commune). Aristóteles, en su Política (libro III, capítulo 6) dice que, "Los gobiernos que tienen un interés en el bien común están constituidos de acuerdo a estrictos principios de justicia y son, en consecuencia, formas puras de gobierno. Aquellos gobiernos que su objetivo es el interés de quienes gobiernan, son formas perversas y degeneradas de gobierno, porque son despóticas, mientras que el Estado es una comunidad de hombres libres".
En consecuencia, el poder político se apoya en la libre y voluntaria aceptación del mandato político, lo que implica el no tratar a los ciudadanos como menores de edad o como esclavos.
Quiero llegar a las relaciones que tiene la política, a partir de la voluntaria aceptación del mandato político. Me apoyo, de nuevo, en Norberto Bobbio.
Bobbio afirma que existen tres criterios para caracterizar la relación política: la función que desempeña, los medios de que se sirve, y el fin que persigue.
Con respecto a la función, se emplean metáforas para ilustrar la naturaleza del gobierno. La primera es el modelo bimorfo, donde la comunidad que constituye la polis es concebida como un organismo semejante al cuerpo humano, compuesto de miembros que tienen una función específica. El gobierno tiene el papel de mente (o alma) para mostrar que tiene una función central que consiste en guiar, dirigir, mandar. La visión tecnomorfa, con la cual la misión del gobernante se toma de la analogía con un oficio o arte (en griego, tecne). Los oficios o artes son el pastor, el navegante (gubernator viene del latín timonel, de gubernaculum, timón); el gobernante como orientador (navegante), que dirige (pastor), que interviene para prevenir y sanar los conflictos (médico).
Los invito a que hagamos de la política práctica orientadora, guía en estos tiempos de cambios, para navegar con una meta común; que sea actividad para sanar los conflictos y diferencias que tenemos en nuestra Venezuela, sin que eso implique que las diferencias desaparezcan. Para relacionarnos más y mejor, para salir del gueto afectivo, social, y grupal en el cual estamos como sociedad; para salir de las macollitas en las que andamos.
Para que abandonemos la seguridad que da "estar con los míos" y abordemos la incertidumbre como enriquecedora aventura de encontrarnos con el diferente, quien, realmente, es uno como ustedes, como yo, no es otro. Mejor lo digo como Andrés Eloy Blanco, "Pintor que pintas tu tierra/si quieres pintar su cielo/cuando pintas angelitos/acuérdate de tu pueblo/y al lado del ángel rubio/y junto a un ángel trigueño/aunque la virgen sea blanca/píntame angelitos negros".
Para que abandonemos la seguridad que da "estar con los míos" y abordemos la incertidumbre como enriquecedora aventura de encontrarnos con el diferente, quien, realmente, es uno como ustedes, como yo, no es otro. Mejor lo digo como Andrés Eloy Blanco, "Pintor que pintas tu tierra/si quieres pintar su cielo/cuando pintas angelitos/acuérdate de tu pueblo/y al lado del ángel rubio/y junto a un ángel trigueño/aunque la virgen sea blanca/píntame angelitos negros".
Les toca a ustedes pintar angelitos, en una tierra que parece empeñada en perder el color que alguna vez tuvo, producto del cielo político que compartimos, que le dio un proyecto común de múltiples colores para todos los venezolanos y venezolanas.
¿Recuerdan las clases de liderazgo? ¿Recuerdan la etimología de la palabra? Liderazgo viene del latín lid, que significa disputa o querella. La tarea del liderazgo es analizar una situación en sus elementos constitutivos para sanar o curar situaciones, nos dice Landolfi. También viene de la expresión sajona to lead, que sugiere guiar, en el sentido que las personas que integran una comunidad crezcan en el entendimiento de sus problemas comunes y de lo que está en juego en un momento determinado, para hacer con éxito el desafío adaptativo y prevenir el trabajo evitativo, que ocurre cuando tenemos que enfrentar un reto: preferimos evitarlo antes que afrontarlo, de acuerdo a Ronald Heifetz.
Les toca a ustedes ser los líderes para que como venezolanos afrontemos nuestros problemas y dejemos de evitarlos, para construir la sociedad en la que queremos convivir, todos, con paz y con futuro.
