No seguí mucho las elecciones en Bielorrusia celebradas el día 9-8-20, las que resultaron en la cuestionada victoria de Aleksandr Lukashenko. Sí noté más el rifirrafe en redes sociales del patio local por lo que pasó en ese país europeo.
La oposición G4, desde la altura de asumirse siempre impolutos, resaltó algo como, "ya sabíamos lo que iba a pasar" y "¿qué dicen los bielorrusiólogos?", en ese tono de "corridos en 7 plazas" que los caracteriza. Siempre vienen del futuro y por eso tienen todas las respuestas aunque, al final, siempre les cambian las preguntas.
Así que Not so fast Mr....No sé mucho sobre Bielorrusia, ni de la URSS, ni de Chernóbil como muchos dicen saber en redes sociales, pero me parece que todavía no se ha cerrado el capítulo de las elecciones en ese país. El llamado de Lukashenko a Rusia me luce que lo hace más desde una posición de debilidad que de fortaleza. Que en las protestas estén símbolos de lo que fue el mundo soviético como los workers de la fábrica de tractores, dice mucho de lo profundo de los agravios. Que 30 ciudades de Bielorrusia estén movilizadas, también dice algo sobre la extensión de las molestias. Así que sería prudente a la hora de afirmar "ya sabía lo que iba a pasar porque aquí ya lo hicimos todo". Al menos en estos momentos.
Por su parte, la oposición que participará en las parlamentarias también giró en otro de los "paradigmas de la oposición". Una elección como "detonante para producir el quiebre". No fue así en el caso de Bielorrusia y en tuiter -con mucha razón- le reclamaron a Falcón por qué no hizo algo similar a lo de Bileorrusia, pero el 20-5-18, porque a las 11am de ese día llamó, más bien, a la desmovilización, incluso de los que votamos el 18, en tono de desinfle que comunicó no consecuencia con una decisión que tomó, sino con buscar un exit para quedar bien con un grupo que nunca dejará de detestarlo.
La cosa es más compleja que saber todas las repuestas o buscar -o esperar- el "punto de quiebre" para "el peo". A Svetlana Tijanóvskaya le aplicaron algo parecido a lo que le ocurrió a Jóvito Villalba en 1952: la "invitaron" al ministerio de relaciones interiores de Bielorrusia, y de allí a un avión fuera del país. Si hay "peo" será de otra forma.
Pienso que el rifirrafe en redes de Venezuela por esta elección en Bielorrusia, evidencia la falla en los "paradigmas" de la oposición para abordar una forma de gobierno autoritaria. A mi modo de ver, la falla es de dos tipos. La primera, poner la carreta delante de los caballos. La segunda, asumir una lógica de transiciones de los 80's.
En la primera, el mejor ejemplo es la tesis del quiebre, que es un producto, un resultado de un trabajo político previo, pero en Venezuela se construyó como medio, fin, objetivo, meta, estrategia, táctica, resultado, centro; en definitiva, como el todo. Se presentó como una receta. Similar a cuando se habló durante las protestas de 2017 que había que movilizar el 3,5% de la población para producir la "fractura", o los 120 días para vaticinar que en Venezuela pasaría algo, porque así fue en Ucrania. Privó el "síndrome Netflix": la realidad es lo que diga el guión de mi serie o película favorita.
Cada cierto tiempo se toma un autor y se asume como un acto de fe, y no como lo que es: una persona que escribe y hay conclusiones tentativas. Ahora el turno para justificar una decisión política parece que será de Jennifer Gandhi. Efectivamente, esta investigadora concluye que las elecciones en formas de gobierno autoritarias permiten cooptar y dividir a la oposición y estabilizar al gobierno autoritario, entre otras cosas, pero también es contingente a una serie de variables (Gandhi y Lust-Okar, 2009: 406).
Ahora escucho que lo central es lograr que algún grupo dentro del gobierno decida abandonar a Maduro para producir el cambio. Lo que no escucho o muy poco, es al menos el famoso "mapa de actores" para tener una idea del mundo chavista o madurista o cuáles serían las palancas que harían que "alguien adentro" cambie más allá de generalidades de "no tienen incentivos", el "narcoestado", o los "generales que se llenan y los pobres tenientes que sufren la crisis".
