Las recientes protestas

 


Uno de los productos de la oficina son informes de análisis político. Hay documentos de análisis cortos y largos. En los últimos, hace unas semanas, planteamos a los suscriptores del informe una tesis que en Venezuela podían darse lo que llamamos "protestas de bolsillo", que consisten en manifestaciones muy localizadas, por motivos precisos -mayormente no políticos- en ciudades pequeñas, pueblos, o zonas específicas, que buscan canalizar los agravios que produce la situación de Venezuela. Tienen un comienzo y un fin. Postulamos en esos informes, que sería más probable protestas en ciudades pequeñas que en ciudades grandes.

Las movilizaciones ocurridas en Urachiche (estado Yaracuy) y La Vega en Caracas el día 23-9-20, apoyan este pronóstico de los informes.

En una primera lectura, la protesta en este municipio encaja en nuestra tesis de las “protestas de bolsillo” planteada a nuestros clientes. Urachiche es un municipio que no tiene una gran población si se compara con otros municipios de Yaracuy. Esto es lo central de nuestra tesis de las “protestas de bolsillo”: en zonas muy localizadas, y no en la “gran ciudad”. Es posible que en las ciudades pequeñas o pueblos, las penurias se sientan mucho más que en las grandes ciudades, en las que hay mayores posibilidades de “rebusque” porque los venezolanos somos "comerciantes" natos. 

Para sustentar esta tesis, planteamos en esos trabajos de la oficina que la crisis económica, la dolarización, y la pandemia, serían causa para las "protestas de bolsillo" en áreas geográficas muy puntuales. La pandemia unió las dos cosas (crisis + dolarización).

¿Por qué? Aunque ya no es un enfoque que se emplea mucho en psicología social, la psicología de "las masas" de Le Bon no se vive de la misma manera en una ciudad pequeña que en una ciudad grande. En ésta, con base en lo que sugiere Byung-Chul Han, es más probable que las personas sean sujetos de su propia explotación al vivir como vive "la masa" en las grandes ciudades. 

La rutina del día a día de las grandes ciudades que hace que la gente viva para una rutina -levantarse, ir al trabajo, regresar, comer, repetir al día siguiente- se disloca por la cuarentena, pero se sustituye por el encierro y las rutinas del tele-trabajo, para quienes pueden. 

La cuarentena ha permitido construir ecosistemas endógenos donde los edificios, por ejemplo, son en sí mismos espacios para el intercambio económico, para economías muy localizadas, pero que hacen que la persona no tenga que moverse. Esta realidad fue retratada, por ejemplo, en un reportaje de Tal Cual del día 14-9-20 con el título de "Edificios se convierten en improvisados centros comerciales". Si a esto se agrega el "delivery" y la dolarización, se tiene un ambiente en donde querer "quedarse en casa" no es mala idea, no solo por la cuarentena. Una suerte de "ciudades de la Edad Media" en donde se puede realizar la vida -ahora sí- sin "tener que salir de casa". Además, un aislamiento auto referenciado porque consumo en un mismo espacio con las mismas personas que conozco.

Por ejemplo, donde está ubicada nuestra oficina -un centro comercial pequeño en el casco de El Hatillo- un comercio para cosas de oficina al que vamos -impresiones, copias, computación- se transformó por la cuarentena en un mercado que vende desde bombillos hasta salchichas. Ahora tengo ese punto en mi propio espacio. Antes iba a un automercado, Sigo yendo, pero me "resuelvo" en el mercado que hay donde está la oficina. Son gente que ya conozco. 

Lo que quiero decir es que mi mundo en una gran ciudad se hace más pequeño. Con la escasez de gasolina, posiblemente se refuerce más porque hay que ahorrarla, salvo que tengas un "dealer", voluntad para hacer una interminable cola, o "persuadir" en una para que te pongan de primero. No tengo habilidades para ninguna de las tres. Todo refuerza mi encierro, y que en cierto modo es atractivo. El peso de la cuarentena al comienzo parece haber cedido un poco en que, al tener la opción de moverme por la relajación de la misma, también permite valorar "mi mundo" y no hacerlo, porque aprecio el encierro porque no es obligatorio aunque lo hago.

En los informes a los suscriptores se argumentaba que este "mi mundo" en una gran ciudad, tenía el riesgo que tal vez se perdiera la gran visión, la de conjunto. Cada uno en su parte, se perdía el todo, y eso haría difícil una gran manifestación o protestas en las grandes ciudades. No solo por las restricciones en sí, sino que cada uno está en su mundo, lo que hace complicado interactuar con otros en la realidad sino de modo virtual -la "Zoom-cracia"- y que en la virtualidad se perdería la esencia de las relaciones humanas que es el contacto cara a cara. 

Simplemente, la cuarentena desarticuló el todo que puede separarse porque la crisis y la dolarización permiten llevar un modo de vida en relativo aislamiento. La primera, porque restringe; la segunda, porque permite tener acceso a todo, sea por "delivery" o "courier" desde el exterior. 