Ustedes forman parte de una generación que no puede darse el lujo de evadir los grandes problemas nacionales. Esto es lo que justifica hoy, moralmente si se quiere, nuestra profesión y su promoción. La sociedad percibe que como politólogos, tenemos el conocimiento y las herramientas para ayudar en ese crecimiento que todo el pueblo de Venezuela aspira. Tal vez ese sea el mensaje que encierra que su promoción sea grande en número de egresados: la demanda de guía, orientación, mano que sane pero que no sea paternalista, dirección que no sea despótica, sino mutuo acuerdo para entender y afrontar juntos problemas comunes que como sociedad tenemos.
¿Cuáles son esos problemas comunes que tenemos como país? A mi modo de ver, son 4 ¡Los invito a que abordemos estos 4 desafíos!
Primer desafío: el desafío existencial.
Vamos romper la inercia en que está nuestro país para promover el cambio estructural de Venezuela.
Vamos romper la inercia en que está nuestro país para promover el cambio estructural de Venezuela.
¿Cómo tener memoria histórica? ¿Cómo evitar la profecía de Santayana sobre aquellos que no recuerdan su pasado? ¿Cómo saber que las cosas deben evolucionar, que debemos superar etapas, pero para evitar repetirlas, para no ir en círculos, para ir, no en línea recta -no somos perfectos, la perfección en política se acerca a las formas de gobierno autoritarias- pero sí en progresión ascendente, positiva? ¿Cómo lograr superar problemas que ya tienen tiempo, asuntos que se chupan a generaciones y no permiten tener una proyección favorable en el futuro? ¿Cómo respetar a las nuevas generaciones, para que puedan prosperar y no se agoten en los mismos problemas que las generaciones precedentes? ¿Cómo dar vida moral y no quitarla? ¿Cómo romper con ese trapiche que a veces es Venezuela, cuyo bagazo son generaciones condenadas a repetir los mismos errores de generaciones pasadas, sin que eso inmute a la sociedad, sin ningún grito que diga: ¡Basta de sacrificar generaciones para mantener estructuras y egos que ya no sirven!
Todas estas interrogantes apuntan a la rutina que vive Venezuela. Una rutina que hace daño al país, a todos: tenemos cerca de 30 años con una inflación de dos dígitos; cerca de 40 años que el país no crece de forma robusta desde el punto de vista económico; más de 25 años de violencia social; más de 20 años de violencia política; cerca de 26 años en que la política venezolana se reduce al deseo de cambiar gobiernos que han sido elegidos por el pueblo; y pudiera extenderme en los "tenemos" y, si seguimos en la inercia que se come al país, podemos pasar los próximos 30 años con una inflación de dos dígitos o con más de 10 mil homicidios por año. Estos problemas que se repiten son más viejos que ustedes en edad y de no superarlos, llegarán a mi edad con los mismos problemas que a su vez tendrán sus hijos o sus alumnos. El ciclo, entonces, volverá a repetirse: sueños que se truncan por la inercia de no querer cambiar porque da miedo salir de las zonas de confort, así hagan daño.
¿Por qué la repetición de situaciones que obstaculizan el avance de Venezuela? No tengo una respuesta. Tal vez los filósofos o antropólogos tengan una. Mi explicación es que el carácter rentista de la sociedad amortigua las demandas que hace la vida para cambiar, para el trabajo adaptativo. Nuestro "cuerpo natural" -el petróleo y la sociedad- para usar la expresión del antropólogo venezolano Fernando Coronil, en cierto modo nos hace inmunes a las demandas de la vida, que son para el cambio, para la renovación, para el ajuste.
La renta permite que nos escondamos de la vida. Es una suerte de placenta que nos alimenta y, al mismo tiempo, nos aísla de los cambios y de la crítica necesaria que requiere toda sociedad para avanzar. De manera que tenemos cerca de 30 años con inflación de dos dígitos, pero no lo recordamos y, lo peor, podemos estar 30 años más como si nada. Lo olvidamos porque aunque más pobres en el plano de la economía real, la placenta que ofrece la renta crea la ilusión en la economía nominal que tenemos poder de compra. Pero la realidad es que todos, hoy, somos más pobres. Unos lo disimulan mejor que otros, pero en términos de la economía real y a pesar de un mejor índice Gini, nuestro poder de compra hace menos que hace 10 o 20 años.
En caso que esto no funcione tenemos, a la manera de Hirchmann, una salida: el rebusque, que es otra forma de placenta menos cómoda, pero que también nos aísla y aleja para pensar la interrogante ¿Qué no estamos o qué no estoy haciendo bien como sociedad o como persona, y debo cambiar para avanzar?
