La semana que viene, el PSUV
hará su IV Congreso. Desde el III Congreso del PSUV realizado en 2014 –los
congresos se hacen cada 4 años- se especula sobre las diferencias que hay
dentro del gobierno y del partido; que la “procesión va por dentro”. Al
contrario, pienso que el “alto mando” del PSUV está cohesionado, y que la
esperada desde 2013 “fractura” Maduro-Cabello no va a ocurrir. Sin embargo, el clima dentro del partido
puede estar cambiando, no hacia una “fractura”, pero sí hacia el surgimiento de
tendencias internas que no rompan con el PSUV y el “proyecto bolivariano”, pero
que tengan enfoques diferentes sobre lo que pasa en Venezuela y cómo abordarlo.
Por supuesto, ninguna de estas tendencias será a favor de la “democracia liberal”. Tan
solo, aperturistas o con reformas en temas, principalmente el económico.
Hay que ser prudente cuando se
analiza al PSUV, principalmente porque desde el discurso de la oposición se
conoce poco sobre lo que sucede en ese partido, y casi todos son especulaciones
o “run runes”, que no siempre se cumplen. Hoy considero que hay un contexto
para que en ese Congreso, se expresen las tendencias dentro del PSUV ¿Por qué?
En primer lugar, por la ausencia
de Chávez, quien era visto como figura indiscutible dentro del PSUV, que unía a
todos los grupos internos. No es que Maduro no sea visto así, pero no es
Chávez. Es un primero entre iguales, y esta ausencia de Chávez pudo llevar a
figuras a alinearse en grupos, para cuajar en tendencias que ahora buscan su
aceptación interna.
Un segundo motivo, es el desempeño
económico y la molestia popular por la crisis económica del país, que lleva a
figuras del partido a examinar lo que se hace en economía, y adoptan una
postura favorable a cambios, alejada de la postura oficial centrada en la
“guerra económica”.
En tercer lugar, la crisis
económica golpea a todo el mundo, sin distinción. Incluidos los chavistas. Este
grupo observa los lujos de la jerarquía, frente a la modestia o penuria de casi
todos quienes vivimos en Venezuela. El “pueblo chavista” tiene tiempo expresando
sus quejas, pidiendo ser “escuchados” por la dirección.
Finalmente, las sanciones internacionales pueden
tener alguna influencia dentro del PSUV, que hayan catalizado la emergencia de
las tendencias por lo que está en juego y por lo poderoso de los adversarios de
Maduro (los EUA, Colombia, por ejemplo).
Una precisión. Tendencias no son lo mismo que una “fractura”. La primera es una corriente de opinión política que
puede existir dentro de un partido, con los mismos deberes y derechos de todos
militantes, y que persigue el poder interno. La segunda, es cuando hay una
ruptura evidente e irreconciliable entre los integrantes de la dirección o grupo de personas de un
movimiento o partido. Por ejemplo en lo segundo, las rupturas con Luisa Ortega
y Rafael Ramírez. Lo primero, el debate Jesús Faría-Eleazar Díaz Rangel acerca del tema cambiario.
Lo importante a resolver es si
un partido con vocación hegemónica como el PSUV, aceptará grupos internos con
su propia opinión. La respuesta tentativa es sí, mientras no compitan o atenten
contra los intereses del grupo en el poder. En este caso, del grupo Maduro.
Pero sí podrán hacerle críticas, directas –menos probable- o indirectas, que ya
ocurren.
Hay que partir que el chavismo
es un movimiento homogéneo. Lo que parece venir es que puede aceptar dentro de
esa homogeneidad, algún grado de diversidad.
Identifico 4 posibles grupos dentro
del chavismo que pueden ser tendencias reconocidas: el grupo en el poder, el
grupo conservador, el grupo de la base, y los no ubicados. Se reitera que no
son grupos que necesariamente están unos en contra otros. Se ven más como
grupos que interactúan para preservar un proyecto de poder –el “socialismo”- pero
cada uno tiene características propias. De manera que puede ser una relación
consenso-conflicto intragrupal.
Sólo se comentan los grupos que
están dentro del gobierno, no los que están fuera; no la disidencia. Para mi
análisis estos grupos son disidencia o rebeldes, pero están fuera del poder y
del proyecto “bolivariano”, que es lo que caracteriza a los 4 grupos que se
describirán a continuación, que están dentro, y con sus diferencias, no van “a
saltar la talanquera” hacia la oposición o hacia un espacio fuera del chavismo
en el poder.
El grupo en el poder
Es el grupo que está en el
gobierno. Allí está Maduro. Tal vez estén Al Aissami, Lacava, los hermanos
Rodríguez Gómez, Erika Farías, Eduardo Piñate, posiblemente Adán Chávez, García
Carneiro, entre otros. Su doctrina es el poder para adelantar el proyecto
político de Chávez, pero en la versión Maduro, quien le da mucha importancia a
la organización de la sociedad desde el Estado. En otras palabras, lo central
aquí es que el “proyecto bolivariano” se adapta a la dinámica del poder, y
viceversa. Es un grupo que tiene una tensión entre el pragmatismo y el
dogmatismo político: preservar la esencia del proyecto de Chávez, pero está en
el poder, lo que supone concesiones y cambios de ese proyecto, más abiertos o
más cerrados.
El grupo conservador
El elemento central de este
grupo es que asume representa los valores de Chávez y, principalmente, del 4F y
27N de 1992. Es el grupo “militar”. Aquí está Diosdado Cabello, quien a pesar
de su pragmatismo político, tiene una “línea roja” hasta donde llegan las
concesiones del poder. Su meta es “hacer una revolución de verdad” sin
alternancia, con todo lo que eso significa.
