Cambios en el gabinete de Maduro




El día 14-6-18, Maduro anunció la “renovación parcial” de su gabinete, centrado en las áreas de economía, transporte, turismo, obras públicas, alimentación, y ecología. Aunque no encierra alguna novedad el nuevo gabinete de Maduro, no debe ser despachado con el “baile de sillas”, que es la explicación que gana terreno en el mundo opositor. 

Un cambio de gabinete era esperable luego de las elecciones del 20-5-18, pero hasta el momento de escribir estas líneas, no tengo claro el motivo, lo central para explicar estos cambios desde el punto de vista político. Sin embargo, aventuro motivos que están detrás de esta “renovación parcial” del gabinete de Maduro, que dan cuenta de su significado político. 

Lo primero, es que parece tener relación con lo que será la línea de Maduro de cara al futuro: el encuadramiento de la sociedad en movimientos sociales con fines diversos. Un fin, que sirva como espacio para apoyar medidas que el gobierno tome en materia económica. Algo de esto dejó ver Maduro en la reunión del PSUV el día 7-6-18. Cuando se reunió con los nuevos ministros el 14-6-18, Maduro bosquejó esta idea cuando explicó el nombramiento de Piñate para el Ministerio del Trabajo, y de Abreu en Transporte. En la reunión de la comisión asesora económica el día 15-6-18, Maduro planteó que esa instancia y otras, serán espacios para producir decisiones económicas, “incluso medidas que serán duras”. 

En segundo lugar, los nombramientos apuntan a designar personas que a los ojos de Maduro, pueden tocar problemas sensibles que vive el público. Por ejemplo, cuando justificó la designación de Abreu en Transporte, con la crisis del transporte público. O la creación de un “Ministerio para las Aguas”, ahora que la escasez de agua y el deterioro de todo el sistema de aguas, es un asunto público que moviliza protestas de grupos sociales, incluyendo al público chavista. El día 15-6-18, los chavistas en twitter impulsaron una etiqueta #YLosPreciosPaCuando, con mensajes críticos al gobierno, algunos reveladores como que, “votamos para la ANC, regionales, municipales, presidenciales, ahora le toca al gobierno responder”. 

En tercer lugar, los anuncios en el caso de la economía no apuntan al “comunismo” sino a una incertidumbre: aumentar la producción pero con los mismos controles, aunque Al Aissami habló de evitar los “desenfrenos revolucionarios”, en frase que Chávez utilizaba. Al Aissami no es anti-empresarial, pero actúa muy en la lógica de Maduro: la productividad de los factores de producción pero sin incentivos, como si la economía fuese un hecho auto-generado, que pueda prescindir de un entorno o de incentivos. La pregunta es si es posible un programa de “estabilización heterodoxa socialista”, y lo más importante: si es posible ¿Con quiénes lo hará? Esta inquietud porque en la reunión de la comisión de asesora económica, se habló de “estabilizar la economía”, y Maduro reconoció a “las fuerzas del mercado” ¿Sugiere esto algún tipo de aproximación a algún tipo de modelo económico asiático de tipo autoritario? 

Maduro concentró en Al Aissami el tema de la economía y la producción, la revisión de las 720 empresas estatales, y la construcción de “indicadores de resultados”, pero en la misma lógica seguida hasta ahora: hay que aumentar la producción, pero sin abordar o hacerlo tangencialmente, los fundamentals como el tipo de cambio, la inflación, el rol del BCV, la innovación, temas medulares que forman el entramado para poder hablar de productividad y producción. Hoy el excedente no vendrá o vendrá menos de la producción petrolera, y ahora lo tiene que producir la misma sociedad. Parece que Maduro busca esto, y es una idea que flota en el gobierno, cuando sectores –los ortodoxos- plantean que los privados tengan su propio mercado de divisas que produzca este sector, separado del mercado público. Algo similar a como funciona el sistema actual, donde se importa al precio de la divisas de los “monitores dólar” que hay. La otra gran pregunta es ¿Se puede generar un excedente en las condiciones actuales, y si ocurre, hacia dónde se distribuye, y en manos de quién? Porque hoy, estamos en algo parecido al “equilibrio estático” del que habló Asdrúbal Baptista para caracterizar a la Venezuela de los años 20. Esa es la tarea para Al Aissami: aumentar la productividad y la producción pero ¿Sin incentivos y sin excedentes? 

En cuarto lugar, la designación de Delcy Rodríguez en la Vicepresidencia, puede explicarse porque Maduro la ve como una colaboradora leal y políticamente competente: fue su Canciller y Presidenta de la ANC. A los ojos de Maduro, Rodríguez Gómez ha sido eficaz políticamente hablando. Además, encabeza el Movimiento Somos Venezuela, instancia que Maduro potenciará para captar al público “no alineado”, otras de las líneas que desarrollará Maduro. 