Les toca a ustedes ser portadores de la capacidad para criticar, para que nuestra memoria histórica no sea solo recuerdos, sino aprendizaje que permita crecer a partir de los logros y de los fracasos personales y colectivos. Que permita avanzar y no se eternice la inercia que ve pasar los años. Darle una "meneada de mata" a ese "cuerpo natural", que hoy yace en la búsqueda de la renta petrolera perdida. Inerte y gris.
¿Por qué no se plantean como promoción romper con la inercia al proponerse un proyecto de país como meta para no tener, dentro de 20 años, posiblemente que repetir lo que les digo hoy cuando sus hijos se gradúen, para romper el círculo vicioso de repetir la historia sino hacerla si es posible, o contarla de forma distinta?
Segundo desafío: el desafío humano.
Es la pobreza. Con pobreza no hay país viable. No me refiero a superarla en nuestro sentido populista del término, simplemente dar y tener lástima de las personas menos afortunadas que nosotros. Cuando asumamos la pobreza en un sentido parecido al que nos plantea Amartya Sen -la idea de no sentirse avergonzado por la situación, que la saca de la dimensión lástima y la coloca en la dimensión de empatía para que el otro haga su vida con sentido- tal vez la podamos superar porque la veremos no como un problema sino como un actuar cuerpo con cuerpo -en la expresión de Susana Rotker- para permitir que todos podamos hacer nuestra carrera moral en la polis.
Estamos lejos de esta situación. De acuerdo al INE, en el segundo semestre de 2012 había 7,37 millones de personas pobres y 1,48 millones de hogares pobres. Un año después, en el segundo semestre de 2013, había 9,17 millones de personas pobres y 1,89 millones de hogares pobres. Un aumento de 1,8 millones de personas y 410 mil hogares respectivamente.
Personas y hogares que hace dos años no eran pobres. Que seguramente venían prosperando y hoy ya no o prosperan menos. O sufren. Hay que imaginar lo que significa cerca de 2 millones de pobres en dos años. Dos millones de historias de vida. Dos millones de vidas que construyen una carrera moral, hoy amenazada o en extinción.
La generación que ustedes representan no puede soslayar esto. Tampoco puede contentarse con desahogarse o aplicar la idea del mundo justo ¿Recuerdan las clases de percepción social?
Escapa a estas palabras ofrecer una solución para superar la pobreza. Solo sé que no hay recetas. Tal vez la única sea la empatía, poder ponernos en los zapatos de quienes venían prosperando y ya no prosperan o de quienes sueñan prosperar porque nunca lo han hecho porque no han podido. Empatía que también supone alejarse de la culpabilización o de la lástima con los que los sectores medios tienden a ver a quienes son pobres. No se trata de una dignidad pacata, de solo verlos a los ojos, sino de verlos como proyectos de vida con la mismas razones, justificación ética y política como las que nosotros tenemos, para realizar su proyecto. Y no me refiero al igualitarismo que, como bien lo sugiere Bobbio, es diferente a la igualdad: buscar las cosas que nos hagan menos desiguales.
Aquí es imposible no entrar en otro campo al que los politólogos estamos llamados: la economía política, en el sentido cómo las asignaciones de poder afectan la estructura de los factores de producción.
Sin comprender esto, no hay solución estructural a la pobreza. Solo populismo y popularidad en las encuestas ¿Se conforman con eso, ser políticos del 50% de popularidad en "las encuestas"? ¡Aspiren a más!
En su reciente libro La renta y el reclamo, Diego Bautista Urbaneja plantea que nuestro carácter rentista fue producto de decisiones no calculadas, sino para responder a cómo obtener más dólares, una vez que Venezuela entró en la era del petróleo.
Esa decisión se tradujo en la sobrevaluación de nuestra moneda -inaugurada con el Convenio Tinoco de 1934- que nos convirtió en reclamadores de renta petrolera y hoy, con divisas escasas, en buscadores de renta, con menos justificación moral.
Me temo que la renta está y seguirá allí. Ustedes están llamados a influir en la economía política para cambiar los términos del reclamo. No veo posible -y no sé si sea deseable- dejar de ser reclamadores, pero sí veo posible y necesario cambiar la naturaleza del reclamo. De dame mi parte porque tengo una justificación a reclamo para que esa renta se use en mejorar la productividad de nuestros factores de producción para influir en la forma de nuestro cuerpo natural.
No es sembrar el petróleo. Ya se sembró, si bien o mal, es otra discusión. Es pasar de la siembra de infraestructura a una siembra institucional y antropológica, en el sentido de internalizar que solo la productividad de los factores de producción ayudará a superar la pobreza de forma permanente, pero también a pensar en ella como sociedad, como cuerpo natural.