Pero en las pequeñas ciudades o zonas muy particulares, no. La vida se vive más cara a cara y menos al estilo de  la "masa" leboniana. Aquí cambiamos el enfoque teórico y pasamos de Le Bon a Tajfel o a Turner, en los enfoques de categorización social que son propuestas más contemporáneas de la psicología social para explicar fenómenos de grupo.

Lo que plantean de forma sencilla es que a través de procesos cognitivos las personas construyen clasificaciones que se basan en categorías para definir un "nosotros-ellos" o para responder a cómo debo comportarme en una situación determinada, sobre la base de lo que una categoría indica debería hacer, que se elabora en el momento. Por ejemplo, dos politólogos que no nos conozcamos podemos hacer un grupo frente a dos internacionalistas, si la profesión es lo saliente -que es lo que resalta o define una situación- en un momento determinado. 

Este proceso lo hacemos todos, de forma cotidiana. Es muy usado en política, de forma positiva o negativa. En la psicología social de este enfoque se dice que los políticos son "empresarios en la construcción de identidades" y que "es muy sencillo dividir a un grupo". Con solo un "nosotros-ellos" ya lo divides. Por ejemplo, Chávez -"escuálidos" y "revolucionarios"- o Trump -los republicanos "MAGA" y los demócratas "comunistas"- o en el discurso de la oposición, entre los "puros" y los "colaboracionistas", que la gente asume, especialmente en tiempos de crisis porque esas categorías simplifican la realidad, y en crisis ese es el modo para actuar porque no producen disonancia. Me hacen creer que "estoy en el lado correcto de la historia", y mi autoestima no se resiente, que puede pasar en una crisis porque todo se cuestiona, incluso uno mismo.

Por supuesto, no quiere decir que siempre sea así. Como sugiere Marilynn Brewer, puedo construir mi categoría de un modo no divisivo; "Mi equipo A es bueno porque nos comunicamos entre nosotros", que es distinto a decir que "Mi equipo A es el mejor porque los demás son una porquería". 

Volviendo al caso de pequeñas zonas, es posible que la categorización sea más probable en una ciudad pequeña o pueblo que en una ciudad grande en donde -como se trató de explicar antes- la gente vive su encierro más en solitario por las rutinas de la "gran ciudad", y en su encierro que es auto-suficiente vive su "realización", reforzado por la dolarización y el "delivery" + "courier".

En cambio, en una zona de pequeña magnitud la rutina que también existe puede vivirse cuerpo-a-cuerpo como dijo Susana Rotker, porque la gente se conoce más. El encierro puede hacer que mis problemas, mis agravios que tiene toda sociedad, se expresen de manera más personal porque todos nos conocemos; estamos cuerpo-con-cuerpo. Es decir, mis agravios pueden expresarse de un modo más íntimo, más humano, que en una "gran ciudad" donde debo guardar apariencias y posiblemente tragar los agravios, además puedo hacerlo desde el punto de vista material porque dispongo de recursos.

En un pueblo tal vez no, y ese cuerpo-a-cuerpo y no cuerpo-contra-cuerpo permite construir categorizaciones comunes que dieron lugar a un "grupo psicológico" que hizo posible la movilización en Urachiche. Lo saliente serían las penurias que causa la crisis económica que vive Venezuela, para construir la identidad, el grupo, y luego la movilización al definir un agravio: la crisis de los servicios públicos. 

El día 22-9-20 Susana Raffalli escribió el tuit siguiente sobre el municipio yaracuyano:


Ese 42% de niños que ya vienen con retraso de su crecimiento, pudo ser lo saliente para construir una categorización de los habitantes de Urachiche, en términos de sus agravios que los unió, y los movilizó para protestar. En un informe de abril de 2020, Caritas reporta que el estado Yaracuy tiene un alto nivel de desnutrición. 

Lo anterior tiene base en la opinión pública. En nuestra entrada "Se mueve el piso de la estructuras en Venezuela", al analizar un estudio de la firma Datincorp, comentamos que, "Lo que une a todos los grupos es la crisis económica y, relevante, la crisis en los servicios. Esto corta transversalmente a todos los vectores políticos. Es quizá una de las pocas cosas que une a los venezolanos, no tanto las empanadas, los pirulin, las cachapas, o el aguacate (que ahora muchos descubren). Por ejemplo, que no haya gasolina une a un chavista y a un no chavista".

Con el modelo de la categorización social, lo saliente es la precaria vida que llevamos. Eso diluye las categorías "chavista-no chavista" u "opositor-no opositor", y promueve una categoría más inclusiva, "quienes vivimos mal", la que define cómo comportarse y actuar. 

