Varias
personas me comentaron la mención que Maduro hizo de Boves la semana pasada.
Les respondí que no la había escuchado, porque últimamente me resulta fastidioso,
especialmente con el gastado cuento de los
pelucones.
Mis colegas interpretaron la
mención al asturiano como una amenaza a la sociedad, porque el margen de
maniobra económica del gobierno se achica, y hace tiempo se debieron tomar
decisiones para corregir las severas distorsiones de nuestra economía.
Interpretación nada ociosa,
porque una amenaza recurrente e irresponsable del gobierno desde Chávez es que
si ocurre un 27F –otra forma en que se expresa nuestra representación social de
Boves: destrucción, violencia, humillación- “será contra la burguesía” y el
gobierno lo va a encabezar (o eso creen, ingenuamente).
En conocimiento que el 9-12-14
habría ascensos militares y que Maduro estaría, me previne para escucharlo, por
si hablaba del tema. Y habló. El acto de ascensos y del 190 aniversario de la
Batalla de Ayacucho, tuvo un nombre sugerente, que revela lo que percibe el
gobierno hoy: De Urica a Ayacucho.
Maduro ofreció unas palabras,
las que a mi juicio, tienen un importante contenido político que deben leerse
con interés.
Al contrario de mis colegas,
interpreté la mención que Maduro hizo de Boves no como una amenaza a la
sociedad –que está allí- pero más como un mensaje a las filas oficialistas.
Maduro está consciente del reto para
el gobierno que significa 2015. En un acto en el Poliedro de fecha 12-12-14,
Maduro interpeló a los asistentes con un “¿Me acompañan?”, para referirse a las
situaciones que vienen.
También Diosdado Cabello está
consciente de las dificultades que se vislumbran. En su programa de TV del día
10-12-14, lo comentó.
Lo que despertó mi curiosidad fue
que el mensaje se dirija hacia adentro del oficialismo, para ratificar la
cohesión dentro del oficialismo. Eso es lo esperado, pero una interrogante que
aparece es ¿El gobierno tiene confianza en quienes lo integran?
Entre otras cosas, Maduro afirmó
que, “(…)Para tocar oficiales de la
Fuerza Armada, que me lo han informado personalmente como Comandante en jefe de
la Fuerza Armada. Tenemos pruebas.
“Han tocado a funcionarios de instituciones diversas; han tocado y han
comprado a alguna gente para que diga ser chavista, o utilice su condición de
chavista y se venga con una puñalada por detrás contra el pueblo, a traicionar
al pueblo, y a ponerse una camisa roja para tratar de dividir las fuerzas
revolucionarias. Los alerto compatriotas, los alerto a todos, alerta, alerta,
alerta” ¿Quiénes son los destinatarios de ese mensaje? No están en la
oposición.
La lógica de esta declaración no
es nueva –cohesionar al público chavista, y se verá en la llamada “Marcha
contra el imperialismo”, prevista para el 15-12-14 en Caracas- pero lo que sí
me resulta novedoso es la forma cómo se expresa: tanto Maduro como Cabello
parecen saber que personas de adentro pueden tornarse en contra del gobierno,
visto lo que se percibe será 2015, y se adelantan para decirlo o sugerirlo.
¿Busca Maduro una situación que
le de palanca política, como fue 2002 para Chávez? Si es así ¿Lo hace de forma
deliberada o busca aprovechar una situación que ya es inevitable?
Esto puede explicar que, desde la
gráfica, se muestra un gobierno cohesionado, atributo que no se veía hace
semanas.
El domingo 7-12-14, Maduro
publicó en su cuenta tuiter fotos en las que aparecen él, Cabello, y la primera combatiente caminando en la
montaña. El día 9-12-14, una foto muy comentada -que acompaña esta entrada del Blog- fue la de Maduro, Cabello, y
Padrino López, los tres en actitud distendida. Tres camaradas que pasan un buen momento. Ese día, se
publicó una imagen de una nueva juramentación de figuras del gobierno ante la
tumba de Bolívar.
Lo que comunica el gobierno es
reforzar la cohesión, unidad en la cúpula, y sentido de misión ante una “nueva
prueba” que se avecina. El gobierno ya construye 2015 en estos términos, y
trata de apalancarse en la “amenaza del imperio”, a propósito de la aprobada
legislación del congreso de los EUA para sancionar a funcionarios del gobierno
de Maduro, acusados de reprimir o violar los derechos humanos en nuestro país (de la lista Rubio de 27 personas, llama la atención que 25 son militares).
Legislación, por cierto, con la
que no estoy de acuerdo, porque es suponer que los venezolanos no podemos
enjuiciar a personas que hayan cometido estas transgresiones –es cierto que la
justicia hoy la controla el gobierno, pero se lucha para cambiar esa situación
¿no?; y no porque otro país haga la “justicia” que no tenemos hoy en Venezuela-
y no estoy seguro de la eficacia de esas eventuales sanciones al estar
focalizadas en personas.
Estoy seguro que tendrán un
efecto de catarsis en el público opositor, pero no estoy convencido acerca de
sus efectos políticos.
Si el gobierno construye 2015 como
año de “nuevas pruebas”, de la "revolución" amenazada, desde afuera se hace algo parecido.