Antes de 1999, la democracia logró bajar la pobreza a cerca del 25% en los 70. Desde 2003, también se logró un resultado positivo. Hoy se repite la historia: lo logrado está en riesgo de perderse como en los 70. Es repartir, pero también producir. Es consumir, pero también la conciencia de lo moderno.
Mientras la productividad de nuestros factores de producción no sea un tema -aunque sea abstracto o no llegue al barrio, y por eso no gustará a la clase política- la pobreza será un ciclo: subirá y bajará, pero nunca se superará. Ustedes están llamados a centrar el debate para romper este ciclo que, también, es inercial.
¿Por qué no se plantean como promoción buscar las cosas políticas que nos hagan menos desiguales, no para obligar a la sociedad a un rasero hacia abajo, sino para ofrecer un tejido social cuyo norte sea la cohesión, en términos de proyectos de vida realizables, productivos, y que no tengan vergüenza?
¿Por qué no se plantean entrarle a la economía política de la renta, para superar la disyuntiva histórica y ontológica que nos ha impedido dar el gran salto como sociedad; la disyuntiva sembrar el petróleo de Uslar Pietri y el excremento del diablo de Pérez Alfonzo?
Tercer desafío: el desafío político.
El desafío es hallar un intangible -¿Recuerdan a García Pelayo?- que pueda servir de referencia a todos los venezolanos y venezolanas, independientemente de su posición política.
Ese referente, hoy, no lo tenemos. Debe ser la constitución, como espacio civil, como contrato social en donde todos podamos vernos, en donde todos sintamos que tenemos un espacio, normativo, pero que pueda traducirse en convivencia política.
Hoy nuestra carta magna no es referente, no es el intangible que por mandato popular debe y tiene que ser. Por muchas razones. Hay dos importantes: por la interpretación que de sus artículos hace el TSJ, y porque su lógica no se aplica, debido a la lucha de poder que hay en Venezuela. Por ejemplo, su lógica electoral plantea un sistema de representación proporcional, pero en los hechos nos acercamos a un sistema electoral de mayorías, que no recoge la pluralidad ni la diversidad política que hay en el país. Si lo hace, no es la representación fiel de la proporcionalidad de votos, como pasó con la elección a la AN en 2010. Y así con otros mecanismos y conceptos de nuestra constitución.
¿Por qué no se plantean como promoción identificar ese intangible e invitar a toda la sociedad para que, juntos, logremos hacerlo una realidad? Realidad para que en nuestras diferencias -que las tenemos y las que, al menos en lo personal, no aspiro a que dejen de ser diferencias porque pensamos, vemos las cosas de forma distinta- podamos reconocer un objetivo común, y que los conflictos no sean existenciales sino agonales.
Esta tarea es urgente y los politólogos y politólogas estamos llamados a hacerla, con mucha responsabilidad, aplicando lo mejor de nuestros conocimientos y con mucha sensibilidad: estamos ante personas concretas, que quieren desarrollar un proyecto de vida, no son estadísticas, masas, o categorías "los míos" o "los otros". En nuestra preparación y sensibilidad está evitar tratar una disciplina eminentemente humana como la política, a algo parecido a un artefacto.
En definitiva ¿Cómo romper con la sensación que se pierde juventud, y generaciones en cosas que debieron haberse superado hace años?
¿Por qué la repetición de situaciones que obstaculizan el avance de Venezuela? No tengo una respuesta. Tal vez los filósofos o antropólogos tengan una. Mi explicación es que el carácter rentista de la sociedad amortigua las demandas que hace la vida para cambiar, para el trabajo adaptativo. Nuestro "cuerpo natural" -el petróleo y la sociedad- para usar la expresión del antropólogo venezolano Fernando Coronil, en cierto modo nos hace inmunes a las demandas de la vida, que son para el cambio, para la renovación, para el ajuste.
La renta permite que nos escondamos de la vida. Es una suerte de placenta que nos alimenta y, al mismo tiempo, nos aísla de los cambios y de la crítica necesaria que requiere toda sociedad para avanzar. De manera que tenemos cerca de 30 años con inflación de dos dígitos, pero no lo recordamos y, lo peor, podemos estar 30 años más como si nada. Lo olvidamos porque aunque más pobres en el plano de la economía real, la placenta que ofrece la renta crea la ilusión en la economía nominal que tenemos poder de compra. Pero la realidad es que todos, hoy, somos más pobres. Unos lo disimulan mejor que otros, pero en términos de la economía real y a pesar de un mejor índice Gini, nuestro poder de compra hace menos que hace 10 o 20 años.