Este grupo es el que hace un
“check and balance conservador” de los demás grupos. Es decir, cuando percibe
muchas concesiones por parte del gobierno o del “proceso” en sí, Cabello sale
con alguna afirmación que hace un contrapeso a lo que el gobierno hace. Por
ejemplo, con la liberación de presos políticos ocurrida luego del 20-5-18. El
mensaje es más o menos así, “No crean que la flexibilidad será permanente”. Es
el grupo que señala “hasta aquí llega la apertura”.
El grupo de la base
Los dos últimos grupos son de
reciente aparición. Posiblemente, su emergencia sea por el carácter hegemónico
del grupo en el poder y del grupo conservador, y posiblemente, por el conflicto
político y la crisis económica que borra en la población los “buenos tiempos
cuando Chávez”.
La característica central de
este grupo es que quiere representar a la base chavista, con una cooptación
limitada del Estado. Posiblemente, el objetivo sea que la base haga contrapeso
al poder y burocracia que mandan en el chavismo y en Venezuela. El representante
del grupo de la base es Elías Jaua, quien en varios artículos ha pedido que la
directiva del PSUV sea seleccionada por la base, y ha aplaudido protestas o
quejas de movimientos sociales chavistas.
Los no ubicados
El cuarto grupo son los no ubicados,
porque no están en los tres grupos anteriores, pero todavía no cuaja en algún
grupo con estructura. Lo que tienen en común es un crítica al manejo económico
del gobierno y a que Maduro no escucha. Es un grupo que quiere hacer reformas
económicas de apertura. Aquí están Jesús Faría, Roy Daza, Saúl Ortega, Cabezas,
entre otros. Personas que, palabras más, palabras menos y cada uno en su grado
de intensidad o prudencia, dicen que el sistema económico debe reformarse y que
Maduro y el gobierno en general, deben escuchar, porque no lo hacen, encerrados
en su dogmatismo.
¿Qué puede ocurrir en el Congreso? De acuerdo a los estatutos del
PSUV, el Congreso es “el máximo órgano de dirección del partido”. Entre otras
funciones, aprueba los principios doctrinarios, el programa del partido, y hace
seguimiento al mismo. En esta ocasión, el Congreso lo formarán 379 delegados
postulados por la base (las unidades UBCH), junto a los “miembros natos”,
normalmente figuras ya elegidas o importantes. Cerca del 50% de los 379
delegados a postular por las UBCH, serán personas entre 15 a 30 años, y
mujeres.
Lo primero que hay que decir, es
que el Congreso dará una muestra de unidad en el gobierno, en el partido, y en
los dos. Como dijo Cabello, “Con nuestras diferencias, los chavistas estamos
unidos”. Se buscará comunicar una imagen de fuerza, certeza, y unidad, de cara
al país, pero principalmente hacia el mundo. Maduro saldrá ratificado, junto a
las “7 líneas” que propuso. Posiblemente, las diferencias serán más sutiles o
como en los congresos socialistas: todo de forma indirecta y habrá que ver la
ubicación de los delegados dentro de la tarima o escenario del Congreso (muy al
estilo de Fidel con “Robertico” Robaina en los 90).
Las tendencias internas se verán
en la selección de los delegados, concluida el 14-7-18. Aunque el reglamento
establece prohibiciones y ciertas restricciones para las figuras de poder, en
otros congresos, la influencia de figuras o grupos se ha visto. Por ejemplo, de
gobernadores. Hasta el momento de escribir este artículo, no hay quejas o
comentarios sobre la influencia de alguna tendencia o de la estructura en el
poder. Sin embargo, cuando ocurra el Congreso, las intervenciones de los
delegados podrán decir cuál tendencia influye en la orientación del Congreso.
Lo segundo, serán las discusiones del Congreso, en lo que el PSUV llama el “Nuevo comienzo”. Allí se verá qué cambia de lo aprobado en el III Congreso. Si hay cambios, podrán observarse el poder de cada uno de los 4 grupos. El continuo será reforma-radicalización. Lo otro, es en la organización del partido. Se prevé aprobar una nueva estructura para el PSUV, y si la directiva la elige la base o no, lo que también dará cuenta de la correlación dentro de los grupos del gobierno.
En definitiva, mi pronóstico es que será un Congreso muy Maduro, es decir, muy conservador, dogmático, y la sociedad organizada por el Estado –como es Maduro- pero se verán señales de opiniones diversas, y posiblemente sean aceptadas sin tener que reconocerlo formalmente, como está pasando ahora. Esas opiniones se ventilan, pero desde el poder no ha habido, al menos de forma pública, una respuesta, sino que las opiniones más o menos críticas se hacen: desde las tradicionales de Jesús Farías pasando por las conservadoras de Díaz Rangel; o en columnistas que van desde Roberto Malaver hasta Maryclen Stelling.
¿Al final del día, qué puede significar si el escenario de tendencias aquí planteado tiene base? Como expresé al inicio, no serán tendencias “liberales” ni siquiera en el sentido del “modelo Chino”, pero posiblemente se abra un poco la discusión dentro de las filas del gobierno, sin que se sienta amenazado, porque no son opiniones que buscan “saltar la talanquera”. La discusión tendrá como eje lo económico, y allí es difícil el pronóstico –al menos para mí- porque se esperarían señales a favor de algún tipo de apertura económica, pero el dogmatismo del gobierno lo impide, más ahora, que se siente estimulado por el Foro de Sao Paulo. De manera que probablemente las tendencias se reconozcan, pero como todo en el país, deberán luchar por sus espacios y narrativas, en una mira de mediano y largo plazo, con una incierta influencia: el grupo en el poder y el grupo conservador podrán hacer caso o no a las opiniones de las tendencias.
Comentarios