Basta con leer titulares del día
o seguir por una hora a tuiter, y uno concluye que estamos en una situación
terminal. Por ejemplo, vuelven los cuentos sobre “movimientos” en las FAN. Otra
vez se habla del Caracazo, y se dice que de no tomar decisiones, “el 27F de 1989
será un juego niños” con el comportamiento colectivo que se dice vendrá. Vuelve el tema
del default, y se dice que hay un 93%
de posibilidades que el país entre en impago.
Se lee que se construirán menos viviendas en 2015. Que el presupuesto solo
alcanza hasta abril de 2015. Leo otra noticia: Venezuela en el abismo. Escucho, “Esto no pasa del
primer trimestre” (en el famoso y fastidioso cuento de, "Ya verás cuando la
gente regrese de diciembre sin plata, para que…"). Ya no solo es el default. Ahora, es el shut down del gobierno. Y pudiera
seguir, hasta llenar todo el Blog con
titulares o bolas tipo doomsday. La opinión pública que manufacturan las elites indica que 2015 será el año del Juicio Final.
Por supuesto que estamos en el "abismo". Lo vivimos (mi “abismo” ahora, son las medicinas, bueno, no es
“abismo”, es un “infierno” ir a una farmacia, y más si es Farmatodo o Locatel). Lo que critico es el regodeo de estar allí y la
mentalidad de “algo va a pasar” lo que, mágicamente, resolverá nuestros
problemas. La compulsión a repetir de la que habla Freud para explicar la violencia.
Ningún o pocos líderes de calibre
que he estudiado son quejones o gozan con los problemas. No recuerdo de lo que
he leído sobre Mandela –bastante he estudiado sobre su figura- alguna queja.
Tampoco de Daw Suu en Birmania. Ningún reclamo. Los proclamados líderes
venezolanos, en cambio, todo son quejas, reclamos, y profecías sobre el
desastre que vendrá….para después decir que se van a inmolar por mí ¡Qué buenos
son, gracias jefe, por tanta bondad!
De manera que gobierno y
oposición cada uno se comporta –en las ideas de la psicología social- bajo el sesgo de confirmación (confirmation bias),
con lo que cualquier cosa se interpreta bajo la prueba confirmatoria o la
profecía que se auto realiza.
Si un tanque sale a la calle
–como pasó el día 9-12-14, con los ascensos en el Foro Libertador- en las redes
sociales, “algo pasa” para el público opositor, y confirman que “hay movimientos”
en las FAN (esto sin contar el consabido, “un amigo” o “un general que conozco, me
dijo que…”). Si caen los precios del petróleo, el gobierno no se preparó para
ese escenario, y está el petróleo de esquitos, es una conspiración de los EUA,
para el público del gobierno. Y así van, confirmando solo lo que quieren ver.
Lo que se sale de ese marco, pasa al pote de “colaboracionistas” o “traidores”.
Así, estas personas se auto-afirman para reducir la disonancia cognitiva de
saber que son pusilánimes por no tener el valor de tener una opinión propia y
poder expresarla, así vaya contracorriente o lo “políticamente correcto”.
Esta lógica es la que ha hecho
irrespirable el aire de la discusión pública, incluso dentro de cada público.
Son conversaciones monótonas, que agotan –tipo interrogatorio policial- porque
siempre giran en lo mismo. En Venezuela no hay conversación –mucho menos
diálogo- sino solo repetición. Por eso el aire pesado, de inercia, que se respira en la
atmósfera social. Es aire social reciclado, ya agotado, aunque se vista con frases inteligentes tipo 140 caracteres.
Este fin de 2014 se me parece al
fin de 2013, donde los prejuicios y los lugares comunes pudieron más que el
análisis sereno de los hechos, para tomar decisiones.
¿2015 será igual a 2014? Espero
que no. Cada quien tendrá su balance del año que pronto se va, pero mi balance
es que fue un año de trágicas pérdidas. Pérdidas en todos los sentidos: de
vidas, de calidad de vida, de salud mental, de ingresos, de oportunidades, de
trabajo, de clima social y familiar, de amistades, de libertades. Mi saldo de 2014 es que las pérdidas son mayores a las ganancias.
Por lo que leo y escucho, no dudo
que tal vez 2015 sea la última apuesta de quienes creen en salidas de facto, para ver si los precios del
petróleo logran lo que la audacia y la calle no pudieron este año.
Estoy seguro
que harán su mejor esfuerzo para ver si –por fin- se quitan el no se puede esperar porque han tenido
que esperar, aunque ya no lo digan. Estamos a días de 2015. Si en marzo de 2014 decías que lo posible
y lo responsable era esperar a 2015, no
recibías aplausos precisamente.
Sin embargo, 2015 tiene algo que
no posee 2014: es año electoral, y además, abre el ciclo de elecciones hasta
2018 (¿o 2019?).
En 2014 la dirigencia venezolana procrastinó. Aplazó lo que había que
hacer en términos de cambios. A última hora, hay llamados a “declararse en
emergencia”, o a hacer lo que no se hizo durante el año, tal vez para que
muchos tengan la sensación que el año no se les fue solo en hablar o en
reuniones.
¿La "revolución" amenazada? No parece. Lo
que hay son decisiones dilatadas para correr la arruga, porque la "liguita" (el país) aguanta cualquier estiramiento (aplazar decisiones).
Bienvenido 2015 y el ciclo electoral que
abre.
Las elecciones tienen otro beneficio
poco comentado: disciplinan a una dirigencia política que es díscola. Tal vez
por eso, 2015 puede ser diferente a 2014. Apuesto a que así será.
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