Primero los individuos se sienten -en psicología social es el resentimiento; el re-sentir a la manera de Martín Baro; volver a sentir una circunstancia- y luego se creó el grupo que como colectivo, salió a protestar a la calle. El "exogrupo" son las instituciones del Estado, que se perciben como las que simbolizan la fuente de privaciones. Por eso la "etapa expansiva" -cuando la gente sale con fuerza a la calle- va a los edificios públicos a desplazar los agravios acumulados.  

Aquí las redes sociales ayudan a construir la categorización de la comunidad en un "nosotros" frente a un problema. Por ejemplo, la marcha en La Vega fue organizada por redes sociales 

La crisis diluye las categorías políticas porque las carencias son el "pan de cada día" para cualquier venezolano:






Llevemos esto a Urachiche que tiene menos 30 mil habitantes, y tal vez se pueda comprender la magnitud de la categorización para canalizar los agravios, y por qué pasó allí y no pasa en Caracas o Naguanagua. 

También el día 23-9-20 se realizó una procesión en La Vega por el tema de la falta de agua, que tuvo como fondo a José Gregorio Hernández
. Se efectuó de forma pacífica. Llama la atención, porque fue una protesta con fondo religioso. Nuestro primer análisis es que en formas de gobierno autoritarias como la de Venezuela, la protesta busca formas “aceptables” para manifestarse, y la religión es una de ellas, principalmente la figura de José Gregorio Hernández, muy venerada en el mundo popular. 

Entra en esto, la idea del “acompañamiento” frente a los problemas sociales. En su documento del 11-8-20, la CEV afirmó que el pueblo está solo en su viacrucis cotidiano. El mundo político habla -y algunos viven- de la crisis, pero la gente está sola en su calvario. 

Es probable que en La Vega la Iglesia tenga presencia de mucho tiempo y un trabajo en esa comunidad, y los padres “acompañan” al pueblo en sus necesidades, ahora que lo requiere porque las penurias son muchas.

El pueblo se siente seguro en la compañía de los sacerdotes, y esto puede mostrar otra cara de la movilización. No se quiere vincularla a lo político porque se politizará y la reivindicación se perderá. El gobierno la reprimirá, y la oposición tratará de llevarla a la tesis “del quiebre”. La gente parece que no quiere ser carne de cañón en la lucha existencial por el poder, por lo que se buscan maneras pacíficas para comunicar los agravios de la sociedad, que son muchos.

Por supuesto, queda validar más la tesis de las "protestas de bolsillo". Pero esto no es importante. Más relevante es si estas movilizaciones suponen una ruptura con nuestra "tradición" de protestas que terminan "en un peo" o en el "gran peo" que cambia la suerte de la República, como locus externo para suplantar el paciente trabajo de organizar y de toma de conciencia que, en teoría, debe hacer la política que busque tener tejido social si quiere hacer cambios o, incluso, si busca la "gran acción" a lo Lenin, cosa que no comparto para la Venezuela de hoy, con sus grandes problemas y nuestra vida de limitaciones. 

Optaría porque estas expresiones populares rompan la tradición. Que sean procesos en donde la gente se reconozca en sus agravios, y los lleve a construir una identidad que politice al público para exigir cambios y demandar mejor vida, no la que llevamos, que se traduzca en un cambio de gobierno por la vía electoral, no otra. 

Lo relevante es hacia dónde evolucionarán estas protestas. Si se mantendrán en sus reivindicaciones sociales o avanzarán hacia lo político. Así las cosas, puede ser que las movilizaciones en ciudades medianas y pequeñas sean más probables que en ciudades grandes, y es lo que hay que observar.

¿Podrán ser asumidas por el liderazgo político? Es otra gran interrogante. En otro artículo de este blog, "No hay cheques en blanco", postulamos que la sociedad se autonomiza más de los políticos. Puede ser porque los rechace, puede ser porque la gente supera las terribles condiciones que nos toca a los venezolanos, y eso da confianza y sentido de la eficacia. 

Para ser lideradas, el mundo político deberá cambiar también su "paradigma" de las protestas como "la chispa que enciende la pradera" para los cambios que no pueden lograr por las vías políticas. No sé si la gente lo sienta o lo vea así, ya en una relación de igualdad frente al mundo político que sí es un reclamo de la sociedad civil. Pero queda ver si se asume así en la vida cotidiana de las personas individualmente hablando. 

En Suráfrica las protestas por los "problemas de la gente" se politizaron contra el Apartheid. No sé si pueda ser el caso de Venezuela, ya que nuestra politización termina en violencia, y el pueblo no está dispuesto a seguir en el rol de "carne de cañón" para agendas que no son suyas, cosa que me parece correcta. 

Por lo pronto, estas movilizaciones son una buena señal. Indican que las personas políticamente siguen vivas, y expresan su descontento con la situación de Venezuela. 

Ojalá sean las primeras señales que se tendrá un tejido social fuerte, que hará mucha falta para las tareas de armonizar y pacificar en el sentido de reconocernos como diferentes y de allí, buscar lo que nos une, que requerirá Venezuela, y no imponer un "nos une" que no es real.

Comentarios