Simplemente, se repite la nueva consigna o el nuevo autor para justificar la línea del momento, sin verlo en su contexto: hay que lograr que "alguien allí adentro" decida cambiar. Lo que le queda a la oposición es "presionar" para que en algún momento, alguien "allí adentro" se canse o se convenza y se produzca el cambio. La anécdota de Pompeo con James Baker: "algún día la URSS caerá".
Hoy la nueva esperanza parece ser la confiscación por parte de los EUA de gasolina con rumbo a Venezuela, en la idea que eso hará difícil la vida a la gente, y por molestia, se "prenda el peo" que lleve a la salida de Maduro o a "forzarlo" a negociar su salida.
Es una visión a mi modo de ver incompleta que asume que "algo afuera" gatillará "algo adentro". Así como desde 2014 se espera el "quiebre" -ya van casi 7 años- también se pueden pasar otros 7 años esperando "que algo suceda allí adentro" o que "alguien de allí adentro se canse".
En lo segundo, pienso que parte de la dificultad para comprender y enfrentar formas de gobierno autoritarias es que los análisis y lógicas para enfrentarlo se quedaron anclados en los modelos de los 80's. Principalmente, el enfoque de la agencia, la que abordó las interacciones y preferencias de y entre los actores políticos (Cassani y Tomini, 2019). De aquí viene la propuesta de "los incentivos" de la que tanto se habla en Venezuela como si fuera una gran novedad.
Sin embargo, el mundo de hoy es "líquido" para usar una expresión trillada, no una "realidad sólida". La gran diferencia entre los 80's y hoy es que los procesos de cambio se dieron en el marco de la Guerra Fría que tenía marcos y límites de acción. Sus niveles de entropía tenían fronteras, y quizás por esto las transiciones de esa época pudieron analizarse bajo el enfoque de la agencia, porque los actores estaban dentro de determinados marcos para actuar. Mandela y De Klerk tenían sus parámetros y marcos para comportarse, y pudieron acordar una transición. Eran líderes "en bloque".
Hoy es distinto. Predomina lo "líquido" que se "desparrama" -Siria y Libia, por ejemplo- fundamentalmente por la emergencia de las redes sociales, lo inmediato de la información y de lo que sucede. En los 80's, la información era "en bloque", pero hoy no. El embargo de armas contra Pinochet fue todo un proceso (Bawden, 2013). Hoy las sanciones contra el gobierno de Maduro se anuncian en un tuit.
El día 14-8-20 Pence escribió un tuit en apoyo a Uribe. El trino puede influir en el caso que se le sigue el expresidente de Colombia, que seguro es la intención de Pence. En el "mundo sólido" de los 80's, probablemente el Vice de los EUA hubiese escrito una carta muy "polite" tal vez a algún magistrado del vecino país, o un cable a su Embajada para que el embajador transmitiera esa información al gobierno de, por ejemplo, Virgilio Barco. No hubiese sido una información pública, y quizás ahora nos enteraríamos que ese cable existió, pero Barco falleció en 1997.....Es una notable diferencia entre una época que pasó, y otra que vivimos. El tuit de Pence puede cambiar un hecho político de inmediato y es público. El hipotético cable a Barco en los 80's, tal vez, pero la influencia sería en privado.
Esta "realidad líquida" influye en los autoritarismos. Lo más importante, es que los autoritarismos aprenden, y tienen diferentes fuentes para estudiar y lo instantáneo de la información los ayuda. Al no existir "Internacionales de las espadas", los autoritarismos pueden ser descentralizados, más autónomos, y más ágiles para aprender porque su homeóstasis no dependerá de un gran mainframe autoritario, sea doctrinario o centro de poder. Pueden establecer alianzas, pero su operación será siempre más local. Por ejemplo, no le doy el peso que la opinión opositora da al "G2" y esa suerte de "automatismo cubano" para explicar todo lo que hace el gobierno de Maduro. El gobierno de Venezuela seguramente aprende de Cuba, pero su operación y desarrollo es criollito, y cuidado si Venezuela no retroalimenta a Cuba a partir de sus propios aprendizajes. El mainframe Castro ya no existe.
Creo que habría que revisar los enfoques sobre las transiciones. No sé si regresar a los modelos originales de las "condiciones para la autocratización" (o democracia) de los enfoques de la modernización de los 60's. No tanto para repetirlos, sino para señalar que tal vez hace falta entender las condiciones de hoy que hacen posible hablar de "autoritarismos resilientes" o que "aprenden".