En caso que esto no funcione tenemos, a la manera de Hirchmann, una salida: el rebusque, que es otra forma de placenta menos cómoda, pero que también nos aísla y aleja para pensar la interrogante ¿Qué no estamos o qué no estoy haciendo bien como sociedad o como persona, y debo cambiar para avanzar?
Les toca a ustedes ser portadores de la capacidad para criticar, para que nuestra memoria histórica no sea solo recuerdos, sino aprendizaje que permita crecer a partir de los logros y de los fracasos personales y colectivos. Que permita avanzar y no se eternice la inercia que ve pasar los años. Darle una "meneada de mata" a ese "cuerpo natural", que hoy yace en la búsqueda de la renta petrolera perdida. Inerte y gris.
¿Por qué no se plantean como promoción romper con la inercia al proponerse un proyecto de país como meta para no tener, dentro de 20 años, posiblemente que repetir lo que les digo hoy cuando sus hijos se gradúen, para romper el círculo vicioso de repetir la historia sino hacerla si es posible, o contarla de forma distinta?
Segundo desafío: el desafío humano.
Es la pobreza. Con pobreza no hay país viable. No me refiero a superarla en nuestro sentido populista del término, simplemente dar y tener lástima de las personas menos afortunadas que nosotros. Cuando asumamos la pobreza en un sentido parecido al que nos plantea Amartya Sen -la idea de no sentirse avergonzado por la situación, que la saca de la dimensión lástima y la coloca en la dimensión de empatía para que el otro haga su vida con sentido- tal vez la podamos superar porque la veremos no como un problema sino como un actuar cuerpo con cuerpo -en la expresión de Susana Rotker- para permitir que todos podamos hacer nuestra carrera moral en la polis.
Estamos lejos de esta situación. De acuerdo al INE, en el segundo semestre de 2012 había 7,37 millones de personas pobres y 1,48 millones de hogares pobres. Un año después, en el segundo semestre de 2013, había 9,17 millones de personas pobres y 1,89 millones de hogares pobres. Un aumento de 1,8 millones de personas y 410 mil hogares respectivamente.
Personas y hogares que hace dos años no eran pobres. Que seguramente venían prosperando y hoy ya no o prosperan menos. O sufren. Hay que imaginar lo que significa cerca de 2 millones de pobres en dos años. Dos millones de historias de vida. Dos millones de vidas que construyen una carrera moral, hoy amenazada o en extinción.
La generación que ustedes representan no puede soslayar esto. Tampoco puede contentarse con desahogarse o aplicar la idea del mundo justo ¿Recuerdan las clases de percepción social?
Escapa a estas palabras ofrecer una solución para superar la pobreza. Solo sé que no hay recetas. Tal vez la única sea la empatía, poder ponernos en los zapatos de quienes venían prosperando y ya no prosperan o de quienes sueñan prosperar porque nunca lo han hecho porque no han podido. Empatía que también supone alejarse de la culpabilización o de la lástima con los que los sectores medios tienden a ver a quienes son pobres. No se trata de una dignidad pacata, de solo verlos a los ojos, sino de verlos como proyectos de vida con la mismas razones, justificación ética y política como las que nosotros tenemos, para realizar su proyecto. Y no me refiero al igualitarismo que, como bien lo sugiere Bobbio, es diferente a la igualdad: buscar las cosas que nos hagan menos desiguales.
Aquí es imposible no entrar en otro campo al que los politólogos estamos llamados: la economía política, en el sentido cómo las asignaciones de poder afectan la estructura de los factores de producción.
Sin comprender esto, no hay solución estructural a la pobreza. Solo populismo y popularidad en las encuestas ¿Se conforman con eso, ser políticos del 50% de popularidad en "las encuestas"? ¡Aspiren a más!
En su reciente libro La renta y el reclamo, Diego Bautista Urbaneja plantea que nuestro carácter rentista fue producto de decisiones no calculadas, sino para responder a cómo obtener más dólares, una vez que Venezuela entró en la era del petróleo.
Esa decisión se tradujo en la sobrevaluación de nuestra moneda -inaugurada con el Convenio Tinoco de 1934- que nos convirtió en reclamadores de renta petrolera y hoy, con divisas escasas, en buscadores de renta, con menos justificación moral.
