El gobierno está solo en el terreno. Lo sabe.
No tiene contendiente interno. Si lo tiene externo, tal vez sea en el mediano plazo, en el casus
belli que se construye al gobierno de Maduro como una “amenaza a la estabilidad
de la región, e incluso, a la de los EUA”, como afirmó Marco Rubio el 29-8-18.
Dentro del PSUV, los críticos, en su mayoría, cerraron filas con el programa de
ajustes de Maduro. Por mencionar algunos: Pérez Pirela está en una onda “nacionalista”
con el tema de los venezolanos que regresaron de Perú; Jesús Faría
discretamente dejó ver que el ajuste de Maduro “no tiene el éxito garantizado”,
pero el gobierno usa la imagen de Faría para legitimar su paquete: en VTV, y Al
Aissami cerró su discurso cuando presentó las leyes a reformar por la ANC, con
una cita del economista del PSUV. Sólo Earle Herrera reiteró la necesidad de la “crítica en la revolución”, pero
desde la experiencia de quien hace críticas: quedarse sin amigos, sumar
adversarios, y hacer la famosa “travesía en el desierto”, porque a nadie gusta escuchar las cosas que no quiere oír, más si está en el poder. En definitiva, el gobierno no tiene
pesos ni contrapesos. Es Maduro y su equipo con sus propias restricciones.
Un indicador del “estar solo el terreno”, son
las múltiples líneas que anuncia Maduro en su ajuste. De las 6 originales del
25-7-18, ahora hay 10 líneas. No son las primeras “líneas”. Ya en 2013, Maduro anunció
“12 líneas”, y luego de su victoria el 20-5-18, habló de “6 líneas”, que algunas
son distintas a las “líneas” del 25-7-18. En fin, el “Estilo Maduro”: darle
vuelta a las cosas, pero cuando se decide una ruta, asumirla con fuerza, como
pasa ahora, y es la diferencia de estas “líneas” con las anteriores. Si Maduro fue disciplinado en el empleo del “dinero inorgánico”,
ahora será disciplinado en lo que entiende por “déficit cero”, así eso implique
nuevas cargas y penurias para la sociedad.
Salvo eventos muy puntuales –alguna protesta
por la subida del pasaje o la movilización de pensionados quienes rechazaron
registrarse en el carné de la patria para acceder a su pensión- no hay mayores registros sobre desacuerdos con el ajuste Maduro en la calle. Más movilización
de personas se observó con las rebajas forzadas que impuso al gobierno a
comercios como Farmatodo, que protestas por las medidas económicas.
Sin embargo,
lo anterior no sugiere que el paquete de Maduro tenga aceptación total. Más
bien, parece que la sociedad asimila muchas medidas en tan corto tiempo, y que todavía
es muy temprano para una reacción –a favor o en contra- sobre el ajuste de
Maduro. Lo que sí es evidente es que el ajuste de Maduro alteró un equilibrio,
perverso, pero equilibrio al fin: una hiperinflación, pero el abastecimiento
mejoraba. La gente llevó una vida relativamente normal en su cotidianidad,
debido a las transferencias del Estado a familias vía carné de la patria, y las
remesas que cuando se cambiaban, producían buenos bolívares para quienes las
recibían. Así fue posible llevar una cierta vida. El plan que arrancó
el 20-8-18 rompió este equilibrio, y es lo que la sociedad procesa actualmente, para un nuevo equilibrio o criticarlo. Posiblemente, cuando
este ensayo económico muestre sus contradicciones, se irá al ajuste Maduro II.
Mi punto aquí no es evaluar el ajuste de
Maduro, ni tampoco estar a la espera del “colapso” para ver si, por fin, se
produce la esperada “fractura” y la “transición”. Estoy consciente
que la economía política del ajuste de Maduro tiene ganadores y perdedores.
Gana el gobierno y pierde la clase media, en todas sus versiones.