Los estudiosos hallan que las transiciones a la democracia hoy día son menos. Hay más transiciones de "autocracias a autocracias" (una élite autoritaria reemplaza a otra élite autoritaria) o "autoritarismos resilientes" (cambios dentro del mismo grupo de poder), y posiblemente sea porque los autoritarismos generan sus propios equilibrios y dinámicas de cambio, propias, que no necesariamente pueden replicarse de uno a otro autoritarismo (Cassani y Tomini, 2019), y producen las variedades autoritarias (Gandhi y Lust-Okar, 2009).
De aquí que, por ejemplo, Del Panta (2019) al estudiar los "regime change" en 32 países mayores a un millón de habitantes entre 2000-2015, halló que 21 casos (66%) fueron transiciones de un autoritarismo a otro, y 11 países (34%) transiciones hacia la democracia. Hadenius y Teorell (2007 c. p. Del Panta, 2019) concluyeron que el 77% de las transiciones entre 1972 a 2003 fueron de un autoritarismo a otro autoritarismo.
Es decir, las formas de gobierno autoritarias no son bloques cerrados, sino abiertos a los cambios del ambiente que metabolizan para darle forma al autoritarismo y hacerlo más duradero, al tiempo que se hace "normal" en la sociedad (Morgenbesser, 2020).
Tal vez esto explique lo que pasa en Bielorrusia y en Venezuela, autoritarismos pero distintos, que pareciera que no se les puede entrar. Lucen impenetrables o desconocidos, sin poder analizarlos porque no se sabe qué son.
Lo que quiere decir es que el estancamiento para lograr un cambio político desde una forma de gobierno autoritaria, se debe a que las variables estructurales que influyen en los nuevos autoritarismos no se conocen bien, pero se asume son las mismas condiciones de los 80's, por lo que los actores actúan de forma "racional" con base en la lógica de la agencia.
Hoy es insuficiente, porque la agencia depende de variables más inmediatas, coyunturales, que no responden a una lógica principal, sino que pueden venir por situaciones del momento que generan un aprendizaje en el autoritarismo, que a su vez cambia la lógica del sistema, que puede ser estimulado por factores exógenos. Por ejemplo, las sanciones y cómo el gobierno de Maduro responde a ellas para canalizarlas dentro de la forma autoritaria, no para quitarlas porque no puede, sino para que normalicen una nueva situación pero no sean factor de inestabilidad política. Por ejemplo, la salida y regreso de DIRECTV a través de una nueva empresa.
Estudiosos en el tema dejan ver que hay que revisar los enfoques para abordar los autoritarismos. En un reciente trabajo, Erica Chenoweth (2020) se pregunta sobre el "futuro de la resistencia no violenta".
La docente de Harvard reconoce que la protesta contra gobiernos autoritarios bajó tanto en participación como en eficacia, de un pico de éxitos en cambiar gobiernos autoritarios de 65% en los 90 a 34% en la actualidad, y el porcentaje de movilización de la población en los países donde ocurrió la resistencia civil, bajó de un 2,7% a 1,3% (Chenoweth, 2020: 75 y 78).
Tal vez las razones que Chenowet desarrolla para explicar el resurgimiento de las movimientos no violentos en los 80's, sean las mismas para explicar porqué su eficacia es menor en la actualidad. Principalmente, las tecnologías de información que en mi criterio hacen la diferencia para hablar de "autoritarismos resilientes". Morgenbesser habla de un "menú de la innovación autocrática" con 20 "platos", clasificados en 5 grupos, uno de los cuales en el tecnológico (Morgenbesser, 2020: 4).
El texto de Chenoweth es valioso porque reconoce las limitaciones y que los autoritarismos aprenden, aunque es insuficiente en sus explicaciones para abordar este fenómeno, pero hasta donde he leído cosas de ella, su marco de análisis no es para ver el contexto o la estructura; algo como una "meta estructura de los movimientos no violentos", sino para abordar razones próximas que expliquen, por ejemplo, porqué la protesta no violenta es menos eficaz hoy para derribar a gobiernos autoritarios. La estudiosa sugiere volver al trabajo de base, porque la protesta encandila, tiene un áurea que atrae, de épica , pero en sus resultados recientes, la eficacia es menor.
Posiblemente los movimientos sociales han estado mucho tiempo en el mostrador -donde está el reconocimiento y la fama- pero descuidaron la cocina, donde se prepara el éxito o fracaso del movimiento. El llamado es a volver a la cocina de la organización de la base social.
Comentarios