Me temo que la renta está y seguirá allí. Ustedes están llamados a influir en la economía política para cambiar los términos del reclamo. No veo posible -y no sé si sea deseable- dejar de ser reclamadores, pero sí veo posible y necesario cambiar la naturaleza del reclamo. De dame mi parte porque tengo una justificación a reclamo para que esa renta se use en mejorar la productividad de nuestros factores de producción para influir en la forma de nuestro cuerpo natural.
No es sembrar el petróleo. Ya se sembró, si bien o mal, es otra discusión. Es pasar de la siembra de infraestructura a una siembra institucional y antropológica, en el sentido de internalizar que solo la productividad de los factores de producción ayudará a superar la pobreza de forma permanente, pero también a pensar en ella como sociedad, como cuerpo natural.
Antes de 1999, la democracia logró bajar la pobreza a cerca del 25% en los 70. Desde 2003, también se logró un resultado positivo. Hoy se repite la historia: lo logrado está en riesgo de perderse como en los 70. Es repartir, pero también producir. Es consumir, pero también la conciencia de lo moderno.
Mientras la productividad de nuestros factores de producción no sea un tema -aunque sea abstracto o no llegue al barrio, y por eso no gustará a la clase política- la pobreza será un ciclo: subirá y bajará, pero nunca se superará. Ustedes están llamados a centrar el debate para romper este ciclo que, también, es inercial.
¿Por qué no se plantean como promoción buscar las cosas políticas que nos hagan menos desiguales, no para obligar a la sociedad a un rasero hacia abajo, sino para ofrecer un tejido social cuyo norte sea la cohesión, en términos de proyectos de vida realizables, productivos, y que no tengan vergüenza?
¿Por qué no se plantean entrarle a la economía política de la renta, para superar la disyuntiva histórica y ontológica que nos ha impedido dar el gran salto como sociedad; la disyuntiva sembrar el petróleo de Uslar Pietri y el excremento del diablo de Pérez Alfonzo?
Tercer desafío: el desafío político.
El desafío es hallar un intangible -¿Recuerdan a García Pelayo?- que pueda servir de referencia a todos los venezolanos y venezolanas, independientemente de su posición política.
Ese referente, hoy, no lo tenemos. Debe ser la constitución, como espacio civil, como contrato social en donde todos podamos vernos, en donde todos sintamos que tenemos un espacio, normativo, pero que pueda traducirse en convivencia política.
Hoy nuestra carta magna no es referente, no es el intangible que por mandato popular debe y tiene que ser. Por muchas razones. Hay dos importantes: por la interpretación que de sus artículos hace el TSJ, y porque su lógica no se aplica, debido a la lucha de poder que hay en Venezuela. Por ejemplo, su lógica electoral plantea un sistema de representación proporcional, pero en los hechos nos acercamos a un sistema electoral de mayorías, que no recoge la pluralidad ni la diversidad política que hay en el país. Si lo hace, no es la representación fiel de la proporcionalidad de votos, como pasó con la elección a la AN en 2010. Y así con otros mecanismos y conceptos de nuestra constitución.
¿Por qué no se plantean como promoción identificar ese intangible e invitar a toda la sociedad para que, juntos, logremos hacerlo una realidad? Realidad para que en nuestras diferencias -que las tenemos y las que, al menos en lo personal, no aspiro a que dejen de ser diferencias porque pensamos, vemos las cosas de forma distinta- podamos reconocer un objetivo común, y que los conflictos no sean existenciales sino agonales.
Esta tarea es urgente y los politólogos y politólogas estamos llamados a hacerla, con mucha responsabilidad, aplicando lo mejor de nuestros conocimientos y con mucha sensibilidad: estamos ante personas concretas, que quieren desarrollar un proyecto de vida, no son estadísticas, masas, o categorías "los míos" o "los otros". En nuestra preparación y sensibilidad está evitar tratar una disciplina eminentemente humana como la política, a algo parecido a un artefacto.
Cuarto desafío: el desafío generacional.
Independientemente de sus diferencias políticas que las tienen o de otro tipo, véanse como una generación. No se enmacollen, trágico error de las generaciones precedentes, en términos históricos.
Véanse como unidad, como un endogrupo ¿Recuerdan la clase de grupos? No en un sentido excluyente frente a otros, sino en un sentido de misión, de compartir la urgencia de transformar un país que así lo pide, a gritos, y de todas las formas posibles.
Véanse como unidad, como un endogrupo ¿Recuerdan la clase de grupos? No en un sentido excluyente frente a otros, sino en un sentido de misión, de compartir la urgencia de transformar un país que así lo pide, a gritos, y de todas las formas posibles.