Desde el
punto de vista político, es un programa que busca extraer recursos de la
sociedad, para asignarlos a un “Estado de bienestar” que busca organizar a la
sociedad desde el Estado-partido. Es la hegemonía de la que siempre ha hablado
el chavismo, desde Chávez a Maduro, pero la versión Maduro es a través de
programas sociales vía carné de la patria. El sujeto político del sistema
político de Maduro no es el caudillo, tampoco el partido, es la sociedad
encuadrada por un “Estado de bienestar” con prestaciones básicas, orientado mayormente a los sectores D y E
del país.
Sin embargo, uno de los ejes centrales del
ajuste –el aumento del salario mínimo- muestra contradicciones. Estas limitaciones las describió Padrino López, cuando
afirmó que las escalas salariales dentro de las FAN no pueden llevar la misma
proporción que tenían antes del aumento del salario mínimo. Es decir, un
teniente no puede esperar ganar 9 veces el nuevo salario mínimo, porque lo
acerca a los 2 millardos de bolívares anteriores como ingreso. Imagínese cuánto debería ganar un
general o almirante si la proporción pre-20 de agosto se mantiene con el nuevo ajuste salarial.
Esto que podemos llamar la “Ecuación Padrino
López”, puede llevarse a las demás escalas de salarios civiles. La contradicción
es que el gobierno subió el salario mínimo hacia arriba; para seguir con el ejemplo de
las FAN; puso el salario mínimo al nivel del sueldo de un Teniente coronel previo
al 20 de agosto, pero es el mínimo lo que, como dijo el ministro de la Defensa,
hace que mantener la proporción salarial previa al 20 de agosto, “sea inviable”. Si todos comienzan ganando como un Teniente coronel ¿Cómo hacer el ajuste a las escalas por encima y por debajo? Ese es el punto.
La “Ecuación Padrino López” está en todos los
salarios. El salario mínimo hace de cualquier salario antes del 20 de agosto,
algo inútil, y es la “papa caliente” que tiene el gobierno: o todos los
salarios convergerán hacia el mínimo, o las diferencias en las escalas
salariales serán pequeñas, habrá menos escalas, o el gobierno buscará una combinación para corregir el entuerto que no sea vea como una renuncia al nuevo salario mínimo (¿oro, petros?).
Esta subida tan alta es lo que ha disparado el aumento de precios en muchas cosas -sin esperar los “precios acordados”- en áreas tal vez menos sensibles desde el punto de vista de la economía popular, pero que influyen en la economía global. Y es aquí donde asimilar será difícil.
Todo lo anterior porque –simplemente es olfato de la
calle, lo que percibo en mi cotidianidad cuando camino por motivos de trabajo- la ofensiva económica del gobierno es muy rápida, con muchas políticas
al mismo tiempo, y creo tendrá un freno desde la sociedad. No sé de quién,
cómo, cuándo, y cuáles efectos políticos tendrá cuando ocurra.
No pienso que
lanzar todas estas medidas al mismo tiempo sin
reparar en que si la sociedad puede procesarlas o no, sea algo preparado por el gobierno para
justificar acciones posteriores –más control- o un juego arriesgado para llevar
al límite una situación y detenerse luego de obtener un resultado (¿el cierre
de empresas?), para terminar con más control de la economía. No creo sea así. Al contrario, el gobierno no
percibe que su capacidad para lanzar medidas económicas que rompieron un status
quo, es mucho mayor que la de la sociedad para asimilarlas, y en esta
diferencia, habrá un choque y una reacción adversa. Lo que
olfateo es que, para decirlo en sencillo, estamos en el punto de mayor
intensidad en la fiesta, pero luego vendrá el ratón. No diría que percibo la calle pesada, pero sí pesada y algo nerviosa. Es lo que percibo a casi dos semanas de vivir el ajuste Maduro I.
Como muchos actores de la
política venezolana en tiempos recientes, Maduro también sobre-estima su capacidad política.
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