Mal comienzo


El comienzo del nuevo Presidente de PDVSA, Eulogio Del Pino, no fue bueno. 

El día 13-9-14 dijo que "Lo que más beneficia al pueblo no es el aumento del combustible, sino ir contra las mafias"

No le resto importancia la lucha contra el contrabando que adelanta el gobierno pero ¿Es esta la declaración que se esperaría del Presidente de PDVSA para un tema tan importante como el de los combustibles?

Tomemos el valor máximo dado por Del Pino para el contrabando de combustibles: 100 mil barriles diarios. De acuerdo al Ministerio del Petróleo, para la fecha en que esta declaración fue ofrecida, el precio de la cesta venezolana era de 90,19$ por barril. Son 9 millones de dólares diarios. Son 3,3 millardos de dólares al año. 

Cifra importante ¿Pero ahora el problema es el contrabando y no el subsidio al combustible, reconocido por el propio gobierno? El 16-12-13, Rafael Ramírez informó que el subsidio anual al combustible llegó a la cifra de 12,6 millardos de dólares. Casi 4 veces el valor del contrabando que reporta Del Pino.

¿La declaración de Del Pino significa que el debate sobre el precio de los combustibles -también anunciado por el gobierno- queda en el olvido?

La afirmación de Del Pino parece apoyar lo sugerido en una entrada anterior del Blog, en El sacudón de Maduro, que el gobierno va a agotar los controles, antes de considerar otras opciones para afrontar el fracaso del modelo de economía centralizada que intenta aplicar en Venezuela.

No espero de Del Pino o de otro vocero del gobierno que anuncie con bombos y platillos que "se va a aumentar la gasolina", sin más. No espero ni deseo una "declaración neoliberal". Los argumentos dados desde los 90 para subir el precio de los combustibles no me convencen. La idea de una "justicia poética" con el aumento -como los "ricos" son los que tienen carros, el aumento es una forma de "ponerlos en cintura" y quitarles el subsidio que los favorece- tal vez en los 90 tenía algún sentido, pero hoy no mucho, a pesar que el gobierno y la new right venezolana coinciden en decirlo. Son de las famosas "matrices" que se crean, se repiten y se repiten, sin preguntarse si todavía tienen sentido decirlas.

Si se hace algo parecido a una "observación participante" en una bomba de gasolina (las he hecho, en bombas en zonas premium de Caracas) para ver la cotidianidad de echar gasolina, el argumento de los "ricos" no me luce convincente, a pesar que en los números, efectivamente, el subsidio es regresivo (de acuerdo a Grisanti, 2011 los hogares "ricos" consumen nueve veces más gasolina que los hogares "pobres").

En esas observaciones, he visto carros caros, pero también muchos carros normales y varios "catanares". Eso me llevó a pensar que si bien recibimos un subsidio, el mismo ayuda a llevar la vida cotidiana. En sentir que algo, al menos, no es caro y pese a la escasez que a veces hay en las bombas, puedo adquirirlo con facilidad. Hay una cultura del consumo de la gasolina que trasciende los números. Una subida, si bien corrige el subsidio, sí impacta en la vida cotidiana de la gente. Y bastente, diría. 

Por ejemplo, si el precio se lleva a 2,6 bolívares/litro como sugiere PDVSA, un carro que tenga un tanque de 40 litros; que llene el tanque tres veces a la semana, son 312 bolívares. Al mes, son 1.248 bolívares. Al año son 14.976 bolívares. Con el valor de 0,097 bolívares por litro (la de 95), la cuenta es 46,56 bolívares al mes y 558,72 al año. 

Para una sociedad con sueldos y salarios comidos por la inflación, en un clima de incertidumbre y escasez, 1.200 bolívares -la diferencia al mes entre el precio actual y el sugerido- en algo que ya se asume de uno porque "es mi parte del petróleo", es platica. El aumento no va a alegrar, pese al discurso que "un litro de gasolina cuesta menos que una botella pequeña de agua" o el cuento "de los ricos". 

Lo que cuestiono de la declaración de Del Pino no es el tema del contrabando -que es real- sino reiterar un "comodín" del poder venezolano: todo es culpa de un "enemigo externo". Ahora, el contrabando. No hay probemas de fondo. No hay otras maneras de ver el problema. Hay que tratar a las personas como menores, nunca decirles todo (restos del positivismo) y apelar a lo ya conocido: con más controles, seremos felices, a pesar que en la realidad, no sirvan o promuevan el contrabando que se busca erradicar. 

¿Por qué no plantear el tema en otro contexto? Pienso que la gasolina hay que subirla, no tanto porque hay que "castigar el consumo de los ricos" -parte de la quincalla verbal del populismo de la política venezolana para atrapar votos- sino porque para las finanzas de PDVSA (y para el país), el subsidio se hace insostenible, como ya vemos: caída de la producción petrolera, accidentes laborales (Amuay), corrupción, contrabando, opacidad en las cifras, pérdida de competitividad de PDVSA. 

¿Por qué no probar con medidas innovadoras para el contexto venezolano como lo hecho por Irán para subir el precio de la gasolina?

No lo veo como panacea, pero lo que rescato de la experiencia persa es lo novedoso de la solución -colocar de forma directa recursos en manos de las personas- lo que sería mucho para un país tan conservador como Venezuela. Eso sí sería un verdadero "sacudón".

Una idea así u otra novedosa rompería con lo tradicional en Venezuela: hacer aumentos, y uno se entera cuando llega a caja a pagar o cuando aparece la factura. 

Por ejemplo, la electricidad aumentó por más que quieran ocultar la subida con frases rimbombantes como racionalizar el subsidio. En casa, la factura llegó con un incremento 3 veces lo que se pagaba normalmente. Me enteré cuando la vi. 

¿Qué tal un mejor trato al ciudadano y sí, sube la luz, pero al tiempo que aumenta, hay una batida de Corpoelec por las principales vías del país para reparar las luminarias dañadas; camiones y camiones reparando las luces? Con gusto pago la racionalización del subsidio. Comunicaría que hay una consideración hacia el pueblo, que se le respeta.  

No creo que la idea aplicada en Irán le guste al gobierno -porque colocar dinero en manos de las personas es una forma de aumentar su libertad- pero le haría mucho bien a Venezuela. La discusión sobre el aumento de la gasolina tendría otro nivel; saldría de lo tradicional en el discurso político venezolano -los "buenos" y los "malos" en donde estamos atrapados por los "radicales de ambos bandos"; discurso que les permite tener ganancias políticas al controlar la opinión- y al ciudadano le daría otra entidad, otra manera de relacionarse con su principal industria. Otro nivel: ya no receptor gracias a la bondad del poder, sino sujeto de y con poder en sí y para sí. Sería una medida que promovería la igualdad, de verdad verdad.  

¿Cuándo en Venezuela nos pondremos los pantalones largos para discutir los problemas del país y sus soluciones, fuera de los lugares comunes o de lo tradicional?

¿Cuándo alguna idea, que no se limite a una consigna (gobierno) o a una frase "popular" (oposición)?

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