En quinto lugar, la designación de Marleny Contreras, quizás la designación más relevante por lo inesperada para mí, porque Contreras no pega con un ministerio tan importante como Obras Públicas. Puede ser la “cuota” de Maduro a Cabello quien ejerció este cargo en el pasado –el poder de los Cabello ahora es mayor -para el equilibrio dentro de los grupos del gobierno; pero también, por lo dicho por Maduro el 14-6-18, considera que Contreras puede adelantar obras sin culminar. Para Maduro, ella concretó el teleférico Mukumbarí, el Humboldt, y acuerdos para el turismo con empresas de afuera como Marriot. Maduro ve a Contreras como una leal y eficiente ministra, y si a la sazón es esposa de Cabello, mejor. 

Finalmente, salieron varios militares del gabinete, pero no entraron nuevos uniformados. Los 12 que entraron, todos son civiles. Qué puede significar esto ¿Decisión de Maduro porque esta idea la propuso en diciembre de 2015, o solicitud de las FAN, en su lógica de “autonomización dentro de la revolución”? como estructura militar que ya se siente sólida.

En su visita a la Academia el día 15-6-18 para reunirse con los graduados en 1988, 1998, y 2008, Maduro expresó que este tipo de encuentros serán frecuentes, junto al anuncio de aumentos salariales para el personal militar y civil de las FAN. Lo anterior puede revelar que en las FAN hay ruido por la situación del país. Ruido que se busca canalizar con este tipo de encuentros, y tal vez, la separación de lo militar de tareas en la administración pública. No todas, pero sí bajar la presencia y centralizarla en el Ministerio de la Defensa y el CEO. Lo que concluyo del acto del día 15-6-18 en la Academia, es que Maduro regresa a sus inicios con las FAN en 2013, donde había un contacto directo, más atención al día a día militar. Pero a partir de 2015, este contacto bajó. En cierto modo, las FAN desarrollaron su política bajo la supervisión de Maduro, pero en distancia, sin el día a día, sólo en los actos protocolares. Posiblemente a los ojos de Maduro o su ministro de la Defensa se lo dijo, esta distancia posibilitó los ruidos militares que hoy hay, y por eso el regreso a 2013: un contacto militar más estrecho, en el día a día.

¿Cuál puede ser la línea conductora de todos estos nombramientos? Maduro parece buscar capacidad para encuadrar a la sociedad en movimientos sociales y del partido, y en segundo lugar, mejorar la gestión de gobierno, pero en la “lógica Maduro”: la eficiencia y eficacia no requieren de incentivos, sino es un “debe ser”, empujado por las demandas de la base chavista, que Maduro reconoció el 14-6-18. No es la primera vez que Maduro hace cambios en su gabinete. Tampoco los anuncios que hace son novedosos. Por fuera quedaron temas importantes como la inflación, que el gobierno aborda por los laterales, no de forma directa porque no quiere reconocer el fracaso de la política de controles y porque hiere su orgullo socialista, en un tema vinculado a las medidas económicas ortodoxas (no imprimir dinero, autonomía del banco central, entre otras), pero que el gobierno se verá obligado a abordar. 

¿Qué se puede hacer desde la oposición ante este cambio? Aunque la MUD publicó un comunicado que está en la “línea negacionista” de la oposición –“írritos ministros”, el “usurpador de la Presidencia”- y la política que parece tener mayor acepción es la que esbozó el padre Ugalde en un artículo llamado El mal y el remedio aunque esa política no se asuma explícitamente, por lo que proponer algo que no esté en esa política, automáticamente se cuestiona. Igual hay que hacerlo, más quienes como mi caso, no estamos a favor de la política que describe el padre Ugalde ¿Qué cosas proponer, entonces?

Un “gabinete de sombra” no tiene mucho sentido ahora. Supondría partidos fuertes y un sistema de difusión importante de la oposición, que hoy no existen. Una propuesta económica pudiera ser interesante, pero no la hay, al menos conocida. 

Para responder al famoso “qué hacer”, hay que precisar qué se busca. A mi juicio, la oposición debe buscar eficacia política para tener fuerza política. Hoy no tiene. Una vía para esto es dirigirse al país, al público general de la sociedad, en vincularse a los “problemas de la gente”, para que la oposición gane en legitimidad ante el público. Hoy no es fácil, no sólo por el mayor control del gobierno sobre la sociedad, y por el clima de desánimo, sino porque este tipo de sugerencias no convencen a la oposición. Se me ocurre hacer algo parecido como hace la AN con la cifra de inflación mensual, pero más amplio. Construir unos indicadores para evaluar de forma indirecta la gestión del gabinete, y presentarlo al país de forma periódica, no sólo desde la AN, sino los diputados de forma itinerante por los estados de Venezuela. Algo como el EPU -Examen Periódico Universal- que hace la ONU a los países para evaluar el cumplimiento de metas; pudieran construirse una serie de indicadores en las áreas política, económica, social, y de otro tipo, y cada mes o cuando se considere adecuado, mostrarlas a la sociedad desde la AN. Luego, los diputados viajarían con esta presentación por toda Venezuela, para compartir con el público y grupos civiles los resultados. 

Posiblemente con esto, la oposición pueda ganar apoyo en la opinión pública en general, que a su vez alimente su credibilidad, y como resultado, tenga fuerza para hacer cosas políticas de forma eficaz.

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