La verdadera y buena política es transformar, atemperada por el compromiso entre el sueño y lo posible, pero siempre se puede transformar. Solo se requiere visión, responsabilidad, empeño, compromiso, sensibilidad y humildad para hacerlo. Esto lo ofrece verse como una generación.
En la historia de nuestro país, las generaciones han cumplido y deben cumplir una labor de transformación clave. Se recuerda la generación que en 1814 mostró su compromiso con un país libre.
En tiempos más recientes, hablamos de la Generación del 28, protagonista de la transformación de la Venezuela rezagada del continente a la Venezuela moderna del Siglo XX.
Pero también ha habido otras generaciones. La del 60, la que estemos de acuerdo o no con sus decisiones -por ejemplo, la lucha armada de esa época- mostró entrega, coraje, y sacrificio, en la búsqueda de una Venezuela mejor, y por eso merecen nuestro respeto.
También está la generación del 80, muchos de sus integrantes hoy en posiciones de poder. El pueblo los ve y opinará sobre su aporte al país, en el momento electoral e histórico apropiado. No dudo que en la generación de los 80, la motivación que impulsa a nuestras generaciones que es tener un mejor país, también está presente.
También está la generación del 80, muchos de sus integrantes hoy en posiciones de poder. El pueblo los ve y opinará sobre su aporte al país, en el momento electoral e histórico apropiado. No dudo que en la generación de los 80, la motivación que impulsa a nuestras generaciones que es tener un mejor país, también está presente.
Luego vienen las generaciones más recientes, más jóvenes, sobre las que ponemos nuestra confianza y nuestra esperanza. Por eso les pido: no se vean como extraños siendo contemporáneos. No permiten que los dividan ni se dejen dividir, pese a las diferencias que hay. Aspiren a decirse entre ustedes lo que Turgeniev le escribió a Tolstoi, "Le escribo para decirle lo feliz que he sido por ser su contemporáneo".
Díganse algo parecido, "Me siento orgulloso de ser tu contemporáneo, porque aunque pensemos diferente, nos une y compromete el deseo que nuestro país sea mejor, tierra en la que cada quien pueda pintar su proyecto de vida, como el poeta pintó angelitos de todos los colores".
Díganse algo parecido, "Me siento orgulloso de ser tu contemporáneo, porque aunque pensemos diferente, nos une y compromete el deseo que nuestro país sea mejor, tierra en la que cada quien pueda pintar su proyecto de vida, como el poeta pintó angelitos de todos los colores".
Lo anterior puede parecer cursi, pero a veces pienso que parte de la rutina, de la inercia que vivimos, se debe a que no se cierran las etapas generacionales, porque las últimas generaciones no se han visto como una unidad. Pueden más las discordias y las ambiciones de querer seguir mandando y de creerse infalibles, que el sentido de propósito, que el haber compartido juntos sueños y realidades.
Así, me luce que los de la generación de los 80 estamos pagando las discordias de la generación del 60 por las diferencias y divisiones que trajo la lucha armada y los caminos que cada quien tomó en ese entonces. No quiero que la generación de ustedes, ya en su vida adulta, tenga que pagar los errores de mi generación, la de los 80, por las discordias que hoy tenemos acerca del rumbo que Venezuela debe seguir.
Si van a tener deudas, que sean de su generación, no de otras. Veo jóvenes asumiendo pasivos de otras generaciones, que no les corresponden. Es momento de cerrar los ciclos generacionales para ver si el país avanza. El país necesita un sacudón generacional que no es excluir a generaciones precedentes, pero sí cerrar ciclos sobre cómo se ve el país, y no seguir en una repetición de historias y de experiencias sin solución de continuidad, que se traduce en la inercia que vive Venezuela y que puede explicar por qué los problemas son estructurales, difíciles de superar, y que se repiten en el tiempo.
Es hora de cerrar ciclos, de no asumir deudas o cuentas del pasado. Construyan su propio pasado con lo que hoy hacen. No vivan del pasado de otros. Construyan su presente para cerrar los ciclos del futuro, de manera que otros presentes sean posibles y romper con esa suerte de maleficio que sugiere que en Venezuela estamos condenados a que los problemas se resuelvan, pero para que vuelvan a aparecer nuevamente, y así, como un ciclo que se repite y que hace que se "pierda juventud" ¡No más!
¿Por qué como generación no definen metas como, por ejemplo, cuando tengamos 40 años vamos a lograr un país con inflación de un dígito, y nos comprometemos como profesionales de la ciencia política a ofrecer nuestro aporte y compromiso para esa meta? ¿Por qué no definir como meta lograr la Venezuela moderna pero del Siglo XXI?
Ahora que se está en una "onda del basquetbol" porque Venezuela ganó el Suramericano de Baloncesto luego de 15 años, qué les parece si nos inspiramos en esta cita del basquetbolista norteamericano Michael Jordan quien dijo, "El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos". Así lo dijeron los jugadores de nuestro equipo de baloncesto al recibir el trofeo, "¡Juntos somos más!". Juntos en lo diverso, juntos en lo que los une, para ser más y todos seamos más, porque queremos ser más.
Venezuela tiene muchos talentos que ganan partidos, pero nos falta el trabajo en equipo para ganar el campeonato de tener un país verdaderamente cohesivo, a la altura de lo que puede ofrecer a sus habitantes y al mundo. No se acostumbren a ganar partidos ¡Vamos por el campeonato que es Venezuela!
En noviembre de 2014 se gradúan. Seguirán avanzando en sus vidas. Continuarán sus estudios, trabajarán, explorarán, innovarán, tendrán familia, se casarán en el matrimonio convencional o en matrimonio igualitario, vivirán en pareja, serán madres o padres solteros; otros seguirán solteros, otros tal vez divorciados, verán a sus hijos e hijas ¡y nietos y bisnietos! cumplirán años, verán el tiempo pasar y con ese paso, verán el tiempo transformar a ustedes, su ambiente, sus proyectos de vida.
No pierdan la espontaneidad. No se dejen endurecer por los años ni por las situaciones. Siempre hay espacio para el futuro, para los sueños, para cambiar y hacer nuevas cosas o disfrutar las que se hacen.
No dejen llevarse por lo que para mi es lo peor que produce una crisis: el cinismo, ya común en Venezuela, lamentablemente. No se dejen atrapar por corrientes de opinión o del qué dirán, sino traten de actuar con personalidad, con autonomía, con criterio propio ¡Es tiempo de criterios, no de complacer el qué dirán!
No dejen llevarse por lo que para mi es lo peor que produce una crisis: el cinismo, ya común en Venezuela, lamentablemente. No se dejen atrapar por corrientes de opinión o del qué dirán, sino traten de actuar con personalidad, con autonomía, con criterio propio ¡Es tiempo de criterios, no de complacer el qué dirán!
No olviden a la UCV ni a la EEPA. Son sus casas. De vez en cuando y si pueden, echan una visita. Nos gustaría verlos ya como profesionales en el trajín de la vida.
Sus padrinos estamos conscientes que ser padrino no se limita a acompañarlos en sus actos de grado y actividades de graduación. Vemos que la responsabilidad llega más lejos: poder acompañarlos, si lo desean, en el tránsito a una nueva vida si se quiere, con retos y cosas muy buenas. No se pierdan. No nos olviden. Con nuestros defectos como profesores y personas, con las limitaciones que tiene la UCV hoy, hemos tratado de dar lo mejor que tenemos en la formación que han tenido en la casa que vence la sombra. Hemos tratado de cumplir lo que el ensayista norteamericano William A. Ward decía sobre los docentes, "El maestro mediocre, dice. El buen maestro, explica. El maestro superior, demuestra. El gran maestro, inspira".
Estamos a la orden.
Estamos a la orden.
Con humildad, y nos atrevemos a hablar por el cuerpo de profesores de la EEPA, hemos buscado inspirarlos, a pesar de nuestros defectos que son muchos.
Ahora les toca a ustedes inspirar a otros e inspirarnos. Tienen la formación, la capacidad, y la personalidad para lograrlo.
Que hayan escogido como nombre de su promoción 60 Aniversario de la inauguración de la ciudad universitaria de Caracas es una buena señal. Esta ciudad universitaria hoy como hace 6 décadas, inspiró e inspira la idea de un país moderno, con cohesión, vibrante, colorido, crítico, luchador, incluyente, amable, productivo, con vida, y fraterno.
Confío en que esta promoción que me toca apadrinar, sea la promoción que inspire con su guía y trabajo, a transitar con confianza el camino para lograr la Venezuela del Siglo XXI que anhelamos.
Confío en que esta promoción que me toca apadrinar, sea la promoción que inspire con su guía y trabajo, a transitar con confianza el camino para lograr la Venezuela del Siglo XXI que anhelamos.
Exitos en la vida colegas ¡Ahijados! ¡Ahijadas!
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